JAN. 17 2024 - 12:39h Pompeya excava en las cenizas para «entrar en contacto directo en el Imperio Romano» Una panadería-prisión y un altar para sacrificios en una lujosa ‘domus’ en construcción son algunos de los últimos hallazgos surgidos en Pompeya, la ciudad de sur de Italia devastada por el Vesubio en el año 79 y que excava en la ceniza para «entrar en contacto directo con el Imperio Romano». Una de las zonas en las que se divide el Parque Arqueológico. (Getty) NAIZ «Estamos descubriendo la vida cotidiana del Imperio Romano», ha manifestado Raffaello Martinelli, el director de la excavación de la Regio IX, uno de los nueve barrios en los que se divide el Parque Arqueológico y que forma parte del cerca del 20% de Pompeya que sigue sepultada bajo 5 metros de sedimentos acumulados durante casi 2.000 años. Ha hecho estas declaraciones tras los últimos hallazgos en el lugar. Esa «vida cotidiana» en una ciudad maldita para unos y asombrosa para otros es la que, gracias a la catástrofe, se «congeló» drásticamente, lo que permite ahora a los arqueólogos conocer de primera mano qué hacían sus habitantes e incluso saber quién era el propietario de la vivienda. «Tenemos la fortuna de poder entrar en contacto directo con el Imperio Romano, en medio no ha habido otra Historia. No existen Rafael y Miguel Ángel (pintores del Renacimiento). Está solo el Imperio Romano y nosotros», añade Martinelli en el interior de la ínsula 10 de la Regio IX en la que se comenzó a excavar en enero de 2023. En esta ínsula los arqueólogos descubrieron una casa de lujo que estaba aún en construcción cuando se produjo la catástrofe y que en su interior, lleno de frescos, contenía una panadería en la que vivían encerrados tres esclavos, y un altar doméstico donde se hacían sacrificios. Las tejas apiladas en el suelo junto a una pared con números romanos –que indican la cantidad de materiales utilizados por los trabajadores– revelan que esta vivienda de gran tamaño estaba siendo construida para una familia adinerada, tesis que se refuerza con la cantidad de frescos con distintos motivos que decoran sus paredes. En uno de ellos se puede ver un plato amplio con alimentos que recuerda a una pizza, aunque los investigadores del Parque Arqueológico insistieron en que, pese al parecido, no hay relación histórica entre el dibujo y uno de los alimentos insignia de Italia. Leer el terreno «página a página» Para llevar a cabo estos descubrimientos, los arqueólogos deben «leer el terreno página a página» para «encontrar la información que los hombres del pasado dejaron en cada estrato de tierra», hecho que es el que realmente «complica las excavaciones», explica el director. Así es como lograron sacar a la luz uno de los hallazgos más sorprendentes de esta gran casa: una panadería donde trabajaban esclavos y animales codo con codo y que hacía las veces de ‘prisión’ para estas personas, ya que, según los arqueólogos, no tenían la opción de salir de ahí. En este pequeño habitáculo, donde perecieron tras la catástrofe dos mujeres y un niño y que no disponía de salida al exterior, se encontró un gran horno, además de un mecanismo que un burro y un esclavo ponían en marcha juntos para moler el grano que después se convertía en pan. La investigación de los estratos de tierra paso a paso permitió encontrar tanto restos de los prisioneros como la piedra del propio molino. «Eso es lo que hace complicada una excavación (...) leer la información», asegura. El último sacrificio antes de la masacre Las excavaciones en la ínsula 10 de la Regio IX revelan, además, la existencia de un pequeño altar, el lararium donde se hacían sacrificios, el último de ellos, «poco antes de la catástrofe», explica el director del Parque Arqueológico, Gabriel Zuchtriegel. Y junto al altar se halló una inscripción que invitaba a votar al dueño de la casa, Aulus Rustius Verus, para ocupar el cargo de duunvrio, el más importante en la ciudad: una plegaria para que los dioses intercedieran en su elección, según dedujeron los arqueólogos tras encontrar las siglas ORV, que responden al equivalente de «rezo por ti». Los sacrificios consistían en la quema de frutos consumidos en esta época, como dátiles e higos, unidos a huesos de otros frutos que hacían las veces de combustible. Todos estos recientes descubrimientos demuestran que en Pompeya aún queda mucho por descubrir. «Podemos encontrar mesas con los manteles puestos o cocinas con la comida en los fuegos», afirma Martinelli con un indisimulado entusiasmo que presagia que es solo cuestión de tiempo que salgan a la luz nuevas estructuras que mostrarán que excavar en Pompeya es «tocar» el Imperio Romano.