GAIAK

Las consultas por trastornos alimentarios se disparan tras la pandemia en la CAV

Los datos de Osakidetza evidencia un aumento de las primeras consultas por trastornos de la conducta alimentaria (TCA), que se incrementaron un 62,8% el 2021, un 72,6% si se compara con los datos de 2019, previos a la pandemia.

Los dos síndromes más importantes son la anorexia y la bulimia nerviosas.

Las primeras consultas por trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se han disparado en la CAV desde que se desató la pandemia del covid en marzo de 2020 al crecer en 2021 un 62,8%. El incremento se dispara hasta el 72,6% si se compara con los datos de 2019.

La estadística de Osakidetza recoge que tras una leve bajada en las consultas relacionadas con TCA en 2018 (5.971) y 2019 (5.932), estas se incrementaron un 25% entre 2020 (6.955) y 2021 (8.757).

La evolución al alza de estas citas es más evidente cuando se analizan las primeras consultas que tienen los pacientes, que han ido subiendo paulatinamente y de forma moderada entre 2018 y 2020 (233, 249, 264, respectivamente), para dar un salto del 62,8% entre 2020 y 2021 al pasar de 264 a 430.

Los datos remitidos por la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, al Parlamento de Gasteiz, a los que ha tenido acceso Efe, ilustran las conclusiones del informe sobre salud mental durante la pandemia centrado en los adolescentes, presentado a finales del pasado año en la Cámara por la jefa de la sección de Siquiatría infanto-juvenil del Hospital de Basurto, Arantza Fernández.

La facultativa advirtió del «gran bum» de la anorexia nerviosa que provocó el confinamiento entre los más jóvenes en los países occidentales, una idea que confirman los datos relacionados con las primeras consultas en el área de Siquiatría de personas con TCA, sin clasificarlas por edades.

Se parte de un incremento del 2,5% entre 2018 y 2019 (de 130 a 158) para sufrir una bajada del 7,5% en 2020 (de 158 a 146) y experimentar una subida del 43,8% entre el año del confinamiento y 2021.

El total de citas en este área también siguió la misma línea, con un descenso del 3% durante los dos primeros años (de 5.004 a 4.849) y un crecimiento en los dos siguientes un 18,1% (de 4.848 a 5.729) y un 19,1% (de 5.729 a 6.825).

Las causas que se apuntan en el estudio sobre niños y jóvenes se centran en que, además del aislamiento de sus iguales que supuso el confinamiento, se trasladaron mensajes vinculados con el peligro de incrementar de peso y la necesidad de hacer ejercicio físico, lo que pudo llevar a los adolescentes más frágiles a canalizar su malestar a través de un excesivo autocontrol de la alimentación.

Ingresos en Siquiatría

Osakidetza no cuenta con unidades de hospitalización destinadas específicamente a estos pacientes, que aunque pueden requerir ser internados en planta por complicaciones de su enfermedad, son ingresados habitualmente en los servicios de Siquiatría, en los que según el Servicio Vasco de Salud no hay listas de espera.

En este sentido, el total de hospitalizaciones provocadas por estos trastornos ha tenido un repunte del 36,5% entre 2020 (263) y 2021 (359), que es más evidente si se compara el año previo al inicio de la pandemia con el pasado, al subir hasta el 56,7%.

En los ingresos, la mayoría han sido en áreas específicas de Siquiatría, que han ido aumentando progresivamente al pasar de 213 en 2018 a 216 en 2019, 241 en 2020 y el mayor incremento, del 34,2 %, se dio en 2021 cuando alcanzaron los 325.

Anorexia y bulimia

Además de trastornos menos específicos los dos síndromes más importantes son la anorexia y la bulimia nerviosas. Los pacientes, en su mayoría chicas, llegan al sistema de salud a través de la Atención Primaria, donde se hacen las primeras evaluaciones de los casos y se decide la estrategia más adecuada para su tratamiento, tras la cual se determina si se deriva no a los especialistas de salud mental.

Precisamente, son estos especialistas los que deciden si los pacientes van al programa específico de tratamiento de los TCA que Osakidetza puso en marcha en 1998 y cuyos resultados apuntan a que entre el 80 y el 90% de los tratados responde favorablemente de forma rápida o en el plazo de dos años y al menos la mitad se recupera totalmente.