GAIAK
Interview
Nikola Goñi
Vocalista y batería de Samoah

«Trabajar la voz es un camino casi espiritual»

‘Beat of living’ es el título del segundo trabajo de Samoah, un proyecto único, caracterizado por un eclecticismo desbordado en el que no existe ningún tipo de límite sonoro, siempre en busca del disfrute y el divertimento. Este viernes 28 (21.00) se podrá comprobar en vivo en el Azkena bilbaino.

Nikola Goñi (izquierda) es batería y voz de este proyecto musical único. (Fotografía cedida por NIKOLA GOÑI)

Cuéntenos cómo pone en marcha este proyecto, ya hace unos cinco años.

Samoah empieza por las ganas que tenía de hacer algo que no había escuchado o, por lo menos, que no encontraba en la música actual, cuando me metía en Spotify para encontrar nuevas propuestas. Lo que quería era buscar la sensación de groove y de ‘bailoteo’… música de fusión con un poco de jazz; y es una idea que, al final, está resultando bastante efectiva, porque la gente está notando que Samoah tiene como un estilo propio. Así que me he ido animando y, de momento, tenemos estos dos discos editados.

¿Y a la hora de buscar ese sonido diferente, tenía algún referente que le marcara, por lo menos, un camino inicial?

Sí, mi gran influencia siempre ha sido Michael Jackson, y eso es algo innegable. Yo tenía la sensación de que me hacía falta algo de eso, pero, de alguna forma, más actualizado con sonidos actuales. Ese era el punto de partida, e indagando, al final ha ido saliendo una mezcla de un montón de cosas y de estilos, que yo he trabajado como profesional y que, como es lógico, se me han ido quedando en la memoria musical, y que es lo que me ha hecho a mí como músico.

«Yo creo que la música es algo que está vivo, y bajo mi humilde opinión, hay que hacer caso a lo que te está pidiendo el corazón en cada momento»



¿Es usted de los que piensa que no ha vuelto a salir un artista tan completo como Michael Jackson?

Es que lo tenía todo. Si ya es complicado ser un superdotado en un campo, imagínate lo que es serlo en tres. Su caso es inaudito, porque se habla mucho de cantantes como Freddie Mercury y muchos otros, pero es que Michael Jackson, aparte de ser un cantante excepcional, era un compositor maravilloso… Yo nunca he conectado tanto con ningún artista como lo he hecho con él. Finalmente, era un hombre con un sentido del espectáculo extraordinario y un bailarín que no solo era muy bueno, sino que tenía un estilo propio que luego ha sido imitado por muchísimos otros, así que por algo será.

¿Cómo recuerda la creación de su primer disco, ‘Fight!’?   

‘Fight!’ es el germen de todo lo que iba a ser Samoah con el tiempo. En aquella época que yo estaba grabando el disco, estaba trabajando mucho con Iñaki Uranga, de El Consorcio, y él, que es muy sabio, al escucharlo, me dijo que no había llegado al punto al que podía llegar, ni vocalmente, ni compositivamente y que todavía estaba todo en proceso. Y a día de hoy, no puedo más que darle la razón, porque, realmente, era una amalgama de ideas que yo tenía en mente, pero que no estaban definidas, ni llevadas al cien por cien hacia el punto que quería encontrar. Algo que sí que puede ser este segundo ‘Beat of living’ o los temas nuevos que ya estamos haciendo, que ya están empezando a seguir una línea más concreta y definida de lo que es Samoah.

¿Cuáles eran los cambios más notables que querían llevar a cabo en esta reválida?

Sobre todo, quería trabajar la voz; yo soy batería profesional desde hace un montón de años, pero el tema de la voz es una cosa que siempre me ha llamado mucho la atención y no lo había trabajado mucho. La voz tiene un componente muy distinto a cualquier otro instrumento, porque no tocas una tecla o una cuerda y suena, sino que tienes que aprender a entender qué es lo que está pasando físicamente, y eso no te lo enseña nadie. Es un camino casi espiritual, en el que tienes que conocerte. Yo creo que ese era mi mayor talón de Aquiles y es en lo que más hincapié he puesto. Compositivamente, quería centrarme en encontrar hacia dónde quería ir, porque, si ahora escucho el primer disco, hay canciones con las que, a día de hoy, no conecto y canciones con las que sí, y con este segundo disco lo que buscaba era conectar definitivamente con mi propio mundo.

