JUL. 23 2023 - 00:00h La calidad asistencial en sanidad, cuestión política La importancia de la calidad asistencial sanitaria y de los recursos necesarios para que esta se desarrolle en condiciones está siendo uno de los centros de debate más importante de los últimos tiempos. Se necesitan medios materiales, y también profesionales cualificados y empáticos. Xandra Romero Apesar de llegar justo a la fecha de la cita electoral, quizá convenga repasar qué implica o, más bien, qué debería implicar el hecho de recibir una asistencia sanitaria digna, que es, al fin y al cabo, lo que determina si estamos o no recibiendo un servicio sanitario de calidad. La calidad asistencial es, según la Organización Mundial de la Salud, «aquella que identifica las necesidades de salud (educativas, preventivas, protectoras y de mantenimiento) de los individuos o de la población de una forma total y precisa, y destina los recursos necesarios (humanos y otros) a estas necesidades de manera oportuna y efectiva». Y es que, cuando somos atendidos por un profesional sanitario, todos tenemos claro, o deberíamos tenerlo, que lo que necesitamos es que nos cuiden, nos atiendan amable y eficazmente y solventen, en la medida de lo posible, nuestro problema de salud de una forma adecuada a nuestras necesidades. En términos teóricos, estas explicaciones están muy bien pero, he aquí una reflexión: cuando somos los pacientes o los familiares de los pacientes, quizá haya cosas que pongamos más en valor que otras. Pongamos que hablamos de algo que nos es desconocido, bien sea una patología o un proceso ‘menor’, pero todo lo que nos es ajeno y pone en jaque nuestra salud, nos asusta y desestabiliza; además, puede que no solo estemos enfrentando una situación de enfermedad… quizá estemos pasando un duelo, un problema económico, sentimental o laboral que incrementa nuestro nivel de malestar. Por ello, ¿necesitamos acceso a la asistencia? Sí. ¿Medios materiales? Sí. ¿Un profesional cualificado, debidamente actualizado y empático (se da por hecho)? También. Pero, sobre todo, necesitamos profesionales con tiempo para escucharnos (algo que muchas veces da más información que una analítica, por cierto), para entendernos, para explicarnos y que nos hagan sentir en confianza para que, aquel tratamiento, procedimiento o intervención que nos propongan, no tengamos que hacerla saltando al vacío con los ojos cerrados. Y, más importante aún, para que podamos responsabilizarnos adecuadamente de seguir las indicaciones necesarias posteriores, lo que garantiza el éxito de cualquier procedimiento o tratamiento. Y para lograr esto, intervienen las políticas y recursos que los gobiernos destinan a educación, sanidad pública (por la accesibilidad), investigación, en materia de derechos y garantías laborales y un largo etc. Así pues, la calidad de nuestra sanidad es un tema político.