7K - zazpika astekaria
IRITZIA

¿Al borde?


Vale recordar que para mediados de siglo los blancos dejarán de ser mayoría por primera vez desde la fundación de Estados Unidos y que la generación millennial es la más diversa por raza, etnia y origen geográfico en la historia del país: son el futuro. Las bases de Trump son el pasado. Al mismo tiempo, la desigualdad económica ha llegado a su punto más alto desde poco antes de la Gran Depresión, y las políticas actuales de Trump están dedicadas a agudizar aún más esa disparidad. La consecuencia política de esto es la percepción popular de que es un sistema rehén de los intereses de los más ricos y poderosos. Ahora la realidad de que el sueño americano ha quedado anulado y los cambios demográficos y sociales han generado tormentas perfectas, lo que produce temor en las fuerzas más reaccionarias, pero también en las progresistas. El binomio partidista actual ya no representa a las mayorías del país. Mientras Trump es el presidente novato más reprobado de la historia (tiene solo el 39% de apoyos), eso no se ha traducido en un mayor apoyo a los demócratas (solo con el 38 %).

Aunque la derecha «ganó», el rechazo popular manifestado en movilizaciones masivas en los primeros meses de este año –algunas sin precedentes– muestra una sociedad que no puede ser, más bien que rehúsa ser, definida por Trump. Las acciones masivas ya no son tan frecuentes, pero eso no necesariamente significa una reducción de los esfuerzos de resistencia y en favor de un cambio progresista en medio de una de las épocas más oscuras de este país. A la vez, se tiene que subrayar que ésta sigue siendo una sociedad generalmente desmovilizada, fragmentada, con una amnesia histórica deslumbrante, y con sus grandes organizaciones sociales en su momento más débil, sobre todo los sindicatos y las que nacieron de movimientos por los derechos civiles. Pero a pesar de ello, hay señales de vida de una nueva (y vieja) ola progresista por todas partes.

Por un lado, ni Sanders ni los sanderistas han desaparecido. Recientemente 4.000 4 activistas ambientalistas, laborales, indígenas, de Black Lives Matter, junto con estrategas, intelectuales, artistas y sindicalistas se reunieron en Chicago en la Cumbre del Pueblo para nutrir e impulsar una ola de candidatos progresistas que se presenten a elecciones locales, estatales y federales para continuar promoviendo la «revolución política» bautizada por Sanders. Esa cumbre, entre otras iniciativas, fue convocada por organizaciones que nacieron de la campaña del «socialista democrático» el año pasado, incluyendo “Our Revolution, People for Bernie”, con aliados clave como el sindicato de enfermeras National Nurses United. Sanders declaró ante esa cumbre que la dirección del Partido Demócrata es «un fracaso absoluto» y afirmó que «requiere un cambio fundamental: lo que necesita es abrir sus puertas a gente trabajadora, a los jóvenes, a personas de la tercera edad y a los que están preparados para luchar por la justicia social y económica». Lo que ocurrió en Gran Bretaña, con el sorprendente resultado para las fuerzas de Jeremy Corbyn, alimentó el optimismo entre estas sus filas, ya que comparten el mismo prisma político. Se ha anunciado la formación del Sanders Institute, como una especie de think tank integrado, entre otros por los profesores Jeffrey Sachs, Robert Reich y Cornel West, así como figuras culturales como Harry Belafonte y Danny Glover. Por otro lado, desde cada esquina del país, casi todos los días se conocen expresiones de rebelión y desafío encabezadas por un mosaico extraordinario: inmigrantes (sobre todo los jóvenes dreamers), indígenas, ambientalistas, pacifistas, religiosos, estudiantes, artistas y defensores de derechos y libertades civiles, todos protestando contra la ofensiva derechista de Trump mediante multitud de iniciativas.

También hay respuestas más institucionales. Cientos de ciudades, universidades y organizaciones ambientalistas no solo denunciaron la retirada de Washington del Acuerdo de París sobre cambio climático, sino que están impulsando pactos autónomos con Naciones Unidas. Los alcaldes de Pittsburgh y París escribieron un artículo conjunto en el diario “New York Times” en el cual se comprometieron a la cooperación ambiental después de que Trump comentase en un discurso que él había sido elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no a los de París. Vale reiterar que tal vez la respuesta más potente es la que se expresa en el ámbito cultural. En los cines, teatros, conciertos o televisión hay todo tipo de críticas o sátiras. Curiosidades como que la película más exitosa del momento sea “La Mujer Maravilla” –una amazona cuya misión es poner fin a las guerras al combatir a los hombres macabros que las promueven– o que la canción más exitosa del momento, “Despacito”, sea en castellano. Ese no es el Estados Unidos de Trump.