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TENDENCIAS

BKF


Una de las sillas más representativas del siglo XX también tiene origen catalán, aunque haya estado ligada a la cultura argentina. Es la “BKF”, también conocida como “butaca Butterfly”. La historia de este icono del diseño y del mobiliario comienza en 1938, fecha en la que el arquitecto y urbanista Antonio Bonet se unió a los arquitectos Juanito Kurchan y Jorge Ferrari-Hardoy. La silla “BKF”, que debe su nombre a las siglas de los apellidos de los tres arquitectos que luego formarían el grupo Austral, alcanzó su mayor cuota de popularidad gracias a la editora Knoll, que produciría más de cinco millones de unidades. Elegante y atemporal, fabricada en cuero de gran calidad, está disponible en multitud de variantes, aunque los colores originales fueron el marrón, el negro y la piel natural. Podríamos decir sin rubor que la “BKF” ha alcanzado la categoría de objeto de culto del diseño del siglo XX, ya que desde el año 1944 figura en la colección permanente del museo MOMA de Nueva York gracias a Edgar Kaufman quien, además, adquirió una segunda unidad para la Casa de la Cascada, diseñada por el también icónico arquitecto Frank Lloyd Right.

 

Mariscal

Aunque naciera en Valencia en 1950, Javier Mariscal y el diseño catalán han estado ligados indiscutiblemente desde que se mudara a Barcelona. Podría decirse que la cultura mediterránea de ambas ciudades se trasluce en su trabajo: ha heredado de ésta el hedonismo, optimismo y simbolismo que caracterizan sus diseños, además de la vibrante paleta cromática y un notable acercamiento poético. Antes de que la multidisciplinariedad fuera un valor reconocido y no fuera tan extraño saltar de una disciplina a otra, su actividad profesional ya destacaba por pasar de un ámbito a otro sin complejos, gracias a una incansable curiosidad y, como él dice: «Una pasión por innovar para contribuir a que la vida cotidiana sea más interesante, fácil y amable». Además, siempre le deberemos a Cobi.

www.mariscal.com

 

Slim Brass

Adolfo Abejón es otro de los jóvenes diseñadores catalanes a los que no hay que perder de vista. Su forma de trabajar, que casi roza lo artesanal, se caracteriza por la realización de series pequeñas para poder respetar el proceso y los tiempos de producción. Empezó diseñando joyas, pero desde niño fantaseaba dibujando los muebles del futuro. Formada por líneas simples y a partir de materiales nobles, el alma de sus muebles transmite sencillez y humildad y ha conseguido algo bastante complicado: huir de lo masivo. “Slim Brass” es una lámpara de mesa hecha a mano en latón que se inspira en las clásicas lámparas con pantalla, pero solo conserva lo esencial, ya que la pantalla se convierte en una silueta que enmarca la bombilla y la protege. www.adolfoabejon.com

 

The Stooler

Andreu Carulla es un conocido y prolífico diseñador catalán cuyas creaciones combinan la funcionalidad con el sentido del humor. “The Stooler” es un sistema que nos permite convertir casi cualquier objeto en un taburete. Diseñado para la también catalana Utoopic, consta de cuatro patas de madera con unas hebillas que se unen entre sí a través de cintas, consiguiendo transformar objetos tan dispares como periódicos, ropa o hasta un balón en prácticos y divertidos taburetes. ¡Solo hay que dejar volar la imaginación!

www.andreucarulla.com

 

Copenhaguen

Os suena este cenicero, ¿verdad? Lo del diseño y Barcelona es una relación que viene de lejos. Más allá de la imagen moderna y cosmopolita que ha conseguido acuñar durante las últimas décadas, la Ciudad Condal ha sido el hogar de muchos diseñadores, responsables de piezas tan discretas pero famosas como el cenicero “Copenhaguen”. Concebida por André Ricard en el año 1966 y galardonada con dos Premios Delta, esta es una pieza atemporal del diseño catalán. De líneas sobrias, diseño mínimo y libre de ornamentos, este cenicero apilable individual es el resultado de diseñar repitiendo la geometría del cilindro. O lo que es lo mismo: de un recipiente, formado por un cilindro abierto, emerge otro cilindro interior más pequeño en el que apoyar o apagar el cigarrillo. La boquilla de la pared exterior, a juego con el resto del cenicero, es perfecta para alojar el pitillo. Apilable y resistente, cumple su función con la máxima eficacia, al igual que la mayoría de las piezas de Ricard, caracterizadas por vincular la forma con la ética de la utilidad. www.andrericard.com