IKER FIDALGO
PANORAMIKA

Significado

El montaje expositivo parece ser el final del camino para los objetivos depositados sobre la creación artística. Un espacio en donde iniciar una serie de diálogos que superan las etapas de modificación y duda para exhibirse dentro de otras lógicas y otros lenguajes. Si bien este estadio de la muestra estática ya fue superado en el siglo XX., sigue siendo el formato más asentado para el disfrute del arte contemporáneo, tanto para galerías e instituciones como para el público visitante. Se desatan entonces las interpretaciones y el desgrane de las diferentes capas de complejidad que la obra sustenta. Desde la búsqueda de un significado concreto hasta la apreciación de la resolución plástica o el diseño de montaje, cada oportunidad expande sus opciones y se relaciona a diferentes niveles. En las reseñas que presentamos en el día de hoy, encontramos la invitación para disfrutar de dos propuestas cuyos puntos coincidentes residen en la creación desde una postura personal. Un lenguaje propio que, sin embargo, nos brinda caminos que transitar y espacios abiertos desde los que abordar ambas propuestas.

Eduardo Gruber (Santander, 1949) pasa por ser uno de los pintores más prolíficos de su generación. “5.7 Lo oculto” es el título de la muestra que la bilbaína Galería Lumbreras alberga hasta el 4 de mayo y para la que se ha empleado la práctica totalidad del espacio disponible. Lo que es, sin duda, una propuesta eminentemente pictórica, no solo en cuanto a factura sino en cuanto a planteamiento, permite dar con fragmentos de relatos y posibilidades narrativas que dotan a la propuesta de un alto grado de interés. En lo que a la disposición global se refiere, lienzos de mediano y gran formato conviven junto con acuarelas, collages, cartulinas y óleos de menor dimensión. Si bien en la planta superior la amplitud de la estancia posibilita una contemplación más oxigenada, es escaleras abajo donde tienen lugar algunas de las piezas más desprendidas del corsé del marco. El título adquiere entonces una relevancia indudable pues desafía a encontrar líneas que títulos como “El exterminio como perfomance” o “La habitación del faquir” parecen sugerir.

Un poema del escritor, calígrafo y pintor chino Su Shi, perteneciente a la dinastía Song, sirve como disparadero para “Isuritako tinta/ tinta derramada” que el pintor guipuzcoano José Ángel Yanci (Hernani, 1961) presenta en la sala de exposiciones del Palacio Aramburu de Tolosa hasta el día 20 de este mes. Como en otras ocasiones, el texto poético sirve de aglutinante para una propuesta que, en este caso, permite pocos espacios para una lectura lineal. El óleo y el lienzo se convierten en protagonistas de una relación en la que la abstracción más pura y encriptada se erige como hilo conductor de una vuelta al interés por la mancha que el propio Yanci ya cultivó hace unos años.

No existe mediación posible, no requiere de narración previa. Tan solo el pequeño texto inicial nos mantiene a flote en una deriva en la que el trabajo compositivo acaba por imponerse y por manejar nuestro recorrido. Es entonces la ocasión perfecta para desentenderse de los códigos y los juicios previos y dejarse llevar por la valiente apuesta de un pintor que parece querer acercarnos a la unidad básica del proceso, la mancha de pigmento sobre la tela.