OCT. 05 2023 - 05:39h Chemsex o dopaje sexual, un problema de salud pública a abordar en Nafarroa El chemsex, el consumo de drogas ligado a prácticas sexuales principalmente entre hombres durante horas o días, sigue siendo un fenómeno oculto en Nafarroa. Sin embargo, expertos afirman que comienza a ser un problema de salud pública y que hay que abordarlo desde el ámbito comunitario. Jornada sobre Chemsex organizada por la Asociación Sare en colaboración con Fenix Asociación y Ehgam Nafarroa en Iruñea. (Idoia ZABALETA | FOKU) Aitor Agirrezabal Iruñea «El primer paso ante un problema es conocerlo. Lo estamos dando». La frase la pronunció Carlos Ibero, médico de enfermedades infecciosas del Hospital Universitario de Nafarroa durante la jornada sobre Chemsex organizada por la Asociación Sare en colaboración con Fenix Asociación y Ehgam Nafarroa este miércoles en el edificio de las Salesas de la Mancomunidad de Iruñerria. Y es que hablamos de algo todavía desconocido, oculto. El chemsex, de forma simple, es el dopaje sexual. El consumo intencionado de sustancias para poder tener sexo entre hombres gais, hombres solos frente a una pantalla, bisexuales y otros hombres que tienes relaciones con hombres durante un largo periodo de tiempo, horas e incluso días. Sin embargo, va mucho más allá, con causalidades, riesgos y estigmas propios. El uso de drogas relacionadas a las prácticas sexuales no es algo exclusivo de la comunidad gay ni de la actualidad. El fenómeno del chemsex, sin embargo, se observa ahora y en este colectivo, donde el consumo es cinco veces superior a la población general. Es incluso más destacado entre personas infectadas con VIH y donde destacan sustancias como el popper, la viagra, el GHB o la metanfetamina como las más usadas. Estas son, también, las características de esta práctica en Nafarroa. Las asociaciones ponentes presentaron algunos datos de un estudio realizado con 67 usuarios de chemsex en el herrialde. El 80% de ellos, mayor de 30 años. Y un 8%, mayor de 60. El 70% de estas personas reconoció buscar «la desinhibición o la euforia» al tomar sustancias para practicar sexo, con un 40% señalando también «la prolongación o el aumento del placer». Además, un 46% relató un «bajón emocional» tras estas prácticas. Del mismo modo, destacaron frases como «dar de comer al mono», «llenar un vacío» o «consumo drogas y cuerpos» como algunas de las frases recogidas. Sobre esa serie de ideas participó la psicóloga de Proyecto Hombre Andrea Carrillo, que habló de los riesgos de combinar las drogas y el sexo. «Es un doble placer, pero el cerebro se acostumbra a ese doble refuerzo y se convierte tolerante al placer. A partir de ahí solo el sexo le va a parecer poco y siempre va a querer más». Además, corre el riesgo de que el sexo siga los pasos de la droga y se convierta en un recurso de evasión. «Mi cerebro cuando haya sexo me va a pedir consumo, y viceversa». Un problema de salud pública El doctor Ibero afirmó que en Nafarroa «hay más de lo que parece» y aseguró que «entre el 30 y el 40%» de los pacientes que pasan por su consulta «reconocen» ser practicantes de chemsex. Al ser este el porcentaje de quienes lo reconocen, Ibero cree que «la cifra real será mayor». Tanto Ibero como el doctor Juan Indurain, de la consulta de infecciones del Hospital Universitario de Nafarroa, coincidieron al afirmar que las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) suponen «un problema de salud pública». «El chemsex aumenta la incidencia», apuntó Indurain. Si bien es cierto que cada vez se realizan más pruebas, lo que también podría señalar que la sociedad está más concienciada. En 2012, se tomaron 1.052 muestras. Esa cifra ascendió en 2022 a 13.097, con una tasa de positividad siembre entre el 10 y el 15%. Esto también está teniendo su repercusión en un repunte del VIH, con 1.200 casos diagnosticados en Nafarroa, mientras que se considera que otras 200 personas podrían estar sin detectar. Ibero defiende que «hay que darle visibilidad con tacto, sin caer en el morbo ni la culpabilización». Para ello apuesta por «fidelizar al usuario de chemsex, que tenga un referente en el sistema de Salud». Ya que, tal y como añadió Indurain, «es muy difícil abordar en una consulta» debido al tiempo limitado, la desconfianza y el miedo del paciente. Décadas de cambios en la comunidad LGTBI Luis Villegas, miembro de la organización Stop Sida de Barcelona, trató de acercar un concepto todavía desconocido para buena parte de la sociedad. Un fenómeno «complejo, con muchas aristas y global», a pesar de tener siempre «matices locales». Las primeras dos décadas del siglo XXI han sido una época de grandes cambios para la comunidad LGTBI+. La «normalización», el matrimonio con personas del mismo sexo, cambios en dinámicas de ocio o la aparición de webs de contactos y apps han tenido un «impacto para vivir la homosexualidad de una forma mucho más abierta». Se ha liberado incluso parte del estigma todavía existente sobre el VIH al poder tener relaciones sexuales sin transmitir, con avances en los tratamientos. «La última línea roja» El chemsex no escapa a la realidad social y las masculinidades tienen gran influencia en las relaciones que se generan a través de estas prácticas. «Un hombre, cuanto más sexo tiene, más hombre es», explicó Villegas, que subrayó que «el hombre deseado es aquel que se acerca más al modelo de hombre heteronormativo y patriarcal. Los hombres, cuanto más riesgos toman, más hombres». Ciertos atributos físicos, aguantar más mientras practicas sexo o ser dominante no escapan a los códigos de estas relaciones. Y el consumo de ciertas drogas ayuda a ello. «Lo contrario de ser hombre no es ser mujer, es ser maricón». De esta forma, con el consumo de drogas aparecen nuevas prácticas sexuales asociadas a estas como el «Booty pump», que es consumir generalmente metanfetamina vía anal, o la penetración anal con sustancias en el pene. Sin embargo, Villegas destacó el «slam» o las inyecciones, como el principal riesgo para la salud física y mental. «Es una práctica muy estigmatizada y ha generado una subcultura dentro del chemsex». Tanto que es conocido como «la última línea roja». Para ofrecer una respuesta adecuada a este fenómeno que está en pleno auge, Villegas considera indispensable «cooperar» con el sistema de salud y formar sanitarios. De hecho, la jornada la abrió Antonio López Andrés, nuevo director general de Salud de Nafarroa, que remarcó la necesidad de «abordarlo desde el ámbito comunitario» y destacó que «ya es una realidad» también en el herrialde.