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40 años de ‘Synchronicity’, la joya musical de Police que certificó su final

El quinto disco de Police, ‘Synchronicity’, fue su mayor logro creativo, una obra maestra que también certificó su ruptura. La sincronía creativa se antepuso a su nula sincronía personal y fruto de ello es un repertorio como ‘Every breath you take’, ‘King of Pain’ o ‘Wrapped around your finger’.


En setiembre de 1983, Sting ofreció una entrevista a la revista ‘Rolling Stone’ en un hotel en Los Angeles, ciudad donde había estado supervisando los detalles finales del que sería el último disco de The Police, ‘Synchronicity’.

Tres meses antes, el 1 de junio, había salido al mercado este álbum que fue catalogado de inmediato y de manera casi unánime como el trabajo más oscuro de la banda británica. En dicho encuentro con el medio estadounidense, Sting confesó que la grabación del disco se había desarrollado en un clima tenso y muy complejo: «Hago mi mejor trabajo cuando siento dolor y confusión».

‘Synchronicity’ supuso el quinto y último álbum de estudio de The Police y se convirtió en el más escuchado de su carrera, gracias al éxito comercial de sus singles, casi todos provenientes de una Cara B pletórica que incluía ‘Every breath you take’, ‘King of Pain’, ‘Wrapped around your finger’ y ‘Tea in the Sahara’, entre otros.

Un polvorín humano y un alto grado de comunión compositiva

El disco fue grabado a lo largo de seis intensas semanas en la isla caribeña de Montserrat, al igual que hicieron con su anterior ‘Ghost in the Machine’, también producido por la banda junto a Hugh Padgham, el cual reveló que «me encontré un clima extremo en aquellas sesiones. Siempre trataba de mantener la paz e intentando afirmar mi autoridad en la sesión. Pero cuando tienes a tres muchachos que han estado juntos día y noche durante cinco o seis años y se han convertido en la banda más grande del mundo, es difícil. Si se hubiese producido una pelea, yo les habría dicho: ‘Vamos, muchachos, hagámoslo todos juntos’, y estoy seguro que su respuesta hubiese sido que me fuera a la mierda».

En realidad si hubo una pelea entre Sting y el batería y compositor Stewart Copeland, una secuencia que certificaba el alto grado de antagonismo que ambos compartían y que se había acrecentado de manera notoria desde el anterior ‘Ghost in the Machine’.

De esta forma, el ambiente se transformó en algo altamente tóxico y provocó que a esta disputa se sumara el constante desencuentro entre el guitarrista Andy Summers y un Sting que había asumido con excesiva libertad un liderazgo que provocó que muchas veces no viera con buenos ojos las aportaciones creativas de sus compañeros.

En cierta ocasión Copeland dijo sobre esta situación tensa que se instaló en las sesiones de grabación que que «lo odiábamos. No odiábamos la música, todos estábamos de parte de la música, pero la experiencia de hacerla resultó muy dolorosa para todos».

Para que aquello no reventara como un polvorín, Hugh Padgham optó por grabar a los tres músicos por separado. Stewart Copeland instaló su batería en el comedor del estudio, Sting se colocó en la sala donde se encontraba la mesa de grabación y las guitarras de Andy Summers dentro del propio estudio. Pero ello no evitó los desencuentros que compartieron en aquellos días convulsos. Ejemplo de ello fue que Copeland se refería a Sting como ‘Mozart’, porque «él estaba convencido de que lo era».

Conceptualmente, la inspiración de ‘Synchronicity’ fue impuesta por Sting y centrada en sus dos lecturas favoritas: ‘The Roots of Coincidence’, de Arthur Koestler, y ‘Synchronicity’, Carl Jung.

El álbum marcó una significativa reducción en las influencias del reggae que eran una parte fundamental de los primeros cuatro discos de la banda, ofreciendo en cambio texturas con mucha producción y un enorme uso de los sintetizadores que, a veces, condujeron a canciones enteras (‘Synchronicity I’, ‘Wrapped Around Your Finger’).

La influencia de la world music también se advirtió en canciones como ‘Tea in the Sahara’, ‘King of pain’ y ‘Walking in Your Footsteps’.

A pesar de la constante sensación de naufragio que conllevó su grabación, ‘Synchronicity’ se convirtió en la obra maestra Police.

Su talento compositivo y su calidad y variedad musical fue fruto de la complicidad creativa que compartieron un Sting marcado por varios desencantos personales y que supo sacar provecho de dicho estado emocional a través de unos temas que lograron una gran sintonía con el público, un Copeland que volvió a recordarnos que es, sin duda, uno de los mejores y más versátiles baterías y percusionistas de la historia, y un Summers que aportó con sus guitarras el grado oportuno que calidez, elegancia y ritmo que requería cada tema.