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40 años de la muerte de John Lennon

«No quiero ser una mierda de héroe muerto»

Tiempo de aniversarios para The Beatles. En primavera se conmemoraron los 50 años del disco «Let It Be» y de la disolución del grupo. John Lennon hubiera cumplido 80 el pasado mes de octubre si no hubiera sido disparado hace cuatro décadas, un 8 de diciembre de 1980.


Hace cuarenta años el mundo perdió a un icono de la música popular. En la noche del 8 de diciembre de 1980, el británico John Lennon regresaba con su esposa, la japonesa Yoko Ono, a su apartamento en el edificio Dakota, junto al Central Park neoyorquino. Los abordó Mark Chapman, desequilibrado texano de 25 años llegado en avión desde su residencia en Hawai. Perseguía a famosos, llevaba tiempo preparando el crimen y esa tarde había conseguido un autógrafo de Lennon sobre la portada de su reciente disco “Double Fantasy”. Con una copia del libro “El guardián entre el centeno” de J. D. Salinger en la otra mano y una pistola calibre 38, disparó cinco balas. Cuatro alcanzaron al músico.

Esa mañana, la fotógrafa Annie Leibovitz le había retratado en casa para la revista “Rolling Stone”. Como había exigido Ono a la BBC dos días antes (50% de entrevista para cada uno), Lennon pidió que las fotos fueran con su mujer: él posando desnudo sobre ella vestida. En el reportaje confesaba: «No quiero ser una mierda de héroe muerto».

John Winston Lennon Stanley (Liverpool, octubre de 1940), tenía 40 años y había sido protagonista del magno fenómeno cultural y social The Beatles, tras haberse fogeado antes en Johnny and the Moondogs, Japage 3, Los Paranoias, The Quarry Men y The Silver Beetles. Tras medio siglo de su disolución, los Fab Four siguen vivos culturalmente y han vendido 600 millones de discos.

Amplia es en consecuencia la bibliografía que han generado. La última novedad es “¿Quién mató a John Lennon?” (ediciones Cúpula), de la especialista inglesa Lesley-Ann Jones. La mayoría de trabajos sobre el músico habían sido elaborados por hombres, pero existían biografías de mujeres próximas a su vida: las dos de su primera mujer Cynthia, la de su hermanastra Julia Baird o la de su amante May Pang.

Mujeres. La autora dice que los Beatles «rompieron la barrera del sonido» y fueron «resultado de una colisión de factores que cristalizaron en un episodio sin precedentes en la historia... representaron el cambio, proclamaron una nueva dirección, validaron el pensamiento alternativo... terminaron siendo adictivos». Fueron unos atrevidos creadores y les tocó estar en el centro de una revolución cultural universal.

Jones avisa de que «hay tantas versiones de su historia como mentes que puedan contarla». Y cita al propio Lennon cuando en la canción a su hijo Sean “Beautiful Boy (Darling Boy)” dice: «La vida es lo que sucede mientras haces otros planes». En octubre de 1980 se había publicado “(Just Like) Starting Over”, el mayor éxito de John en solitario en América. El 6 de enero de 1981 habría tres discos sencillos suyos en el top 5 británico: el mencionado (número cinco), “Happy Xmas (War Is Over)” en el dos e “Imagine” en el primero. Un récord que reflejaba el impacto de su vida y obra.

Lesley-Ann analiza que John «se descubre de forma plausible y fiable por medio de las estupendas mujeres que formaron parte de su existencia». Su madre Julia fue su amor imposible. Bohemia e inconformista, se separó pronto de Alf, (marino ausente que regresó a escena con su hijo ya famoso y millonario y que publicó una autobiografía exculpatoria). Julia dejó a su primer hijo –tendría otros dos en un segundo matrimonio– con «la autoritaria y dominante hermana mayor» tía Mimi, que trató de educarlo.

John tenía cinco años y perdió definitivamente a su madre a los 17, cuando un coche la atropelló frente a su casa. Su primera mujer fue Cynthia Powell. Tuvieron que casarse cuando se embarazó; ella con 23 años, él con 21. Su primera mánager o facilitadora fue Mona Best. Su primera gran infidelidad, la cantante de pop Alma Cogan, murió de cáncer en 1966 y dejó a John «al borde del suicidio». May Pang no figura en el recuento.

