FEB. 20 2024 - 08:44h En Florencia, el turismo de masas engulle lentamente a los artesanos Florencia corre el riesgo de perder la esencia de su alma. De eso se quejan los artesanos que a duras penas aún conservan en sus talleres habilidades y tradiciones heredadas. Muchos de ellos temen que a ellos también los devoren los grandes hoteles, negocios de comida y apartamentos turísticos. Florencia siempre está repleta de turistas. (ALBERTO PIZZOLI | AFP) NAIZ Tommaso Pestelli, orfebre florentino, fue expulsado de su taller para convertir su espacio de trabajo en un hotel de lujo. Es una víctima más del turismo de masas que está poniendo en riesgo el alma de la ciudad toscana. Cada vez son más quienes exigen que se adopten medidas urgentes para proteger el centro de la ciudad, pero las protestas y llamamientos se intensificaron el mes pasado después de las impactantes declaraciones del director alemán de la prestigiosa Galleria dell'Accademia en las que se lamentaba de que Florencia se había convertido en «una prostituta». Alrededor de 1,5 millones de turistas visitaron esta joya de arte y arquitectura durante los meses de verano del año pasado, un 6,6% más que el año anterior. Sin embargo, paralelamente, tiendas y apartamentos se están convirtiendo en restaurantes de «comida rápida» y Airbnbs. «Estamos abiertos desde 1908. Si desaparecemos nosotros y muchos otros como nosotros, le quitaremos parte del alma a la ciudad», comenta, indignado, Tommaso Pestelli, cuyo padre, abuelo y bisabuelo fueron orfebres antes que él. El, a sus 55 años, logró encontrar otro pequeño taller cercano, pero muchos otros artesanos no tuvieron tanta suerte. «Una caja vacía» El costo medio del alquiler residencial aumentó un 42% entre 2016 y 2023, mientras que el número de apartamentos incluidos en Airbnb aumentó de 6.000 a 15.000, según cifras oficiales. Incluso en febrero, los turistas hacen cola frente a la catedral y se agolpan alrededor del David de Miguel Ángel. Con la expulsión de los residentes y la desaparición de los comercios tradicionales, «Florencia se está convirtiendo en una caja vacía», advierte Pestelli. Para Elena Bellini, que vende obras de artistas locales, la escasez de residentes no sólo está acabando lentamente con la vida del barrio, sino que también conduce a un aumento de los robos. Avanzamos unos metros y en el escaparate de una joyería podemos leer: «¡Florencia se está muriendo!». Airbnb prohibido La capital toscana no está sola en este caso. Venecia y otros destinos populares como Cinque Terre, en el noroeste del país, también han visto a sus residentes expulsados por alquileres astronómicos, la invasión de sitios turísticos y tiendas de souvenirs. Mientras Venecia está experimentando con un sistema de venta de entradas, donde los visitantes de un día tendrán que pagar una entrada en temporada alta, el Ayuntamiento de Florencia ha lanzado una campaña para alejar a los turistas del centro. La gente busca cada vez más «rutas basadas en experiencias» y el municipio busca promover otros puntos de interés histórico y artístico, vinculados al descubrimiento de la naturaleza y a la gastronomía, explica Alessia Bettini, teniente de alcalde. El número de visitantes a los pueblos, castillos y abadías de los alrededores aumentó un 4,5% en enero, mientras que el número de excursionistas que se aventuran por el Camino de los Dioses, que cruza los Apeninos hasta Bolonia, aumentó un 22% el año pasado. Liberación de viviendas para los locales El Ayuntamiento también intentó liberar viviendas para la población local y evitar un nuevo aumento de los alquileres prohibiendo nuevos pisos privados de vacaciones a corto plazo en el centro histórico. La medida, aprobada en octubre, también ofrece exenciones fiscales para los propietarios que vuelvan a contratos de arrendamiento regulares. A pesar de la prohibición, una decena de artesanos están en proceso de ser desalojados de sus talleres ubicados en un edificio cerca del Ponte Vecchio, en el marco de un proyecto de desarrollo turístico. «La tradición florentina de la orfebrería está desapareciendo rápidamente», lamenta Tommaso Pestelli. A unas cuadras de distancia, Gabriele Maselli, presidente de la Asociación de Negocios Históricos de Florencia, pinta a mano un marco dorado, con hileras de botes y polvos de colores brillantes alineados en los estantes colocados detrás de él. Un gran crucifijo cuelga de una pared, cerca de la cual un restaurador trabaja para devolverle el brillo a una pintura dañada. «La gente viene a Florencia en busca de productos de calidad, hechos a mano con mucho cuidado», explica Maselli. «Si una empresa se ve obligada a cerrar, toda la cadena de producción se ve afectada. Un mundo entero cierra, desaparece para siempre».