Gurutze Anduaga
IRUDITAN

Arte para sustos

En estas últimas semanas todas las miradas se han centrado en los acontecimientos olímpicos de Japón, unos juegos que hemos seguido cada uno desde sus casas y que han sido de nuevo, a pesar de ser un año pandémico, una gran cita que siempre huele a verano.

Sin embargo, días antes del arranque de estos Juegos, la ciudad de Tokio vivió una experiencia un tanto surrealista, y también ciertamente aterradora.

La mañana del 16 de julio, la ciudad ninpona se despertaba con un nuevo ocupante en el cielo, un globo aerostático de veinte metros de altura (lo equivalente a unos seis pisos) y con la cara de una persona. Esta aeronave tocó el cielo tokiota desde el parque Yoyogi, donde se encuentran las principales sedes del país.

¿Una acto de protesta? ¿Una acción que predecía un boicot?

Nada más lejos de la realidad. Se trata de un proyecto artístico creado por un grupo local y que lo bautizaron como “Masayume”. Un equipo de arte contemporáneo formado por la artista Haruka Aragami, el director Kenji Minamikawa y el artista Hirofumi Masui. El evento estaba previsto para el año pasado en el marco de un festival que era de celebrarse en la capital, un programa cultural público organizado por el Gobierno Metropolitano de Tokio y otras organizaciones, pero que fue pospuesto por la pandemia. Para que luego digan que el arte no impresiona.