Oh, Yoko! ¿Buscó John sustituir el temprano vacío maternal con mujeres mayores que él como Alma y Yoko? Esa conclusión sacó su mujer Cynthia. Para la biógrafa Lesley, sin embargo, fue la «fascinante, ambiciosa e insegura artista japonesa, la que llegó justo a tiempo». Venía del vanguardismo con Fluxus y John Cage. Tenía una hija de su segundo matrimonio, a quien Lennon pareció adorar, que fue secuestrada por su padre con ocho años. Yoko y John la localizaron en Mallorca en abril de 1971 y la retuvieron en un hotel, como se puede ver en el curioso documental “Kyoko”. Un juez la devolvió a su progenitor, que consiguió ocultarla en Estados Unidos. Su madre no la volvió a ver hasta 1998, cuando la contactó para anunciarle que era abuela.

El «alma gemela de John y una estupenda segunda esposa» pareció ser más que un remedio para traumas freudianos y devino una pareja continuada y un revulsivo para que el «perdido» Lennon rompiera con la pesada carga de súper estrella. John dio por fin rienda suelta a sus preocupaciones como persona, como creador y como ser social. Canciones como la desgarrada “Mother”, la sincera “Jealous Guy” o la súplica “I’m Losing You” le desnudarían ante sus oyentes, como lo había hecho físicamente en 1968 con Yoko en la portada y contraportada del experimento “Two Virgins”. Desarrolló además su amor por el dibujo dejando una amplia colección de bosquejos; el más conocido, su autorretrato en la portada de “Imagine”.

La nueva biografía revela que, cuando la pareja entró en crisis, la fiel ayudante de producción May Pang fue «compañera y amante a corto plazo de John por deseo y confabulación de Yoko». Un «fin de semana perdido» (Lennon dixit) de 16 meses. Rejuntados, el exbeatle no repitió el papel de padre ausente que tuvo con su primogénito Julian y fue responsable y hogareño con Sean Lennon Ono. Julian confesaría años después a Paul McCartney sobre su padre que «había cosas muy negativas, como cuando dijo que yo había salido de una botella de whisky un sábado por la noche. Es difícil lidiar con eso. Piensas: ‘¿Qué hay de amor en ello?’». Debutaría como músico en 1984 y tiene varios discos.

Los Beatles dejaron los escenarios en 1966 y se despidieron actuando en la azotea de sus oficinas londinenses el 30 de enero de 1969. La leyenda cargó a Yoko con la ruptura (“La culpa de todo la tiene Yoko Ono”, cantaron Def Con Dos), pero el propio McCartney la exoneró de ese peso. La biógrafa británica señala que la irrupción de la creadora nipona se dio cuando la unión del cuarteto era ya imposible. Los cuatro “escarabajos” grabaron en 1969 “The Ballad of John and Yoko” sobre los avatares de la pareja en los días en que se casaron en Gibraltar.

¿Fue John el sincero y Paul el calculador? El bajista dijo que la ruptura le sorprendió, pero había grabado en secreto “McCartney”, su debut como solista, con el seudónimo de Billy Martin. Lo publicó en abril de 1970, anticipándose en semanas a la despedida del grupo con “Let It Be”. Incluía una auto entrevista que anunciaba unilateralmente la separación. Después habría un intercambio de canciones reproche como la vengativa “How Do You Sleep?” de John y “Dear Friend” de Paul.

Ni líder, ni predicador. No era fácil controlar el contradictorio verbo fácil a lo Groucho Marx del irónico liverpooliano y, una vez librado de la corrección beatle, destapó su radicalismo de izquierda. Cantó a su orgullo obrero (“Working Class Hero”), a la revuelta (“Power to the People”), se involucró con el pacifismo (“Imagine”, “Give Peace a Chance”), con el feminismo (“Woman Is the Nigger of the World”, idea original de Yoko) o apoyando el centro social londinense The Black House del oscuro Michael X (juzgado y ahorcado por asesino en su país, Trinidad).

Si los Beatles y una troupe de famosos habían acudido a la supuesta autoridad hindú Maharishi Mahesh Yogi para enderezar sus espíritus, en su “normalización” personal y social Lennon contactó con IMG (International Marxist Group), partido de la IV Internacional trotskista. Se fotografió junto a Yoko en una manifestación de la campaña “Troops out Now” (retirada del Ejército británico de Irlanda del Norte), exhibiendo la consigna “Con el IRA. Contra el imperialismo británico” en la portada del periódico del IMG “Red Mole”. Después escribiría las duras diatribas “Sunday, Bloody Sunday” (mucho antes que U2, sí) y «The Luck of the Irish».

Ayudó económicamente a “Red Mole” y en enero de 1971 la publicación sacó una larga entrevista en clave de izquierdismo. Un vibrante intercambio de revolucionarias ideas obreristas sobre opresión, organización, revolución, URSS, China, Cuba, Yugoeslavia… Al día siguiente Lennon compuso “Power to the People”.

