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Interview
Maite Mendioroz
Directora de Navarra Biomed

«Nuestro reto es liberar sanitarios públicos para que investiguen más»

Se formó como médica en la Universidad de Navarra y se especializó como neuróloga clínica en el Hospital de Donostia. De ahí al Vall d’Hebron y el doctorado en la Autónoma de Barcelona. Completó su formación en la Universidad de Columbia, en Nueva York, como científica visitante. 

Maite Mendioroz, directora de Navarra Biomed. (Navarra BIOMED)

En septiembre de este año, Mendioroz (Iruñea, 1972) saltó de dirigir la unidad de Neuroepigenética de Navarra Biomed a tomar las riendas de esta sociedad que canaliza la investigación de los sanitarios públicos de Nafarroa. Lo logró, además, por mérito propio. El proceso de selección de las candidaturas fue abierto y competitivo, al que se presentaron 11 aspirantes de varias comunidades autónomas.

Navarra Biomed celebra su décimo aniversario... ¿haciendo qué? Buena parte de la población desconoce aún a qué se dedica esta sociedad.

Muchos ni saben dónde estamos o nos confunden con centros privados de investigación. Navarra Biomed está en un edificio dentro del Hospital Universitario de Navarra, junto al pabellón de radioterapia. Estar dentro del Complejo no fue una decisión gratuita ni fortuita. Quisimos crear una unión real de hospital, centro de investigación y universidad. La ubicación me parece fundamental para generar nuevo conocimiento y que este se traslade a la asistencia clínica. Somos un centro público de investigación biomédica que impulsó el Departamento de Salud de Navarra. Nuestra misión es precisamente esa: promover, facilitar y realizar investigación que mejore la calidad de la sanidad pública.

Con universidad, se refiere a la pública, a la UPNA. Por seguir con las aclaraciones.

Eso es, desde el año 2016 somos un centro mixto en combinación con la Universidad Pública de Navarra, con la UPNA. Este carácter mixto ha sido muy enriquecedor. Las disciplinas que aportó la UPNA eran muy diferentes a las que teníamos inicialmente en el centro, que estaba más centrado en lo puramente sanitario. Me refiero, por ejemplo, a la inteligencia artificial, el álgebra, las matemáticas...

En este tiempo se ha abierto la Facultad de Medicina dentro de la UPNA. Hasta la legislatura pasada, solo existía posibilidad de formar médicos en lo privado. ¿Ha esto un salto hacia adelante en la tarea investigadora?

Navarra Biomed se desarrolló con mucha solidez hasta el 2016. Contaba con diez unidades propias bastante potentes. La unión de la UPNA ese año aportó variedad, pero el efecto del Grado de Medicina no se ha notado apenas. Ten en cuenta que todavía se está construyendo el edificio que albergará la Facultad. Se están impartiendo diferentes cursos del Grado de Medicina, pero todavía a nivel de investigación no nos ha llegado ese impacto. Creo que va a tener mucha repercusión y pienso que será más enriquecedor todavía que lo anterior, gracias a toda esa actividad docente que traerá más investigación y nuevos campos. La unión con Navarra Biomed y la Facultad a ser otro gran paso adelante.

«La unión con Navarra Biomed y la Facultad de Medicina de la UPNA a ser otro gran paso adelante»

¿Cuál es la estructura actual de Navarra Biomed?

El centro se compone de 20 unidades de investigación y seis servicios científicos técnicos. En total, somos 40 investigadoras e investigadores. Indagamos en enfermedades neurodegenerativas, cardíacas, el cáncer, inmunología, técnicas punteras de endoscopia digestiva..., pero también sobre los beneficios de la actividad física en la infancia, la inteligencia artificial o la medicina genómica y de precisión. Como se ve, no somos un centro temático.

Más allá de esto, a través de la Fundación Miguel Servet, ayudamos a promover la investigación de más de 250 sanitarios de Osasunbidea que no están físicamente en el edificio, pero a los que damos apoyo. Incluyo aquí a profesionales de centros públicos fuera de Complejo, como el hospital Reina Sofía Tudela o el García Orcoyen de Estella.

