Periodista / Kazetaria
LITERATURA

Diferentes palabras, un mismo lenguaje

Los episodios históricos muchas veces pueden ejercer con absoluta solvencia como soporte sobre el que desplegar un relato de ficción. Tal es el ejercicio realizado en su nueva novela por esta autora galesa afincada actualmente en Edimburgo, quien sitúa en torno a los desalojos de comunidades rurales llevados a cabo en Escocia por terratenientes en el siglo XIX a los dos pintorescos pero emotivos protagonistas fruto de su imaginación: Ivar, un solitario lugareño, y el joven párroco presbítero John Ferguson.

Un vínculo entre los dos que, prueba fehaciente de la trascendencia alcanzada por el contexto a la hora de definir las relaciones sociales, surgirá alrededor de un lugar y un hecho especialmente peculiar. Lo que debía de ser la rutinaria, pero no por eso menos ominosa, entrega de una notificación de desahucio a un individuo que pasa por ser el único habitante -junto a sus animales- de una remota isla, acabará por devenir en un naufragio que aboca a ambos personajes a la convivencia.

El buen y delicado uso del lenguaje literario que abandera la autora británica, correligionaria en cuanto a estilo de otros pulcros narradores como Nikolái Gógol o William Trevor, le permite convertir ese indómito paraje en el inesperado pero bienvenido punto de encuentro entre dos personalidades que, aunque antagónicas en muchos aspectos, comparten la virtud de anteponer su propia moral al curso de los acontecimientos. Aislados, lo que supone también aparecer liberados de ataduras y convenciones, aunque no exentos de la carga depositada por la memoria y los recuerdos, inician una entrañable relación en la que no se interpondrán ni las barreras idiomáticas, haciendo del aprendizaje de los términos ajenos un descubrimiento fascinante e iluminador.

La sensibilidad que irradia el trato dispensado por la escritora a estos dos hombres, inmersos en un hallazgo propio y común, se convierte en paralelo en una reivindicación de la calidez como clima consustancial al ser humano. El relato de sus biografías, del que tenemos noticia por la rememoración que de él hacen durante su “cautiverio”, dejará de patrimonializar su conducta dando paso a una historia que debe ser enunciada partiendo de cero, sin el peso de consideraciones heredadas. Tanto en forma como en fondo, esta preciosa y esperanzadora novela hace del lenguaje una cuestión capital en la manera de comprender el mundo externo e interno, mostrando que las palabras, más importante incluso que saber traducirlas, resulta sentirlas.