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El sendero que rememora la fuga de Ezkaba

El 22 de mayo de 1938 se produjo una de las mayores fugas carcelarias de la historia, y probablemente la mayor de Europa. 80 años después, un sendero balizado de 53 kilómetros, que enlaza Ezkaba con Urepel, rememora aquellos hechos.

Fuerte de Ezkaba.

Ocurrió aquí mismo, en la cima del monte Ezkaba, donde el Fuerte de Alfonso XII había sido transformado por los franquistas en una cárcel por la que pasaron miles de prisioneros republicanos. Aquel día, 795 hombres escaparon de la prisión, pero solo tres consiguieron llegar a la muga con Nafarroa Beherea. Todos los demás fueron detenidos o fusilados.

Los gobiernos de UPN y PSN nunca se han preocupado de explicar a los navarros qué ocurrió aquel 22 de mayo de 1938 en el presidio de Ezkaba, convertido prácticamente en un campo de concentración donde el hambre y las enfermedades agravaron las condiciones de unos prisioneros que sufrían a diario todo tipo de vejaciones y malos tratos por parte de las fuerzas franquistas.

El Fuerte de Ezkaba había comenzado a construirse en 1878, después de que la última Guerra Carlista hubiera puesto de manifiesto la inutilidad defensiva de las murallas de Iruñea frente a la artillería. Con sus 895 metros de altitud, la cima de esta montaña era estratégica para controlar la capital navarra y casi todo Iruñerria. Las obras finalizaron en 1919, pero para entonces este gran recinto militar también se había quedado obsoleto debido a la aparición de la aviación.

Tras el golpe militar de 1936, los franquistas transformaron el Fuerte en una cárcel que en la primavera de 1938 tenía 2.487 prisioneros. Casi 800 de ellos se fugaron aquel 22 de mayo, pero lo hicieron de forma desperdigada, sin saber hacia dónde ir ni por dónde llegar a la muga con Ipar Euskal Herria, a la línea que marcaba la libertad. La gran mayoría de los presos procedían de diversas zonas del Estado español, desconocían cómo moverse por la intrincada montaña vasca, y además huyeron solo con lo puesto, con mala ropa y peor calzado.

Una vez dada la alerta por un soldado franquista que bajó corriendo desde el Fuerte hasta Berriogoiti (Berriosuso), se puso en marcha un gran operativo militar y policial para capturar a los fugados. En pocos días fueron detenidos 585 prisioneros, 206 fueron ejecutados durante la huida, 14 fueron fusilados en la Ciudadela de Iruñea tres meses después de su detención, y 46 fallecerían en el propio Fuerte de Ezkaba en los años siguientes a su captura. Solo tres huidos consiguieron cruzar el laberinto de montañas que se suceden desde Iruñerria hasta Ipar Euskal Herria, después de pasar diez días de penalidades. La fuga del Fuerte había sido una gran gesta, pero el desenlace final fue un gran fracaso.

Dentro de su compromiso para recuperar la memoria histórica, el actual Gobierno de Nafarroa ha impulsado el ‘Proyecto Ezkaba’ para rememorar aquellos hechos, aportar información y tratar de localizar a familiares de los fugados a fin de poder identificar los restos encontrados en fosas comunes. En los dos últimos años miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi han llevado a cabo exhumaciones de fusilados en Olabe, Usetxi y Burutain, localidades situadas en la ruta de Ezkaba hacia la frontera.

Este proyecto incluye también la organización de un campo de trabajo internacional en torno al ‘Cementerio de las Botellas’, donde fueron enterrados 131 prisioneros del Fuerte, y la edición de un libro de investigación sobre el papel que desempeñaron las mujeres parejas de los presos y su relación de solidaridad con mujeres de Iruñerria que les ayudaron a llevar comida y ropa a los reclusos. Además, se organizará una exposición basada en esta investigación, que incluirá objetos de los presos que han conservado sus familiares y correspondencia que mantenían con ellos.

Desde el Fuerte de Ezkaba hasta Urepel

Pero quizás la iniciativa que más eco está teniendo, dentro de este mismo proyecto, es la creación del sendero GR 225-La Fuga de Ezkaba, que sirve para recrear la ruta que siguieron los fugados hasta alcanzar la muga con Ipar Euskal Herria. La idea de señalizar esta travesía surgió de un grupo de voluntarios entre los que se encuentran Fermin Ezkieta, Rafa Aldai y Fernando Marticorena, quienes ya llevaban años trabajando en esta iniciativa.

Fermin Ezkieta es, probablemente, la persona que mejor conoce los detalles de aquella histórica fuga, ya que ha dedicado varios años a recopilar datos y darlos a conocer en el libro ‘Los fugados del Fuerte de Ezkaba’. La primera edición tenía 208 páginas, se publicó en el año 2013 y ya está agotada. La edición revisada de esta obra salió el pasado año, consta de 272 páginas y añade nuevos datos sobre la magnitud y la crudeza de aquellos hechos.

Los 53 kilómetros de este sendero ya han sido balizados mediante marcas de pintura roja y blanca, y ha sido completando con la colocación de postes indicativos y paneles informativos a lo largo del recorrido. Una vez realizado este trabajo, la Federación Navarra de Montaña procederá a su homologación.

Los 53 kilómetros de la GR se dividen en cuatro etapas, y se han instalado cinco paneles informativos con datos de la ruta, el desnivel, información de carácter histórico y datos del contenido turístico: Fuerte de Ezkaba-Olabe (13,8 km), Olabe-Saigots (14,1 km), Saigots-Sorogain (15,4km) y Sorogain-Urepel (9,8 km).

A lo largo de la ruta se pueden encontrar varias fosas en las que fueron enterrados algunos de los presos huidos que, tras ser nuevamente apresados, fueron fusilados sin juicio de ningún tipo. Algunas de ellas han sido exhumadas dentro del plan de exhumaciones del Gobierno de Nafarroa, tales como Olabe (16 cuerpos), Usetxi (tres cuerpos), Burutain (seis cuerpos), Urtasun (cinco cuerpos de los cuales uno ha sido identificado), Lintzoain (dos cuerpos) y Agorreta (un cuerpo).