Más que apoyo para sus investigaciones, la demanda histórica de los profesionales de Osasunbidea es de disponer de tiempo para investigar.

Ese es uno de los grandes retos que tenemos: cómo liberar al personal sanitario para poder realizar tareas de investigación. ¿Qué es lo que pasa ahora? La actividad sanitaria se dice que se compone de tres patas: la actividad propiamente asistencial clínica, la docencia y la investigación. ¿Cuál es la realidad? Tal como está estructurado el sistema público, la actividad asistencial se lo come todo. No tienes tiempo de hacer investigación y de hacer docencia dentro de tu actividad habitual. Existe actualmente una figura que es el intensificado para investigación, pero hay muy pocas personas que tienen esta oportunidad. Tenemos que promover que el personal público investigue. Y no solamente los médicos, también el personal de Enfermería.

¿Y cómo conseguirlo?

Ilusión, cerebro y ganas hay en los trabajadores. La formación se puede obtener. Como apuntaba, lo que necesitamos es tiempo para investigar y es uno de los objetivos que tenemos actualmente. Queremos promover estas actividades de intensificación.

Le confieso que soy profano en la materia. ¿Qué es un intensificado?

Una persona con liberación de jornada para hacer investigación. Trabaja parte del tiempo asistiendo y, otra parte, investigando. Puede ser 50% para cada cosa, por ejemplo. Si existe financiación para la intensificación, se puede contratar a alguien para que cubra ese 50% de la jornada asistencial que ese profesional no está cubriendo. No es conceder una reducción de jornada para que investigue, esto tiene que quedar claro. No es algo análogo a la conciliación familiar. El profesional trabaja su jornada completa, pero parte de su trabajo es investigar.

¿De estos años, destacaría algún descubrimiento de esta sociedad pública?

Me pones en un compromiso, la verdad. Trabajamos temáticas demasiado diferentes como para valorar el trabajo de unos compañeros por encima del de otros. ¿Es necesario que le responda?

Para nada. Es más, creo que me ha dado una muy buena respuesta. Y un buen pie para pasar dar un giro a la entrevista. Usted no es una gerente al uso. No sabe de números, sino que es una neuróloga de prestigio que ahora maneja un equipo muy grande e interdisciplinar. ¿Ha sido fácil llegar hasta aquí?

Lo cierto es que no. Lo he conseguido gracias a una gran ayuda que ha sido mi familia, mi pareja. Tener una pareja concienciada totalmente de la corresponsabilidad de la crianza y a la hora del desarrollo de las tareas en el hogar. Esa ha sido mi suerte inmensa.

«Cuando me preguntan a veces por el techo de cristal, no puedo evitar pensar en el suelo pegajoso»

¿A qué se ha tenido que enfrentar, por qué ha necesitado tanta ayuda?

Machismos y micromachismos hay muchos. Cuando me preguntan a veces por el techo de cristal, no puedo evitar pensar en el suelo pegajoso. Lo interesante no está en las mujeres que llegamos a dirigir una cosa por otra, sino en el grueso de la población, en el grueso de mujeres capaces, que no puede despegarse de los niveles más bajos. Porque el verdadero problema la iguadad y el reparto de tareas.
En el ámbito científico, sí que tienes que demostrar más, luchar un poco más. Esas dificultades las he tenido. El de la ciencia es un mundo muy masculino y, más en particular, la dirección. Como mayoritariamente ha habido hombres al cargo, el tipo de liderazgo al que nos acostumbraron ha sido muy masculino. Ahí las mujeres nos encontramos con otra dificultad.

¿Qué diferencias al liderazgo femenino y al masculino?

Hay hombres que tienen el tipo de liderazgo más femenino y viceversa. Es así. Yo creo en un liderazgo femenino, y es un poco más diferente al que han ejercido tradicionalmente los hombres. Es más horizontal, no están vertical, busca ser más colaborativo. Y cuando intentas este tipo de acercamientos, te encuentras que el contexto en el que te tienes que desenvolver cambia. Y ahí te encuentras resistencias. Quizá el adjetivo «masculino» no sea el mejor para definir cómo se funcionaba, igual les podríamos llamar liderazgos más del siglo XX.