El ídolo pop, que en noviembre de 1969 había devuelto a la reina la medalla de la Orden del Imperio Británico, confesaba que los Beatles fueron «un infierno» y se sinceraba en lo ideológico: «Siempre he tenido conciencia política y he estado contra el status quo. Es bastante básico cuando has aprendido desde chico, como yo, a odiar y a temer a la Policía como tu enemigo natural y a despreciar al Ejército como algo que se lleva a todos y los abandona muertos en alguna parte… es simplemente algo básico entre la clase obrera. Aunque empieza a desaparecer cuando te haces mayor, tienes una familia y eres absorbido por el sistema… He satirizado el sistema desde crío… era muy consciente de cuál era mi clase y cómo se nos reprimía… Pero durante el huracán Beatles eso se quedó fuera, me alejé de la realidad durante un tiempo».

Renegaba de la experiencia mística. Explicaba su papel social: «Mi rol en la sociedad, o el de cualquier artista o poeta, es intentar y expresar lo que sentimos. No decir a la gente cómo sentir. No como un predicador, no como un líder, sino como un reflejo de todos nosotros». Introducía el feminismo en el debate: «No podemos tener una revolución que no involucre y libere a la mujer. Es sutil la forma en que te enseñan la superioridad masculina. Me tomó buen tiempo darme cuenta de que mi masculinidad le cortaba ciertas áreas a Yoko. Ella es una liberacionista al rojo vivo y me mostró dónde estaba mi error cuando a mí me parecía que actuaba de la forma más natural. Por eso estoy interesado en saber cómo tratan a las mujeres quienes se dicen radicales».

Pudo haber mucha inmediatez en esa actitud, que se desdibujó en la agitada vida posterior. En una entrevista para “Newsweek” en 1980, afirmaba: «Ese radicalismo era falso, en realidad, porque era fruto de la culpabilidad. Siempre me sentí culpable de haber ganado dinero, como si tuviera que regalarlo o perderlo. No quiero decir que fuera un hipócrita. Cuando creo, creo hasta la raíz. Pero siendo un camaleón, me convertía en quien estuviera conmigo». Quienes no perdonaron sus ideas radicales fueron el FBI y la administración Nixon y tuvo que pelear durante años para poder vivir en Estados Unidos.

 

 

«Roll on John». El nuevo libro confirma que el célebre músico habría sido un chaval mal querido, que se mostraría «irritable, ingenioso, espabilado, el talento más llamativo de los Beatles, el de más ‘actitud’ y con una maraña de contradicciones». El propio Lennon señaló siempre que intentaba llenar un vacío interior que arrancó con el abandono sufrido de niño y fue aumentando con la pérdida de gente cercana: su madre, su amante Alma Cogan, su colega del alma Stuart Sutcliffe (primer bajista de los Beatles), su alter padre “tío George”, su mentor principal Brian Epstein… Los análisis sobre su compleja personalidad y el recurso a la ironía, la arrogancia y hasta al desprecio y la crueldad para con los suyos hablan de una baja autoestima y de “herida narcisista”.

Lennon murió cuando recuperaba sus planes de rockero autónomo con grupo para presentar “Double Fantasy” por el mundo. «Su vida se extinguió en la misma cima de su fábula. Solo estaba a la mitad del camino. Con su muerte, su mito está completo y ha quedado preservado para la historia. Su memoria está santificada. Ha llegado a ser considerado símbolo y conciencia de su época», sostiene su biógrafa.

“Here Today” fue el “afligido” homenaje que le compuso Paul McCarteny. Años después, Bob Dylan (que había reaccionado en su día al LP “Rubber Soul” diciendo que le habían copiado sus esquemas) escribió el amical himno “Roll on John”. A cuatro décadas de su trágico final, el entrañable y poliédrico beatle miope («dependiente, neurótico, errático, inestable, infantil, egocéntrico y cruel… que pegaba a sus mujeres, que era un maltratador emocional –especialmente con su hijo Julian–, un hipócrita y un mentiroso patológico», según reproches de su biógrafa) sigue siendo un influyente referente universal.

El bajista y dibujante (portada del “Revolver” beatle) alemán Klaus Voorman, colaborador de los Fab Four y amigo de Lennon, dejó el mejor epitafio: «Si hay un consuelo sobre su muerte, es que llegó en un momento en que John había tomado una decisión. Vivía como quería. Ya no era un títere de las circunstancias o la fama. No tenía a nadie encima diciéndole qué hacer. Había recobrado su vida. Había encontrado su libertad».