Maider Iantzi
Aktualitateko erredaktorea / Redactora de actualidad

Mejorar la salud global soltando el estigma de peso

En verano, al exponer más nuestros cuerpos en espacios como playas y piscinas, los actos gordófobos pueden incrementarse, pero el estigma de peso es algo que tenemos tan interiorizado que está siempre presente y debemos combatirlo en el día a día.

Xandra Romero Casas.
Xandra Romero Casas. (Oskar MATXIN EDESA | FOKU)

«Las dietas no son la solución, son el problema», afirma Gabriela Uriarte, dietista nutricionista del centro GU Nutrición y presentadora del programa ‘A Bocados’ de ETB. «El estigma de peso acarrea el trauma que viven las personas gordas o que habitan cuerpos grandes», explica. Utiliza la palabra gorda porque estas personas se han reapropiado del adjetivo, como lo ha hecho por ejemplo el colectivo homosexual con las palabras bollera o maricón.

Está demostrado que debido a este sesgo de peso de las y los sanitarios, las personas gordas tienen peor calidad asistencial. Para cualquier tema médico, la solución siempre pasa por adelgazar. La consecuencia es que acuden menos a consulta y se retrasa el diagnóstico de las enfermedades. También se les mira menos a la cara, tienen tasas más elevadas de desempleo, dificultades para comprar ropa, en lugares públicos deben preocuparse de si entran en la silla... Son realidades que se reproducen en diferentes estudios.

La dietista nutricionista de Gu quiere ayudar a mejorar la salud en términos globales, dejando de lado este estigma asociado al peso. Para ello, toma en cuenta todas estas vivencias, porque «una persona que siempre se ha cuidado desde la restricción tiene una relación muy particular con la comida y el cuerpo».

 

Gabriela Uriarte: «Como hemos hecho con la homofobia, lo importante es revisar hasta qué punto estamos oprimiéndoles, ya que la opresión ocurre siempre porque hay un grupo que está recibiendo privilegios»

 

«Nadie está diciendo que el peso no importe, que no puede actuar como factor de riesgo, ni que todas las personas gordas son sanas», aclara Uriarte. «Lo que estamos diciendo es que una medicina pesocentrista resulta más estigmatizante que útil. Además, es tremendamente violenta y empobrece mucho la salud».

«Todos conocemos a personas delgadas independientemente de sus hábitos, pero lo contrario nos cuesta mucho entenderlo: creemos que las personas gordas tienen malos hábitos, incluso que comen a escondidas. No siempre es así».

¿Todas somos gordófobas? La nutricionista cree que sí, incluso las mismas personas gordas. «Como hemos hecho con la homofobia, lo importante es revisar hasta qué punto estamos oprimiéndoles, ya que la opresión ocurre siempre porque hay un grupo que está recibiendo privilegios. El privilegio delgado existe, así como el privilegio de ser guapo. Y lo que me hace delgada es decir que otra persona es gorda».

«No es cuestión de voluntad»

Al preguntarle si las dietas funcionan, responde segura: «¡Las dietas funcionan perfectamente! Dejar de comer funciona, y eso engancha, te permite acceder a un cuerpo con más privilegios. No estamos hablando de salud. Es la luna de miel de la dieta. Pero la evidencia científica es clara: de 2 a 5 años después de hacer dieta, el 95% de las personas acabarán recuperando todo el peso y una gran mayoría algún kilo más. De esta manera, puede ocurrir que lleves 30 años de tu vida restringiéndote y peses más».

«Frecuentemente, las personas gordas son las que más dietas han hecho; no les falta voluntad. Hay gente que hasta pierde la vida en ello. ¿Cómo les va a faltar voluntad? Existe otro componente: la metodología de dietas y restricción falla.Hacer dieta es cualquier estrategia que tenga listas de alimentos prohibidos y permitidos, con el objetivo principal de adelgazar. Esta estrategia lleva al descontrol, porque el día en que coma chocolate me tomaré toda la tableta, debido a esta tensión que no es sostenible».

En Gu trabajan el hábito independientemente del peso. «Comer verdura es bueno para todas. Otra cuestión es que esto tenga un efecto en tu corporalidad».

 

Gabriela Uriarte. (G.U.)

 

 

«‘Me han llamado gorda’. ‘Cariño, eres preciosa’. Esa respuesta refuerza la idea de que un cuerpo gordo no es bonito». 

 

La gordofobia puede afectar de forma especialmente grave a niñas y adolescentes. La nutricionista anima a hablar con ellas. «Además de que nosotras mismas no hagamos comentarios gordófobos, tenemos que facilitarles un entorno donde puedan hablar. ‘Me han llamado gorda’. ‘Cariño, eres preciosa’. Esa respuesta refuerza la idea de que un cuerpo gordo no es bonito. En lugar de ello podemos preguntarle: ‘¿Por qué no te ha gustado que te llamen gorda?’».

La presión de las mujeres es mucho más grande. «En esta sociedad patriarcal machista, lo más importante en una mujer es que pase por los estándares de belleza». ¿Por qué estamos así? «Es muy primitivo del ser humano: queremos pertenecer al grupo de la manada, porque el que vivía fuera acababa muriendo. En esta época moderna, que nos acepten pasa por el estándar de belleza. Para muchas el problema es la reconciliación con su cuerpo. Hay que hacer un trabajo muy profundo de sanar traumas, y lo último que se necesita es más estigma y violencia».

