JUL. 11 2021 PANORAMIKA La cuestión material Lienzo de Luis Olaso Iker Fidalgo El arte es una experiencia tradicionalmente ligada a lo material. La importancia de lo plástico ha definido muchos de los caminos posteriores. El planteamiento poético o narrativo se sirve de lo tangible para la creación de las piezas. La producción artística se relaciona siempre con una presencia objetual, esto es, convertirse en algo físico. Si bien existen muchas otras capas ligadas a lo sonoro o lo performático que rompieron estos límites, desde un punto de vista general el arte se traduce como una representación visible en el espacio. Es por eso que los procesos creativos ligados a lo artístico nunca tienen una hoja de ruta definida. Por un lado, porque las propias disciplinas tienen unos códigos propios. Por otro, porque cada creadora cultiva su modo de hacer a lo largo de su carrera. Pero por encima de esto existe un diálogo constante entre el mismo hecho de crear y las herramientas y soportes que se usen para ello. La utilización de un pigmento, una emulsión fotográfica, cemento, acero o papel, es una puerta a una experimentación que no puede traducirse en una sinopsis o en un título. Hacer arte pasa por un compromiso con el trayecto mucho antes de que lleguen los resultados. El Espacio Marzana de Bilbo inauguró el pasado 26 de junio una exposición firmada por la artista Ana Román (Bilbo, 1962). Hasta el próximo día 31 de agosto podremos disfrutar del proyecto titulado “El Hilván”, en lo que supone la apuesta veraniega de la galería situada en el muelle cercano al mítico Mercado de la Ribera de la capital vizcaina. La muestra consta de 14 piezas de apariencia pictórica, todas ellas marcadas por una manera de composición cercana a la abstracción. Los fondos planos hacen que nos remita a lenguajes de la ilustración o el diseño mientras las formas que aparecen representadas son capaces de acercar nuestra imaginación a figuras humanas, estancias arquitectónicas o máquinas. Todo tratado desde una sutileza que no se deja comprometer y que permite una libertad interpretativa en la mirada del público. A nivel técnico, las imágenes que conforman la colección se realizan cosiendo retales de tela, en donde la puntada se presenta a la vista y reivindicando un carácter expresivo propio. Queda entonces al descubierto el acto del cosido. El gesto de la unión de dos telas de diferente procedencia que crean una nueva figura. Esa visibilidad, el entrelazado, evoca una relevancia del trabajo y de la confección. El discurso del hacer entra en juego y pide paso. A finales de este mes, concretamente el día 28, cierra la exposición inaugurada en la Galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbo, bajo el título “Recuerdos de una noche”. El artista que la protagoniza es el joven bilbaino Luis Olaso (Bilbo, 1986) y lo hace a través de 16 piezas de mediano y gran formato. La planta superior de la galería queda habitada por unos cuadros dominados por la abstracción y en los que en ocasiones intuimos formas identificables como bodegones o motivos vegetales. La paleta de Olaso marca el ritmo compositivo y cromático de la muestra y los amarillos, los verdes y los azules dominan todas las telas. La gestualidad en la pintura es uno de los elementos más relevantes y en este caso se puede advertir una pincelada viva y contundente. El artista huye de timideces y se desenvuelve sin complejos en los tamaños más grandes que le permiten expandirse y experimentar también con texturas y diferentes planos. Llama la atención que en ocasiones todos parecen ser diferentes capítulos de un mismo cuadro. Como fases que se complementan y que van llenando de matices la propuesta. Aun y todo, cada uno de los lienzos asume un lugar propio llegando a un diálogo que dota de coherencia a “Recuerdos de una noche”.