MAR. 15 2023 - 20:00h Fecha de caducidad de alimentos; algo va a cambiar La Unión Europea ha propuesto en las etiquetas de alimentos se añada la frase «A menudo, bueno más allá de…», a la que seguirá el día correspondiente. El objetivo es claro: reducir los alimentos desperdiciados. Pero, ¿va a ser realmente útil esta fórmula lingüística? La caducidad de los alimentos, una cuestión difícil pero imprescindible de abordar. (Getty) Alessandro Ruta La fecha de caducidad ya tiene… su fecha de caducidad. Mejor dicho, tendrá un «amiguete» a su lado para ampliar el plazo de consumo de algunos alimentos. Es una decisión de la Unión Europea, que sigue en su batalla contra los desperdicios alimentarios, con el objetivo de reducir a la mitad las actuales 1.300 millones de toneladas que cada año se tiran a la basura. La fuente es una encuesta de la FAO, la organización de la ONU que se ocupa de la agricultura y la alimentación. Eso es muchísimo. Sí, 1.300 millones de toneladas de comida, a veces descartada porque ha caducado desde poco tiempo, según lo que aparezca escritos en los envases, claro está. «A consumir preferentemente»; en cuantas ocasiones hemos encontrado esta frase, junto a la fecha de caducidad de un producto. Pues bien, la Unión Europea ha decidido ahora que junto a esta expresión se añada otra, probablemente, más eficaz: «A menudo bueno después del…» y el día del año.Cuestión de estrategias El objetivo es llegar a 2030 con la mitad de los desperdicios alimentarios actuales. Una misión realmente épica para la Unión Europea, cuya batalla contra este problema tan grave es muy meritoria. Ojalá pueda ganarla, pero esta fórmula de las etiquetas ¿es una manera de alargar la vida de los alimentos o de dar informaciones más claras y más precisas a la ciudadanía? A todas luces se trata básicamente de dar claridad y acabar por confirmar algo que realmente ya se sabía, es decir, que la fecha de caducidad de una comida o de una bebida no significa su data de «muerte». Todos sabemos que si abrimos un yogur ya oficialmente caducado desde, por ejemplo, hace un par de días no nos pasará nada. Otra cosa es empezar algo, dejarlo allí olvidado y acabarlo cuando ya esté caducado: ahí ya no caben fechas ni etiquetas, y hay que echarlo en la gran mayoría de los casos (y desafortunadamente) a la basura. En Reino Unido, algunas cadenas han decidido directamente quitar las etiquetas y dejar a los clientes libre criterio. Una fórmula «calvinista» frente a la más «paternalista» de la UE En Reino Unido esto no pasa por una simple razón: allí muchos alimentos frescos como fruta y verdura en algunas cadenas de supermercados no tienen etiqueta con fecha de caducidad. Se trata de una decisión probablemente extrema, cuyo objetivo quizás sea quitar un poco de presión a los consumidores. «Al eliminar las fechas de vencimiento de nuestros productos, queremos que nuestros clientes usen su criterio para decidir si un producto sigue siendo bueno para ingerir o no, lo que a su vez aumentará las posibilidades de que se consuma y no se deseche», fueron el pasado verano las palabras de Marija Rompani, directora de sostenibilidad y ética de una de estas cadenas, cuando se lanzó la iniciativa. Es otro tipo de actitud, realmente. Más «calvinista», en la medida en que deja a los clientes la responsabilidad de sus comportamientos en casa, frente a la más «paternalista» de la Unión Europea, con su intento de explicar paso a paso al consumidor qué tiene que hacer. Se ha optado, por tanto, por una medida lingüística. No se va a quitar la fecha de caducidad, como algunas fake news han expuesto en los últimos días: simplemente se va a añadir una etiqueta con otro día, más tardío, tipo límite máximo para el consumo, y dejando caer además que «a menudo», aunque no siempre, aquella comida o bebida seguirá estando buena. Pero ¿«buena» o solo apta? ¿Y quién lo debería garantizar? ¿Habrá una especie de control de calidad? Y después de esa segunda cita con la caducidad, ¿habrá que consumir el producto o dejarlo definitivamente para la basura? Sin olvidar otro detalle que no es menor: que cada idioma de la Unión Europea puede cambiar el concepto de aquel «a menudo», recurriendo a otras expresiones quizás más contundentes, del tipo «Venga, tranquilos, chaval*s, a seguir comiendo». Si la batalla para evitar las cantidades exageradas de desperdicios alimentarios definitivamente va a ser lingüística, tendría que enfocarse más.