¿Por ese motivo es un disco tan variado en lo musical?

Es que, como te digo, esto es un camino personal en el que siempre busco hacer lo que me apasiona… y, a mí, me apasionan un montón de cosas. En mi adolescencia y postadolescencia, por ejemplo, le daba mucho al metal. Eso también es parte de mi historia musical, y hay puntitos en los que puede aparecer. También viví una etapa muy extrema con un disco de Daft punk y por eso en el disco hay un guiño a todo eso. También te digo que, aunque ahora te pueda decir que este disco es lo que quería hacer realmente,  igual dentro de un tiempo te puedo decir que ya no conecto tanto con esto, porque, por todo lo que escucho y por las vivencias personales que tengo, puede que me esté tirando otro estilo.

Al final, yo creo que la música es algo que está vivo, y bajo mi humilde opinión, hay que hacer caso a lo que te está pidiendo el corazón en cada momento. Porque es que ves a grandes grupos, que están con 65 años haciendo lo mismo que hacían con 60… pero no voy a decir nombres, no vaya a ser que se enfade Metallica [risas]. Al final, toda esa gente que ve que funciona algo y que siguen llenando estadios con lo que le gusta a la gente, lo único que hacen es darles eso. Y es algo totalmente lícito, ¿eh? Porque tienen unos yates y unas mansiones que mantener, pero como, por suerte o por desgracia, yo no tengo ahora mismo ese problema de pagar la gasolina del jet privado, hago la música que realmente me llena y me satisface.

¿Ha sido fundamental también encontrar la banda que actualmente le acompaña, para llevar a cabo todas esas ideas que tenía?

Sí, he tenido la suerte de encontrarme con músicos que empezaron siendo fans de Samoa, y que, al final, se han involucrado muchísimo en el proyecto y lo dan todo. Lo mejor es que, además, todos son unos máquinas en lo suyo, y eso me facilita mucho las cosas. También me gustaría destacar, en este sentido, las colaboraciones que ha habido en el disco como las de Álvaro Zarzuela o Ander Unzaga, y el trabajo de Alberto Macías, de Estudios Pan-Pot en la producción.

¿Cuesta hacer un disco largo en esta época de la inmediatez en la que vivimos?

Bueno, vivimos en una sociedad en la que todo tiene que ser ya y, si no, no me vale. En la música pasa algo similar, porque todo son prisas y todo tiene que ir al grano inmediatamente.  Pero yo, con todo esto, no me pondría nostálgico, ni diría que está mal, sino que, hoy en día, es así y hay que asumirlo. No se puede caer, como mucha gente, en decir «el reggaeton es una mierda»… ¿Qué decían mis padres cuando yo escuchaba a Sepultura o Pantera? Que era ruido. ¿Y mis abuelos a mis padres cuando escuchaban a Los Beatles?... pues eso. Y si ahora no nos gusta lo que hacen los chavales, es porque nos estamos haciendo mayores, pero que no conecte contigo no quiere decir que sea una mierda, sino que no está hecha para ti, y hay que respetarlo igualmente.   

Cuéntenos, para terminar, qué se va a encontrar la gente que vaya a ver a Samoah en directo.

Va a parecer que te estoy vendiendo la burra, pero ciertamente, la gente después de escuchar el disco en su casa, cuando lo escucha en vivo se sorprende, porque dicen que suena mejor. Al final, la música en directo tiene ese plus que te transmite y te llega mucho más. En el disco haces las cosas de una manera, y luego en el directo ves que funciona mejor de otra manera, y vas acertando y viendo un poco cómo disfruta o cómo se mueve el público, y vas amoldando el repertorio a ello… La gente repite, así que supongo que eso será una buena señal.