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ARQUITECTURA

Tocar el suelo


Desde que nacemos estamos obligados a mantener una relación directa con el suelo, esa superficie que ha de ser sustento de todo lo que acontezca en el futuro. Puede que desde esa limitación hayan brotado siempre las ansias por tocar el cielo, y alcanzar un plano que nos ha sido negado por la gravedad. Desde la antigüedad, la arquitectura se ha empleado a fondo para lograr ese objetivo y satisfacer ese deseo vertical, a pesar de que para ello dejase una terrible huella sobre la superficie terrestre. La contemporaneidad ha traído, por el contrario, el compromiso de que los rastros, las señales y los daños producidos por lo construido han de ser equilibrados acuñando así el concepto de huella ecológica. Una expresión que ejemplifica la necesidad de tocar el suelo con el máximo respeto posible.

El estudio de arquitectura de Shanghai, Bengo Studio, ha diseñado Quiyun Mountain Tree House, un pequeño hotel situado en un excepcional bosque de cedros rojos, en el que la arquitectura quiere alcanzar las copas de los árboles y abrir los interiores al disfrute del entorno.

Para dejar la menor huella posible sobre el bosque toda la estructura se formaliza sobre una escalera de caracol central, desde la que unas cajas revestidas de madera se apilan verticalmente, al mismo tiempo que giran alrededor de ese núcleo estructural. Por una lado lo equilibran y por otro ese giro permite a los huéspedes disfrutar de unas vistas de 360 grados sobre las montañas de la provincia china de Anhui. La altura y los materiales responden a esta idea y tratan de dejar la menor traza ecológica sobre el medio natural de las montañas de Qiyun, un parque protegido que se encuentra a 33 kilómetros al sur de la ciudad de Huangshan.

Los once metros de altura del edificio, formado por el apilamiento de módulos prefabricados, es la misma altura que tienen sus vecinos, los cedros rojos adultos. De este modo la construcción queda definida por la superposición de siete habitaciones que tienen superficies de entre seis y nueve metros cuadrados. Cada una de ellas cuenta con un pequeño hall de entrada, un dormitorio y su respectivo cuarto de baño. Además el recinto tiene un acceso que a modo de pasarela permite salvar el desnivel de la ladera en la planta baja. El conjunto de habitaciones y baños está separado en dos grupos por ese vestíbulo de entrada, de manera que dos familias puedan vivir en el hotel a la vez, sin molestar la una a la otra, permitiendo un uso más complejo respecto al de un hotel tradicional.

El inmueble invita a los huéspedes a acceder mediante la galería de vidrio esmaltado del nivel intermedio hasta la sala de entrada antes de ir hacia arriba o hacia abajo para alcanzar uno de los dos conjuntos de habitaciones. A medida que se avanza por las diferentes partes, se obtienen diferentes vistas panorámicas del bosque, ofreciendo al visitante una experiencia única, disfrutando de la visión de los árboles a diferentes alturas. Las salas de estar y los espacios comunes se construyen en la parte superior de la estructura a modo de espacios públicos, conectados con el suelo directamente por la escalera de caracol central y abiertos totalmente al paisaje.

Las habitaciones de esta especie de casa del árbol en la que se convierte la estructura no son grandes en absoluto. De hecho, están rigurosamente diseñadas para ser extremadamente pequeñas. Sin embargo, el gran ventanal acristalado que remata cada una de ellas en el extremo exterior las convierte en un espacio amplio. Aunque los huéspedes se alojen en un dormitorio pequeño, su atención se dirige sobre la gran extensión de bosque que se encuentra más allá del cristal convirtiendo el paisaje y las vistas en parte del espacio.

Madera local contra las enfermedades. El edificio es, por tanto, una pieza en estructura de acero que gravita sobre su centro. El núcleo estructural de la escalera de caracol central fue lo primero que se construyó, y sobre el se añadieron las estructuras en voladizo de las habitaciones. Dada la preocupación de que la madera de otras regiones pudiese traer enfermedades de plantas y plagas de insectos a esta zona, se optó por la madera de cedro local como material para la fachada.

Esta preocupación por dejar el menor rastro posible, teniendo en cuenta que llegado el caso el edificio pudiese desmontarse y ser retirado sin dejar huella, muestra el cuidado puesto por la arquitectura para tocar el suelo, ya que al fin y al cabo únicamente tenemos uno.