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Un avance científico permite a personas parapléjicas andar y practicar deportes

Tres personas que habían sufrido una lesión completa de la espina dorsal y estaban parapléjicas pueden caminar gracias a un implante que estimula la zona de la médula espinal que controla los músculos del tronco y las piernas. Al frente de la investigación están Grégoire Courtine y Jocelyne Bloch.

Un fotomontaje sobre el experimento codirigido por Grégoire Courtine en la Escuela Federal Politécnica de Lausana. (EPFL)

La nueva técnica conocida este martes y que ha permitido andar a personas parapléjicas utiliza «paletas de electrodos» diseñadas específicamente para lesiones de médula. Forma parte de un ensayo clínico aún en curso y que demuestra que los tratamientos de estimulación especialmente diseñados para cada paciente, en lugar de otros más generales, muestran «una eficacia superior y actividades motoras más diversas» incluso en las lesiones medulares más graves.

Como publica este lunes la revista ‘Nature Medicine’, Grégoire Courtine y Jocelyne Bloch, los investigadores suizos responsables del experimento, han constatado que la estimulación eléctrica de la médula espinal es actualmente una opción terapéutica prometedora para restaurar la función motora en personas con lesión medular. Pero puntualizan que, hasta ahora, se han empleado sobre todo terapias de estímulo eléctrico continuo, mediante el uso de neurotecnologías «adaptadas» que fueron diseñadas originalmente para tratar el dolor.

Desde la Escuela Federal Politécnica de Lausana (EPFL), que forma parte de la plataforma en la que se ha logrado este avance científico, Courtine ha explicado que los nuevos implantes blandos que colocaron bajo las vértebras en contacto con la médula espinal «son capaces de modular las neuronas que regulan la actividad de grupos musculares precisos».

«De esta manera –añade el neurocientífico– podemos activar la médula como lo haría naturalmente el cerebro para estar de pie, caminar, hacer bicicleta o nadar».

Tres pacientes que lo han probado

Courtine y Bloch diseñaron, junto con sus equipos, una nueva paleta de electrodos que llega a todos los nervios asociados con los movimientos de las piernas y el tronco, que probaron en tres voluntarios varones de entre 29 y 41 años.

El equipo combinó, además, esta tecnología con «un marco computacional personalizado, que permitió posicionar con precisión la paleta de electrodos para cada uno de los pacientes y personalizar los programas de estimulación de la actividad».

Un «enfoque optimizado» de estimulación de la médula espinal permitió restaurar en un solo día la capacidad de andar de manera independiente y otras actividades motoras, como pedalear y nadar, en los tres pacientes, que tienen parálisis completa en las piernas.

En esta ocasión, la clave ha sido «insertar un implante más largo y ancho, con electrodos colocados para hacerlos corresponder de forma precisa con las raíces nerviosas de la médula espinal que nos permiten acceder a las neuronas que controlan los músculos», ha explicado Bloch en una conferencia de prensa en la que ha mostrado el método y los resultados obtenidos.

Uno de los primeros en recibir este implante fue el paciente Michel Roccati, un italiano que hace cuatro años tuvo un accidente de moto y quedó completamente parapléjico, pero que ahora puede levantarse y caminar con un andador en el que tiene insertados dos pequeños controles remotos.

Una tablet envía las órdenes de estimulación a un marcapaso situado en el abdomen de Roccati y desde el cual se transmiten los estímulos al implante medular para que se levante.

En un vídeo facilitado por el EPFL se ve al paciente mostrando cómo funciona este sistema: una presión sobre el botón del lado derecho de su andador más su voluntad de activar sus músculos hacen posible que su pierna izquierda se flexione y luego se pose unos centímetros más adelante. Al activar el botón de la izquierda es la pierna derecha la que a su turno da un paso y así empieza a caminar. Este sistema le ha permitido también subir y bajar escaleras.

«Lo uso a diario durante un par de horas para caminar fuera y también en mi casa, así que ahora es parte de mi vida de cada día», ha relatado en la misma conferencia Roccati, quien ha dicho que su próximo objetivo, que espera alcanzar de aquí a pocos meses, es caminar un kilómetro por Lausana, ciudad en la que vive.

«La edad no excluye»

En la sesión de preguntas y respuestas de la conferencia de prensa organizada por ‘Nature’, Bloch explicó que las intervenciones a los pacientes que participaron en la investigación se hizo al menos un año después de sufrida la lesión, periodo en el que se considera que su situación es estable y se ha alcanzado un máximo en la recuperación.

De los datos recogidos hasta ahora se deduce que, cuanto más pronto se utiliza esta tecnología después de la lesión, mejores resultados pueden obtenerse, como señaló la cirujana de los Hospitales Universitarios de Lausana.

Comentó, asimismo, que la edad tiene una influencia en el resultado tras recibir el implante: «En general, un paciente más joven está en mejores condiciones y también está más motivado, pero hemos visto pacientes de hasta 50 años que han respondido bien, así que la edad es un factor que influye, pero no excluye».