Xandra  Romero
Nutricionista
SALUD

Hablemos de heces y flatulencias

El tema de evacuar es un tema tabú, a pesar de que puede proporcionar mucha información sobre nuestra salud. El color, la consistencia y el olor nos orientan para saber si todo está bien, o, por el contrario, algo puede estar fallando en nuestro proceso digestivo. Sin embargo, siempre que se pregunta a alguien por este tema en consulta de nutrición, la cara de la persona se vuelve pura estupefacción.

Lo mismo ocurre cuando hay que hablar sobre las flatulencias. Pareciera que todo lo que implique como vía de escape el ano fuese tabú y, sin embargo, sin este proceso digestivo, no estaríamos vivos. De modo que hablemos de ello.

Las heces, o también denominadas materia fecal, están constituidas de aquella materia que tiene origen en lo que comemos y bebemos, y que el estómago, intestino delgado y colon no han absorbido. Es en este último punto, en el colon, donde encontramos la ya mentada en otros artículos, microbiota. Esta depende en mucha medida de la calidad de nuestra alimentación, pero también de las emociones y el estrés. Es por esto, además, que durante el proceso de evacuación se pueden dar distintos problemas. Por ejemplo, la diarrea ocurre cuando las heces pasan por el intestino muy rápidamente, y puede tener origen en lo que comemos, en las emociones o en cualquier patología. En el otro extremo, el otro problema común, el estreñimiento, que se da cuando la materia fecal pasa a través del intestino muy lentamente.

Pero además del ritmo del tránsito digestivo, el color de las mismas y la consistencia son muy relevantes y, como decíamos anteriormente, aporta mucha más información de la que pensamos. Generalmente el color está influenciado por lo que comemos, pero también por la cantidad de bilis, un líquido amarillo verdoso que ayuda a digerir las grasas y que se encuentra disuelta en las heces.

De forma ilustrada, los profesionales contamos con la Escala de Bristol, un esquema basado en imágenes que clasifica las heces en siete tipos según su consistencia, aunque también tiene en cuenta el color. Así, la mejor es la que es marrón y tiene forma de plátano o salchicha perfecta, que se expulsa con facilidad y casi sin dejar rastro en el papel. No es normal hacer bolitas ni heces descompuestas ni líquidas. Y es que, en este sentido, existen muchísimas teorías falsas y mitos.

En segundo lugar de este tabú, encontramos las flatulencias, que aparecen principalmente por dos motivos: por tragar aire o porque se producen directamente en el intestino grueso. Los primeros aparecen por comer rápido, masticar chicles, etc y los segundos, gracias a las bacterias que conforman la microbiota.

Cuando ingerimos carbohidratos que no son digeribles, como algunos tipos de fibra, las bacterias del colon lo fermentan y producen gases como ‘residuo’. Este es el caso de las legumbres, las verduras crucíferas como la coliflor, el brócoli, las coles de Bruselas, la cebolla y los productos que tienen añadidos polialcoholes, como los edulcorantes y que son, por ejemplo, habituales en los chicles.

Estos gases tienen distintos olores en función de la distinta composición de esos gases de residuo. Sin embargo, el olor también va a depender del tipo y cantidad de bacterias intestinales que tengamos y de los alimentos que comamos.

En resumen, hablar sobre flatulencias y heces, además de observarlas, lejos de ser un tema tabú o escatológico, puede ayudar a conocer y entender mejor cómo funciona nuestra digestión y a detectar y servir de señal de alarma ante cualquier alteración que se presente y que tenga origen orgánico, dietético e, incluso, emocional.