Desde el ámbito sanitario

Xandra Romero Casas, diplomada en Nutrición Humana y Dietética por la UPV/EHU, pone el acento en lo interiorizado que está el estigma de peso entre las y los sanitarios. «Yo no mido 1,60, siempre he sido muy delgada, soy así constitucionalmente. Cuando estaba embarazada e iba a hacer las revisiones de ginecología me alucinaba la cantidad de veces que me decían ‘como tienes poca grasa qué bien se ven las ecografías’. Si a mí me hacían este comentario, qué no harán a gente que tenga más peso y que estén relacionando un montón de cosas que le pueden pasar en el embarazo con el peso».

La colaboradora de 7K señala que las profesionales de todos los ámbitos de la salud son muy responsables de este estigma y que deberían de empezar a cambiar la mirada y la narrativa que tienen respecto al peso. «Este estigma, que es un rechazo, una discriminación, tiene su origen en el enfoque normativo. Si no estamos ahí, no estamos saludables. Esto promueve conductas de riesgo para la salud. Está basado en que todos debemos ser iguales y no puede haber diversidad».

 

Xandra Romero: «Se relaciona mucho el peso con la salud, y yo creo que ese es el problema principal. Hace muchísimo tiempo que científicamente se ha probado que el peso no tiene nada que ver con la salud».

 

Existe también el ‘salutismo’: hay que hacer ejercicio, comer sano. «Bien. Pero esto no significa que una persona con un cuerpo grande no haga ejercicio ni coma saludable. No significa tampoco que esté enfermo. Y si está enfermo por otras cuestiones, como una diabetes o una cardiopatía, puede no tener absolutamente nada que ver con tener un cuerpo grande. Se relaciona mucho el peso con la salud, y yo creo que ese es el problema principal. Hace muchísimo tiempo que científicamente se ha probado que el peso no tiene nada que ver con la salud».

Sin embargo, «es lo que nos enseñan a las nutricionistas en la Universidad. Para mi sorpresa, lo siguen enseñando de esta manera. Lo mismo a las fisioterapeutas, enfermeras... Mi ámbito de trabajo desde hace más de diez años son los trastornos de la conducta alimentaria. Estos no se limitan a la anorexia y la bulimia, y no siempre se notan en el físico. Me pasó con una paciente que tenía una anorexia nerviosa, una enfermedad mental que no se ve en el cuerpo. Su cuerpo era más grande. Estaba de baja médica y tuvo que ir a la revisión de la Mutua. Volvió llorando. Me contó que la enfermera le había dicho que cómo iba a tener ella anorexia si estaba gorda. Yo llamé a esta enfermera y le dije que, por favor, se actualizase».

«Cuando una acude al médico espera recibir ayuda, y a alguien que te hace sentir avergonzada no le vas a contar la verdad. Una de las consecuencias es un aumento de peso, porque a veces acaban teniendo conductas alimentarias de riesgo por estar sometidas a este estigma».

 

«Una paciente me contó que la enfermera le había dicho que cómo iba a tener ella anorexia si estaba gorda. Yo llamé a esta enfermera y le dije que, por favor, se actualizase»

 

En los grupos con los que trabaja, Romero les pregunta a las personas por qué se sienten gordas, y en todos los grupos se repite lo mismo, como reflejo de la sociedad: «Sienten que están gordas y esto recae en que sienten que son vagas, que nadie las quiere, que no son válidas».

Ella no trabaja con dietas restrictivas, lo que busca es que la conducta alimentaria sea saludable, que la persona pueda comer y disfrutar a la vez. «Esto es independiente del peso. Si tiene colesterol mi trabajo es que baje esas cifras de colesterol, que se quiera y que no vuelva a pensar que tiene que vivir a dieta».

Tampoco pone objetivos. «Lo más importante es que la persona que venga sienta que no le voy a juzgar, reñir ni castigar. Mi papel es todo lo contrario: escucharle, entenderle, que confíe en mí, para que pueda ir haciendo los cambios que le voy explicando».

«Comer saludable es disfrutar durante y después»

Gabriela Uriarte hace hincapié en la importancia de la conducta alimentaria, de todo lo que rodea al hecho de comer. Esa es la perspectiva de su trabajo. Desde su punto de vista, no hay alimentos buenos y malos. «¿Es bueno que una persona obsesionada con el real fooding no pueda disfrutar de una pizza en fiestas con la cuadrilla? ¿Es bueno cenar esa misma pizza todas las noches? Lo que determina que un hábito sea saludable es el patrón y el contexto». Ella trabaja desde la personalización y la no restricción, ya que «en la restricción no eliges tú sino que otros eligen por tí». Puede ocurrir que alguien coma mucho fuera de casa. En ese contexto se pueden hacer muchas cosas para que haga una elección saludable y tome verdura y suficiente pescado. En cambio, decir que no puede comer algo no es sostenible.

«No pasa nada si comemos bocatas si el pan es bueno y si le ponemos un queso y un jamón bueno», añade Xandra Romero. Sostiene que comer saludable tiene que ir asociado al disfrute durante y después, es decir, «luego no debemos darnos con el látigo porque hemos comido algo o sentir que debemos hacer ejercicio para quemarlo».