Viejos licores, ¿Nuevas costumbres?
El feni es un licor ancestral, producido a partir de la manzana de anacardo, que algunos intentan recuperar o darle nuevos aires en Goa, uno de los estados de la costa oeste de la India, donde una nueva generación de destiladores está tratando de actualizarlo cinco siglos después de que comenzara a fabricarse. Este alcohol fuerte y áspero, que en su día fue muy popular, no ha estado de moda durante décadas. Los jóvenes de Goa prefieren los licores extranjeros, así que la destilería Cazulo ha pensado en inventar cócteles suaves a base de feni que ellos producen según métodos centenarios. «Quería difundir el saber hacer tradicional a una clientela moderna», explica Hansel Vaz, propietario de una de las destilerías que ha apostado por recuperar el feni.
La producción de esta bebida se lleva a cabo de febrero a mayo, durante la temporada del anacardo. La tradición exige que solo las frutas que han caído al suelo, estando suficientemente maduras, puedan entrar en su composición. Mientras las destilerías modernas utilizan trituradoras de metal para extraer el jugo destinado a la fermentación, los trabajadores de Cazulo continúan presionando con los pies los anacardos deshuesados, cuyo jugo se recoge en una palangana de piedra excavada en el suelo. Ese jugo que cae a las vasijas de barro, protegido de la luz, fermenta en ellas durante tres días, antes de ser hervido y luego destilado para obtener un alcohol conocido con el nombre de urrack. La destilación del urrack con el añadido de jugo fresco da el feni. El éxito de la añada antes se evaluaba observando el tamaño de las burbujas cuando el líquido se vertía en un vaso, pero ahora se recurre al alcoholímetro para garantizar la calidad.
Resaca colonial. El feni, ahora una bebida obsoleta que nace de los frutos de los anacardos importados a Goa por los colonos portugueses en el siglo XVI, fue valorado de otra manera durante mucho tiempo, según asegura Biula Pereira, autora del libro “One for the road”. «El feni se usaba en cada ocasión y para cada rito de iniciación. También tenía un propósito medicinal como remedio contra el resfriado y la fiebre», cuenta la autora a AFP.
El abuelo de Hansel Vaz lo bebía a diario, pero en los albores del siglo XXI los jóvenes de Goa prefieren el exotismo de la ginebra y el mezcal. Estos alcoholes, que han logrado conquistar el mundo, han impulsado a Hansel Vaz a relanzar el negocio familiar, teniendo en mente la idea de restaurar la imagen de ese licor «como una bebida moderna». «Se trata de expresar nuestra identidad cultural», dice este exgeólogo de 38 años que pretende crear un mercado para su feni premium, embotellado y elaborado en la zona.
Para Mac Vaz (sin parentesco con Hansel), director de la destilería Madame Rosa, se trata de acabar con la «resaca colonial» que empuja a algunos indios a despreciar los productos locales. Después de haberse tragado su primer sorbo de feni a los 23 años, sabe que tiene que ser creativo para superar la desgana.
En Cazulo, los clientes están invitados a asistir al proceso de fabricación del feni antes de degustarlo puro o como cóctel a base de frutas.
Sin embargo, Shamina Shamji, que siempre ha encontrado al feni «demasiado ácido y demasiado fuerte», se dejó seducir por un cóctel de feni con mango con motivo de una degustación privada organizada por Mac Vaz. «Ciertamente pediría uno en un bar», señaló la empresaria de 50 años.
Las marcas Cazulo, Big Boss o Madame Rosa las llevan un grupo en crecimiento de indios cosmopolitas y aventureros. Madame Rosa ya exporta sus productos a ocho países, incluidos Estados Unidos, Australia y los Emiratos Árabes Unidos. Produce de 4.000 a 5.000 cajas de feni al año con diferentes marcas, a un precio de 1.500 rupias (unos 17 euros) la botella. Pero algunos destiladores temen que la producción se industrialice y dañe la esencia misma del feni que están tratando de preservar. «No se trata de poner una etiqueta elegante y ganar dinero fácil», insiste Hansel Vaz, cuya casa Cazulo exporta a América del Norte, el sudeste asiático y Europa. «Es una artesanía tradicional. No se puede producir en masa», concluye.