IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Documentar

La ciudad y el espacio público son, por derecho propio, algunos de los grandes escenarios de la producción artística. Por eso, existe un gran abanico de opciones desde las que abordarlo. El monumentalismo escultórico, el activismo, la performance o las claves de un proyecto site specific abren desde su especificidad su particular campo de acción en el entorno urbano. La relectura del lugar donde se realiza, la influencia en su contexto o la creación colectiva se entienden como ingredientes indispensables que debe atravesar cualquier análisis que vincule arte y ciudad. Por otro lado, la exposición sigue entendiéndose como el destino final de la práctica, para lo que en casos como los que nos ocupan, la documentación o la creación de una pieza a partir de una experiencia ya sucedida, aparece como condición inevitable en la finalización del proceso.

El papel del registro, fotográfico, audiovisual o matérico, añade una capa más a la experiencia; permite una traslación del acto concreto a un contexto que propicia una reflexión reposada en la que lo efímero se agarra a un soporte. También es una base para la conversión objetual de acciones inmateriales, para su entrada en una lógica de lo tangible, expandiendo su poética hacia otros códigos muy diferentes a la idiosincrasia de lo urbano.

La deriva entre ambos mundos es lo que define “Epifanias Urbanas” de Carlos Garaicoa (Cuba, 1967). Una muestra que se estructura a través de tres grandes instalaciones a medio camino entre lo expositivo, lo performático y los lenguajes de la ciudad. Azkuna Zentroa de Bilbo acoge hasta el 14 de mayo esta sugerente propuesta, en lo que supone la primera gran muestra del artista en nuestro territorio. Dividida en tres grandes ambientes, nos recibe un reconocible embaldosado reforzado por una serie de tapas de alcantarilla en las que podemos leer mensajes directos dirigidos a las estructuras de poder.

Como un alegato de la permanencia de lo político en el entorno físico que nos rodea, empoderando el suelo que pisamos. A su lado, varios atriles sostienen una serie de dispositivos electrónicos a modo de partituras, rodeando un espacio donde se proyecta una pieza musical conformada por varias actuaciones musicales callejeras. Una acción colectiva que habla de una pluralidad relegada a los márgenes. Por último, en una estancia contigua, varios tapices de gran tamaño forran el suelo de la sala. Cada gran tela es una fotografía de rótulos callejeros de La Habana, encerrando un pedazo de la memoria cotidiana que envuelve la arquitectura y el paso del tiempo.

Por otra parte, Isaac Cordal (Galicia, 1974) ofrece hasta el 28 de abril en la bilbaina SC Gallery su trabajo titulado "Giza Komedia". En lo que supone una continuación de su proyecto "Cement Eclipses" (iniciado en 2006), pequeñas figuritas de cemento son instaladas en los recovecos de las calles, creando una imagen que la captura fotográfica traslada a la pared de la sala. La diferencia de escala, el entorno y un toque de humor ácido penetra de forma directa en la reflexión sobre el comportamiento humano. La ciudad aparece como un mundo gigantesco, casi apabullante, en el que a pesar de todo estamos condenados a sobrevivir.