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Tres montañas de Altzania Albeiz, Artxipi y Atzanegi, por sendas olvidadas

La excursión tiene como destino una trilogía de cumbres.

Si observamos desde la autopista A-1 al paso frente a los pueblos de Ilarduia o Egino, nuestra vista se enfrentará a una muralla caliza donde resalta el gigantesco ojal de la Leze.

A la izquierda de este boquete natural se alinean tres picos rocosos. Esa trilogía de cumbres, compuesta por Albeiz, Artxipi y Artzanegi, que remata por el sur la sierra de Altzania, va a ser el escenario de nuestros pasos.

El pueblo alavés de Ilarduia se convertirá en nuestro lugar de inicio. En el punto del pueblo donde la carretera traza una curva hay un lugar de aparcamiento, y junto al mismo un pequeño poste indicador.

Siguiendo su dirección, con rumbo norte nos alejamos del pueblo al encuentro de la barrera de montañas. Si observamos su perfil, percibiremos que entre las tres cumbres que pretendemos ascender se abren sendas barrancadas. Nuestro plan es ascender por la de la derecha y descender por el de la izquierda.

El asfalto se acaba pronto y seguimos adelante por una pista parcelaria. Superamos un pequeño puente, y obviando un primer cruce, llegamos a una intersección con otra parcelaria (6 min). Giramos ahora rotundamente a la derecha por la pista, enfilando de nuevo hacia las montañas. Llegamos así hasta un pequeño aparcamiento en el que la pista traza una nueva curva a la derecha (10 min). Es el momento de dejarla y penetrar hacia el frente por un pasillo arbolado, presidido por letreros del parque de Aizkorri-Aratz.

Hacia Artzanegiko lepoa

Cruzamos una langa metálica. Pocos metros más adelante nos encontraremos con un poste indicador de la GR-25 (Vuelta a la Llanada). Vamos a seguir por su trazado hacia la derecha (Leze) tan solo unos metros. Enseguida nos saluda un nuevo indicador. Observamos que una de sus flechas nos invita a ir hacia Artzanegiko lepoa. Este rumbo, que sigue la llamada senda de Apota, marcará nuestra ruta.

Primero por herbales, en dirección norte, avanzamos siguiendo la referencia de los cairns, que nos van adentrando en terreno rocoso. Esas antiguas marcas de la montaña serán nuestras guías mientras ascendemos por la margen izquierda de la vaguada de Artzanegi.

El trazado de la senda describe una curva a la derecha para retomar de nuevo la dirección paralela a la barranca. Seguimos ganando altura hasta un punto en el que el camino parece querer penetrar en una zona de vegetación cerrada de la vaguada (35 min). Es el momento, una vez más, de prestar atención a los cairns, que cambian aquí de rumbo para ganar altura y salvar la hondonada boscosa.

Estabilizada de nuevo la ruta, esta se enfrenta más adelante a otra barrera boscosa, limitada por una vieja alambrada (45 min). El camino original penetra en el hayedo por una senda que es poco perceptible, pero resulta más recomendable abordar directamente el ascenso en paralelo a la alambrada por la ladera, salvando una fuerte pendiente hasta ganar las alturas herbosas de Apota.

Estamos ahora al pie mismo de la cumbre de Artzanegi, hasta la que vamos a llegar cruzando por un pasillo abierto en la alambrada. Un breve tramo con arbustos nos da paso a la última pendiente rocosa, que nos lleva a pisar la cima pelada de Artzanegi (990 metros) (1,10 h).

Hasta los amplios prados de Apota

Volvemos sobre nuestros pasos hasta los amplios prados de Apota. Un agradable paseo por los herbales nos llevará a trazar un bucle sobre la vaguada por la que hemos subido para acercarnos hasta la pequeña cumbre de Artxipi (955 m) (1,30 h).

Para completar nuestra trilogía debemos retroceder de nuevo hasta la pista que recorre el alto de los prados de Apota. Tomando hacia la izquierda (NNO), nos adentramos en un elegante pinar por el que llegaremos pronto a un cercado de ganado. Allí tomamos a la izquierda para emerger enseguida a terreno abierto y encontrarnos ya frente al promontorio rocoso de Albeiz. Pasamos junto a unas grandes rocas y, salvando un breve repecho, nos situamos sin dificultad sobre la cumbre de Albeiz (1012 m) (1,55 h), que nos ofrece un extenso horizonte sobre la Llanada y sus sierras limítrofes.

Vamos a iniciar el regreso, que no es sencillo en su inicio. Descendiendo de la cumbre hasta un collado intermedio entre los monolitos y la cabeza de Albeiz, abordamos la bajada hacia la barranca que se abre bajo nosotros. Lo haremos manteniéndonos siempre en el límite entre los helechales y la ladera rocosa de Albeiz.

Una tenue senda y un cairn aislado nos marcan el inicio de un descenso fuerte, en el que deberemos mantenernos siempre siguiendo en paralelo entre el pie rocoso y la alineación de hayas que trepa hasta casi el collado. No meterse en ningún momento hacia los helechales. La senda va perdiendo rápidamente altura cruzando algunos tramos de roca hasta buscar el lecho seco de la regata.

Tras cruzar hasta la vertiente opuesta, las cosas se ponen más cómodas, porque en adelante los cairns nos irán guiando sin pérdida a través las pedreras de la barranca, por la llamada Senda Txipi, hasta regresar al punto de partida (2,50 h).