IñIGO GARCIA ODIAGA
ARQUITECTURA

Acupuntura brutalista

Hace apenas unas semanas se ha inaugurado el último edificio, denominado la Torre, de uno de los proyectos más singulares desarrollados por Rem Koolhaas y OMA durante casi una década. La sede de la fundación Prada se ubica en Milán, al sur de Puerta Romana, en Largo Isarco, al lado de una antigua estación de ferrocarril y ocupando las instalaciones de una antigua destilería, en un barrio alejado de los grandes eventos del diseño en la ciudad italiana.

La firma de moda ha reunido una amplia colección de arte desde la década de 1950, muy relacionada con el diseño de sus colecciones de moda y desde hace años venía desarrollando la idea de una sede permanente donde poder presentar mejor su colección de arte y centralizar los eventos relacionados con el mundo de la moda. Los primeros intentos comenzaron a cristalizarse con la complicada y polémica reforma de un palacio del siglo XVIII en el Gran Canal de Venecia que, tras varios intentos, aún no ha sido finalizada.

Con la apertura de las nuevas instalaciones, la fundación, que ya dispone de algunas pequeñas galerías utilizadas para exponer su colección en Milán, se convierte en una de las instituciones culturales más importantes de la ciudad. El proyecto es, en realidad, un conjunto de edificios, un campus alrededor de dos grandes patios cuyo proyecto concreta un espacio de 19.000 metros cuadrados, de los cuales 11.000 están dedicados espacios expositivos.

El proyecto cultural de Prada continúa con la tradición inaugurada por Giuseppe Panza, quien ya abrió al público su colección transformando en centro de arte contemporáneo una villa del siglo XVII en Varese, a las afueras de Milán. El nuevo complejo dedicado al arte, que ahora se inaugura después de siete años de trabajos, es una mezcla que yuxtapone edificios existentes rehabilitados y rediseñados con otros totalmente nuevos.

Tal y como el propio Koolhaas ha señalado, no se trataba de conservación o rehabilitación, sino más bien de activación, de introducir en el tejido ya edificado nuevas piezas que devuelvan a las anteriores su capacidad funcional y atractivo espacial.

La vieja destilería que estaba formada por siete espacios, entre los que se incluyen viejos almacenes y silos para la elaboración de la cerveza, ha conservado sus cualidades identitarias básicas, industriales y a menudo desarticuladas, en un sumatorio que no busca la uniformidad. Algunos de los espacios originales permanecen intactos, otros han sido reconfigurados aunque dan la sensación de que no han sido tocados. Una de las principales características de la nueva intervención es el uso de materiales contemporáneos, que van desde cerramientos de vidrio y estructuras en hormigón blanco para la torre hasta la espuma de aluminio patentada por OMA , que formaliza la piel del auditorio.

Esta propuesta material le sirve al proyecto para explorar la espacialidad de las salas dedicadas al arte. Por un lado, la galería contemporánea, blanca, abstracta y neutral, y por otro, el espacio industrial, el cual se debe mantener en un equilibrio entre la decrepitud y la neutralidad. Gracias a la riqueza espacial y material del proyecto, la fundación Prada ofrece una serie de ambientes muy variados. Al complejo de edificios inicial se le añadieron tres nuevas estructuras que exploran nuevas disposiciones espaciales para mostrar el arte contemporáneo.

Esos tres nuevos edificios son la Casa Encantada, una estructura inusual con muchas habitaciones diferentes y balcones que miran al complejo y a la ciudad, cuyas paredes están empapeladas con papeles cambiantes y otros dispositivos de diseño interior para crear un instrumento para el ajuste del espacio en función de las muestras temporales.

El segundo edificio nuevo es la torre, una pieza de nueve pisos que alberga las instalaciones permanentes y un restaurante al que se accede por un ascensor panorámico en el lateral. Un edificio que ofrece un catálogo de condiciones arquitectónicas radicalmente diferentes a las presentes en el resto del complejo para ser usado por artistas y comisarios. Y el tercer edificio, el teatro, es una pieza compacta forrada en acero inoxidable con paredes plegables, lo que permite ampliar su espacio al patio abierto al aire libre.

Todos estos espacios albergarán una colección amplia y ecléctica de arte que incluye también piezas de arte antiguo y clásico. Esta visión diversa se ha llevado también a uno de los antiguos edificios de cuatro plantas existentes en la antigua destilería. Dado el estado ruinoso en que se encontraba fue restaurado, requiriendo una nueva fachada. Finalmente el edificio fue recubierto con láminas de pan de oro gracias a unos artesanos especializados de la región. La imagen de la pieza absorbe todo tipo de reflejos y le da una imagen irreal al entorno, convirtiendo un elemento modesto en uno casi onírico.

De algún modo, este tipo de intervenciones, junto con las nuevas piezas de carácter brutalista y escultórico, construyen un conjunto activo y dinámico que ofrece múltiples y variopintas situaciones, poniendo así de manifiesto el acierto de esa estrategia defendida por el proyecto, frente a la de restaurar el conjunto embalsamándolo, ya que consigue aportar una nueva vida al antiguo complejo industrial con la tensión necesaria para relacionarse con el arte contemporáneo.