MAR. 03 2019 - 00:00h Artikutza, un pequeño paraíso Artikutza en una extraordinaria reserva para goce de montañeros. Antxon Iturriza La reserva de Artikutza, emplazada entre las mugas de Gipuzkoa y Nafarroa, es administrativamente una finca propiedad desde 1919 del ayuntamiento de Donostia. La razón de esta pertenencia era y es el aprovechamiento de las aguas de este enclave, que pasa por ser el más lluvioso de la península, para el consumo de los habitantes de la comarca capitalina. Pero la historia de Artikutza viene de muchos siglos más atrás. Los numerosos monumentos megalíticos que rodean su perímetro, y los vestigios de las explotaciones pastoriles, carboneras, mineras y metalúrgicas que se desarrollaron en sus valles, son testimonios de la dilatada presencia humana que ha conocido este entorno. El hecho de que durante casi un siglo entre sus límites haya estado vedada cualquier explotación industrial o forestal ha convertido a Artikutza en una extraordinaria reserva para goce de montañeros y amantes de la naturaleza. Como sugerencia de disfrute pleno de esta joya natural vamos a describir un amplio circuito por sus caminos que nos llevará a hacernos una idea fiel de la relevancia estética y ecológica de este territorio. En las profundidades de Urdallue Partimos desde el aparcamiento situado junto a la casa forestal de Exkax (650 metros). Tras cruzar la barrera que impide el paso de vehículos no autorizados, recorremos por la carretera unos 300 metros (5 minutos), hasta encontrar a la izquierda un poste indicador. Siguiendo el rumbo señalado hacia el barrio de Artikutza, vamos descendiendo por una pista abierta en el magnífico hayedo de Exkaxpe. Un par de puentes de madera nos facilitarán el paso de la erreka de Erroiarri, que poco más adelante se precipita en una espectacular cascada que podremos observar desviándonos ligeramente del camino. Sin ningún problema llegaremos al aislado barrio de Artikutza (325 m) (1,15 h). Tras pasar junto a la iglesia y el frontón, nos encontramos poco más adelante con un par de pistas. Tomamos la de la izquierda, pero sólo caminaremos por ella un centenar de metros hasta alcanzar una pronunciada curva. Justo al inicio de la misma veremos en su borde una langa que nos enfila en descenso hacia el lecho de la regata de Urdallue. Cruzamos sus aguas por un rústico puente (1,30 h) y, ya en la otra orilla, continuamos hacia la izquierda, en paralelo al curso del arroyo. Enseguida el camino, al principio impreciso, va tomando cuerpo y altura (algunas marcas rojas antiguas), para llevarnos a transitar bajo la rectitud estética del hayedo de Olaran. Llegamos a una bifurcación de caminos forestales. Tomamos el ascendente, que se va a ir difuminando, pero su traza en la hojarasca nos llevará hasta un collado en el que nos sale al paso una amplia pista (2,05 horas). Nuestro itinerario va a seguir durante un buen rato esta pista en sentido ascendente (SE). Sin ningún cruce que nos induzca a duda, bordeamos el altozano de Beltzuntze y pasamos poco más adelante junto a los cromlechs del mismo nombre (870 metros) (2,55 h). Se dibuja frente a nosotros un perfil ascendente que abordaremos directamente hasta dar con la alambrada que marca los límites de la finca de Artikutza en el punto en que describe un ángulo recto. Deberemos continuar ganando altura por el altozano herboso hasta alcanzar el cruce de caminos de Gerasungo ataka (984 metros) (3,10 h). Hacia las laderas de Izu Estamos en el punto de giro y en el más elevado de nuestro largo itinerario por las montañas de Artikutza. Desde Gerasungo ataka iniciamos un descenso por un marcado camino que festonea la ladera hasta descender al encuentro del marcado collado de Igiñi, identificable por una gran borda de cazadores (750 m) (3,20 h). A partir de este punto, siempre manteniendo rumbo norte, la ruta a seguir va a resultar evidente: el sendero nos irá llevando a media ladera en un tránsito montañero perfecto hacia las laderas de Izu, cuya cumbre vamos a evitar pasando por el collado de Uzurritzako lepoa (4, 05 h). Alternando en el camino bosques y helechales, en los que resaltan llamativos acebos, llegaremos al collado de Pagolleta (685 m) (4,40 h), desde el que se contempla una magnífica panorámica sobre el embalse de Artikutza. El sendero, festoneando siempre con sabiduría los perfiles de las laderas, nos irá acercando hacia la todavía lejana conclusión de nuestro circuito. Faldeando las laderas de Bianditz entre bosques de hayas y cipreses, se presentará finalmente ante nosotros la solitaria casa forestal de Eskax, de la que hemos partido (650 m) (6,10 h).