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SALUD

Luces y sombras nutricionales del covid-19


La pandemia del covid-19 ha supuesto un impacto masivo en la salud humana, provocando cambios repentinos en el estilo de vida, a través del distanciamiento social y el aislamiento en casa, con consecuencias importantes sobre las conductas y los hábitos alimentarios. Asimismo, son ya varios los estudios que han planteado la hipótesis de que los hábitos alimentarios, a su vez, pueden y han podido desempeñar un papel importante en la infección por este virus, la gravedad de sus síntomas y la duración de la enfermedad.

A fecha actual, la producción de estudios científicos sobre el efecto del coronavirus está siendo masiva y, en concreto, sobre cómo ha afectado a nuestra forma de alimentarnos y, por ende, a nuestra salud.

De este modo, en Italia, en un primer estudio que incluyó a 3.533 voluntarios de entre 12 y 86 años de edad, el 48,6% decía tener percepción de haber ganado peso y el 38,3% referían haber incrementado sustancialmente la práctica deportiva. Los voluntarios en la franja de edad entre 18-30 años resultaron tener mayor adherencia al patrón alimentario de dieta mediterránea comparado con los grupos de edad más jóvenes y más mayores, lo que hizo que, sobretodo en el norte y zona central de Italia, se observasen valores inferiores del Indice de Masa Corporal (IMC).

En Polonia, en cambio, en una encuesta realizada en 1.097 adultos durante la cuarentena, más del 43,0% y casi el 52% refirieron haber comido y picado más, respectivamente, y estas tendencias fueron más frecuentes en personas con sobrepeso y obesidad. Casi el 30% experimentó un aumento de peso, mientras que más del 18% lo perdieron. Los sujetos con sobrepeso, obesos y de entre 36-45 años, tendieron a aumentar de peso con mayor frecuencia y esto se asoció con un consumo menos frecuente de verduras, frutas y legumbres durante la cuarentena, y una mayor adherencia a la carne, los lácteos ultraprocesados, comidas rápidas y mayor consumo de alcohol. Por el contrario, aquellos con bajo peso tendieron a perderlo más.

En el Estado español, de entre un total de 7.514 participantes de todo el territorio, se observó, igual que en el caso de Italia, una mayor adherencia a la dieta mediterránea en aquellas personas que disminuyeron la ingesta de frituras, snacks, comidas rápidas, carnes rojas, pasteles o bebidas dulces, pero aumentaron los alimentos relacionados con nuestra dieta mediterránea, como aceite de oliva, verduras, frutas o legumbres durante la cuarentena. De este modo, los autores concluyen que el confinamiento del covid-19 en el Estado ha propiciado la adopción de hábitos / comportamientos alimentarios más saludables en la población estudiada.

Asimismo, en un artículo muy reciente de la “British medical journal nutrition, prevention and health” publicado este mismo mes, concluyen rotundamente, como ya hicieran estudios anteriores, que las dietas con mayor contenido en verduras, legumbres y frutos secos y menos en productos de origen animal se relacionan con una menor probabilidad de covid moderado (73%) y grave (50%).

De modo que, de nuevo, queda patente que los factores nutricionales juegan un papel clave tanto en la inmunidad innata como en la adaptativa y que la etiología de estas afecciones se debe en gran medida a una mala nutrición y a elecciones de estilo de vida desfavorables. Sin embargo, conviene no olvidar que una obsesión por comer saludable y con el ejercicio también ha minado nuestra salud física y mental durante este año largo de pandemia tal y como nos recuerda el estudio “Association between eating behavior and quarantine/confinement stressors during the coronavirus disease 2019 outbreak”, donde concluyen que el miedo al covid-19 también se relacionó con más restricciones alimentarias, mayores preocupaciones sobre la forma y el peso corporal llevando a practicar conductas de riesgo.