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SALUD

Política alimentaria de 2020: ¿una broma?


Parece que 2020 ha venido cargadito de noticias que, en lo relativo a la política, nos hacen pensar si estamos ante una noticia veraz o si, por el contrario, se trata de una “broma” del Mundo Today. La realidad supera la ficción y, por desgracia, las que nos ocupan no podían ser más reales. Parecía que el año empezaba con buen pie, ya que el nuevo ministro español de Consumo, Alberto Garzón, ponía su punto de mira en la llamada “comida basura” apuntando a gravar con impuestos estos productos ultraprocesados. Recordemos que esta medida se ha llevado a cabo en Catalunya, México, Gran Bretaña, Dinamarca y el Estado francés por recomendación expresa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para frenar el incremento de la obesidad, que es tendencia mundial. Todo parecía ir bien, hasta que el diputado de Ciudadanos Marcos de Quinto afirmaba en una conocida red social y en respuesta a esta decisión que «no hay alimentos buenos o malos (de serlo, deberían estar prohibidos) sino dietas adecuadas o no. La definición ‘comida basura’ no es nada científica, y suele responder más a ciertos prejuicios ideológicos».

Estoy de acuerdo con Marcos de Quinto; no hay alimentos buenos o malos, pero quizá el exvicepresidente mundial de The Coca-Cola Company, que durante 35 años ocupó los cargos de vicepresidente ejecutivo y responsable mundial de marketing y que también fue consejero independiente de Telepizza hasta mediados de 2018, no sabe que eso que él llama “alimentos”, en realidad, no lo son. Y es que son productos resultantes de múltiples procesos industriales que acaban con todos los beneficios nutricionales que ese alimento tenía en su origen (si lo tenía).

Por lo tanto, no hay alimentos buenos o malos como la leche, los cereales, los frutos secos, y un largo etc. pero sí son, porque así se ha demostrado, peligrosísimos los refrescos azucarados, los zumos comerciales, las pizzas y un sin fin de comida basura que venden las compañías en las que él ha trabajado.

Y ¿por qué insisto en usar el término “comida basura” si este señor dice que tal término no existe en la jerga científico-sanitaria? Pues porque de nuevo el señor de Quinto se equivoca de manera garrafal. La OMS, sociedad científico-sanitaria donde las haya, ha utilizado en varias ocasiones este término. Sobre todo su ex directora general de 2007 a 2017, Margaret Chan, lo ha utilizado en varios de sus discursos durante su carrera en la organización y también la propia OMS ha hecho referencia al término junk food (comida basura en inglés) en numerosas notas de prensa.

En el buscador del portal web de la OMS y del Ministerio de Sanidad del Estado español, dicho término aparece con 174 resultados en el primero y 8 en el segundo, respectivamente. Igualmente, utiliza este término la comunidad científica mundial, tal y como se puede comprobar en una conocida base de datos de referencias bibliográficas y resúmenes de artículos de investigación biomédica mundial, que ofrece la Biblioteca Nacional de Medicina de EEUU, donde junk food aparece 244 veces en los últimos cinco años.

La segunda noticia nos llega desde el Departamento de Agricultura de EEUU, que ha tirado por tierra todo lo que Michelle Obama había logrado: establecer estándares nutricionales más estrictos para los desayunos y almuerzos escolares aumentando el consumo de verduras y frutas. Así, la administración Trump ha propuesto nuevas reglas que permitirían a las escuelas reducir la cantidad de verduras y frutas necesarias, al tiempo que les otorgan licencia para vender más pizza, hamburguesas y patatas fritas a los estudiantes.

La industria alimentaria puede y debe ayudar en la promoción de dietas sanas, reduciendo el contenido de los ingredientes no saludables de sus productos procesados pero, si no se les obliga a hacerlo y no se invierte la situación de tendencia al alza de la obesidad mundial, en los próximos años las enfermedades no transmisibles podrían ser la causa de aproximadamente un 73% de las muertes y un 60% de la carga mundial de enfermedad.