FEB. 20 2022 - 00:00h Cáncer, cerremos la brecha de atención Xandra Romero El cáncer afecta a cualquier parte del cuerpo, siendo una de las principales causas de muerte en el mundo. Existen más de 100 tipos de cáncer y, curiosamente, entre el 30% y el 50% de ellos, podrían evitarse reduciendo los factores de riesgo, muchos de los cuales están relacionados con el estilo de vida. Sin embargo, desde hace dos años, con el surgimiento de la pandemia del covid-19 y el hecho de dar prioridad a necesidades de carácter urgente para reducir el riesgo de propagación del coronavirus, supuso un aplazamiento de los programas de prevención primaria (deshabituación al tabaco, vacuna del virus papiloma humano) y también se pospusieron los cribados (mama, colon - recto y cérvix), lo cual ha resultado en un descenso de la detección de cánceres asintomáticos. Asimismo, la irrupción de la telemedicina en atención primaria a consecuencia de la pandemia ha generado gran dificultad de evaluación de los signos y síntomas de sospecha de cáncer. Del mismo modo, debido a la escasa accesibilidad a pruebas complementarias, también se ha producido un descenso en el diagnóstico de los cánceres sintomáticos y, por último, en los pacientes oncológicos ha habido una disminución de las visitas y procesos diagnósticos de seguimiento, así como de los tratamientos. Un estudio que ha tenido en cuenta los registros de la historia clínica informatizada de atención primaria del Institut Català de la Salut, entre marzo y septiembre de 2020, estima una reducción de 8.700 casos nuevos, lo que representa un 34% menos de los cánceres esperados. Al evaluar los tipos específicos de diagnóstico de cáncer, la mayor reducción ha ocurrido en los cánceres de piel (melanomas y no melanomas) (43,7%), seguido del cáncer de próstata (33,3%), colorrectal (27,3%), pulmón (20%) y mama (17%). Por eso, este año, en el Día Mundial contra el Cáncer –el pasado 4 de febrero– el objetivo de la campaña, que se alargará hasta el 2024, es hacer un llamamiento a todos para impulsar y fortalecer las acciones destinadas a mejorar el acceso a una atención de calidad, incluidas la prevención, la detección temprana, el tratamiento y los cuidados paliativos. Así, los lemas de este año son ‘Cerrar la brecha de atención’ y ‘Por unos cuidados más justos’. En este punto, es importante recordar que el patrón de alimentación ha demostrado ser en ocasiones factor de riesgo y, en otros, factor de protección frente al cáncer. Un área donde las políticas sanitarias de prevención podrían abarcar mucho. Por otro lado, en muy pocos casos se realiza una adecuada valoración del estado nutricional dentro de la evaluación clínica del paciente oncológico. Dicho estado está íntimamente influenciado por el tipo de tumor, el estadio del mismo y el tipo de tratamiento pautado. Por eso es esencial la valoración nutricional desde el diagnóstico para poder prevenir el riesgo de desnutrición y aplicar el tratamiento dietético y/o nutricional adaptado a cada caso. Además, los pacientes y sobrevivientes de cáncer corren el riesgo de resultados clínicos deficientes debido a la ingesta nutricional deficiente después del diagnóstico de cáncer. Durante el tratamiento del cáncer, los efectos secundarios de los fármacos pueden afectar los patrones de alimentación y pueden provocar desnutrición, lo que resulta en una pérdida de masa muscular y una pérdida de peso excesiva. Después del tratamiento y durante la supervivencia, es esencial que los pacientes tengan una buena adhesión al tratamiento nutricional para sobrevivientes de cáncer, lo que puede afectar en la recurrencia y la supervivencia. Asimismo, la presencia de obesidad, que es muy frecuente en pacientes y sobrevivientes de cáncer, puede afectar los resultados clínicos durante el tratamiento al enmascarar la desnutrición y también es un factor de riesgo para la recurrencia del cáncer y una menor supervivencia en algunos tipos de cáncer. Por todo esto, y si el lema de este año es fomentar la prevención, la detección precoz y la atención sanitaria de calidad para todos, entonces, tener acceso a un dietista-nutricionista especializado en oncología dentro del equipo médico debería ser un derecho, al igual que lo es tener un oncólogo/a y otro personal sanitario.