AUG. 31 2022 - 06:20h Trastorno por atracón Xandra Romero Probablemente, siempre que uno escucha hablar sobre trastornos de la conducta alimentaria, lo primero que se le pasa por la cabeza es la imagen de una chica, joven y muy desnutrida que no come o vomita. Sin embargo, existen muchas otras alteraciones de la conducta alimentaria que conviene conocer, a fin de que puedan detectarse con rapidez. El trastorno alimentario más frecuente, que afecta casi en proporción igual a hombres y mujeres y que coexiste con psicopatología significativa, afección mental y física y deterioro de la vida, no es la anorexia ni la bulimia, sino el trastorno por atracón (TA); una condición caracterizada por episodios de ingesta compulsiva de forma recurrente. En cada episodio, el individuo ingiere una cantidad de comida muy superior a la que la mayoría de la población comería en el mismo tiempo y después experimenta un sentimiento de culpa y malestar, pero este no va seguido de conductas de purga o compensación para evitar el aumento de peso. En este sentido y en este punto, conviene aclarar qué es y qué no es un atracón, puesto que tenemos muy normalizado en nuestro vocabulario hacer referencia a un atracón para decir que hemos comido ‘demasiado’ o que hemos comido algo que consideramos ‘no suficientemente bueno’. En primer lugar, un atracón no es una sobreingesta alimentaria, definida como la tendencia a seguir comiendo aun después de haber saciado el hambre. Es decir, no es comer un postre cuando ya estamos llenísimos. Tampoco es creer que tenemos problemas para ‘controlar’ la comida porque pensamos todo el tiempo en comida, o tememos que si tenemos delante un alimento concreto, no seremos capaces de resistirnos. Puesto que si esta situación se da porque llevamos tiempo restringiendo la cantidad o tipos de alimentos o saltándonos alguna comida aun cuando tenemos hambre, a esto no se le llama ansiedad por la comida, probablemente sea necesidad de comida, o sea, hambre. Y estas dos situaciones son bien distintas a un atracón. Específicamente, un episodio de atracón se caracteriza por los dos hechos siguientes: 1. Ingestión, en un periodo determinado (p. ej., en un período de dos horas), de una cantidad de alimentos que es claramente superior a la que la mayoría de las personas ingerirían en un período similar en circunstancias parecidas. 2. Sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio (p. ej., no se puede dejar de comer o controlar lo que se ingiere o la cantidad de lo que se ingiere). Además, los episodios de atracones se asocian a tres (o más) de los siguientes hechos: 1. Comer mucho más rápidamente de lo normal. 2. Comer hasta sentirse desagradablemente lleno. 3. Comer grandes cantidades de alimentos cuando no se siente hambre físicamente. 4. Comer solo debido a la vergüenza que se siente por la cantidad que se ingiere. 5. Sentirse luego a disgusto con uno mismo, deprimido o muy avergonzado. En el TA, el desencadenante de atracón más fuerte que normalmente se da es un cambio repentino en los estados de ánimo. Los altos niveles de estrés se correlacionan positivamente con el número de episodios de atracón. Las personas con TA tienen más probabilidades de recurrir a la comida cuando algo sale mal en su vida porque la comida/comer puede ayudar a la persona a sobrellevar mejor la situación adversa. A pesar de su importancia, el TA no se diagnostica ni trata suficientemente y es que muchos pacientes que se presentan para el tratamiento de la obesidad tienen un trastorno de la conducta alimentaria. Sin embargo, si esta situación no es correctamente detectada y diagnosticada por el sanitario, el tratamiento usualmente se enfoca desde la dieta restrictiva, lo que exacerba el problema de los atracones. De modo que la recomendación es el consejo dietético individualizado para reducir significativamente el peso, mantener la pérdida de peso y manejar patologías asociadas, mientras se reajustan la percepción de las señales de apetito y saciedad, y reduce la alimentación como medio de regulación emocional.