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SALUD

Por la no banalización de los TCA


El pasado 2 de junio fue el Día Mundial de acción por los trastornos del comportamiento alimentario (TCA), de los que todavía se tiene una idea muy distorsionada. La gran mayoría de la gente piensa que tener un TCA solo es tener anorexia porque “se nota” (físicamente). La bulimia nerviosa puede pasar totalmente desapercibida porque “no se nota en el peso” y tener un trastorno por atracón, es solo estar “gordo”. También suele pensarse que el hecho de dejar de comer o purgarse (vomitar, ejercitarse en exceso etc.) tiene que ver con el simple deseo de estar delgado y, de nuevo, nada más lejos de la realidad.

Todos son trastornos mentales que, en una u otra medida dependiendo del tipo de TCA pero también del tiempo de evolución del mismo, tienen consecuencias físicas más o menos visibles para el resto. Alguien puede padecer anorexia nerviosa y no estar, aún, desnutrido o, incluso, alguien puede tener sobrepeso y sufrir anorexia nerviosa porque, insisto, es un trastorno mental.

Por eso, es preciso que, tanto las familias como los profesionales sanitarios, estemos muy pendientes y sepamos hacer una detección precoz. Pero esto, en ocasiones, suele ser muy complicado, entre otras cosas porque tanto las familias por desconocimiento, como los profesionales por falta de conocimiento o de tiempo, tendemos a normalizar situaciones y signos que no lo son.

Por ejemplo, no es “normal”, se parta del peso que se parta, adelgazar muchos kilos en cuestión de uno o dos meses. No es normal, se parta del peso que se parta, que al adelgazar se pierda el período menstrual en las mujeres, y, en los hombres, este hipogonadismo (cuando las glándulas sexuales tienen una deficiente o, incluso, nula producción de hormonas) cause la disminución del deseo sexual y la calidad de las erecciones. Tampoco lo es que, de repente, aunque coincida con el otoño, el pelo se caiga, o pierda su brillo y tenga aspecto de “seco” además de que se vuelva más fino.

Que la piel aparezca más seca aunque se hidrate, que tenga coloración amarillenta por el consumo elevado de verduras ricas en caroteno (pigmento amarillo anaranjado), o que las manos, pies y uñas estén azuladas o moradas. No es normal que, de repente, las uñas sean más débiles y quebradizas y que un manto de vello finito, tipo “pelusa”, recubra cuello, espalda y glúteos.

Que alguien haya sufrido algún síncope (desmayo) por tener la tensión baja o bradicardia (latidos más lentos), no es normal, aunque haga calor o sea una chica joven. Como tampoco lo es sufrir hipotermia. Que alguien de repente “necesite” comprar y usar laxantes sin que un médico se lo haya indicado, tampoco es “normal”, del mismo modo que alguien joven y sano tenga muchos problemas dentales como encías inflamadas o pérdida de esmalte dental.

Sin embargo, estas solo son algunas de las complicaciones físicas más fáciles de detectar por el entorno, pero existen complicaciones musculoesqueléticas, óseas, cardíacas, renales, inmunológicas, hematológicas, neurológicas o digestivas mucho más difíciles de detectar sin sus correspondientes pruebas clínicas.

En el mismo sentido, las personas que padecen trastorno por atracón pueden desarrollar obesidad y todas las comorbilidades relacionadas con esta, como diabetes mellitus, hipertensión o cardiopatías. Y es que, a diferencia de otros trastornos psiquiátricos, los pacientes que padecen TCA tienen una alta prevalencia de muchas complicaciones médicas diferentes a través de las secuelas de la malnutrición por exceso, la desnutrición y la purga, a menudo con un grave deterioro del estado de salud y la calidad de vida.

De modo que hay que recordar que estas y otras complicaciones y/o signos físicos no se deben “normalizar” ni banalizar pero, además, hay que evitar simplificar estos trastornos como un simple “quiere verse más guapa/o o más delgada/o” y entender que se trata de un problema emocional de gran calibre que requiere un tratamiento psicológico, psiquiátrico y nutricional específico.