Amaia Ereñaga
Erredaktorea, kulturan espezializatua
REPORTAJE

Desmontando mentiras y tabús sobre la menopausia

“Re-evolución” es el concepto con el que May Serrano define lo que está viviendo, el climaterio, una etapa de conexión con su cuerpo. Es también lo que están haciendo miles de mujeres en todo el mundo, rompiendo de paso con tabúes, mentiras gordas y mucho silencio.

May Serrano posa en la Gran Vía bilbaina. Esta creadora y performer es la autora del libro «El climaterio. ¡Todo lo que sabes sobre la menopausia es mentira!».Fotografía: Marisol Ramirez | FOKU
May Serrano posa en la Gran Vía bilbaina. Esta creadora y performer es la autora del libro «El climaterio. ¡Todo lo que sabes sobre la menopausia es mentira!».Fotografía: Marisol Ramirez | FOKU

Seamos sinceras. La menopausia no tiene buena prensa. Tampoco glamour. No tiene casi hasta nombre, porque cuando hablamos de menopausia nos estamos refiriendo, en realidad, al climaterio, un periodo de transición que dura años, décadas incluso; de los 40 a los 60 años, a grosso modo. La menopausia es solo una fecha, la de la última regla. Pero mejor no hablar de ella, ni nombrarla siquiera, porque se supone que allí se visibiliza el umbral desde donde empieza el envejecimiento femenino. El principio del fin. La cuesta abajo sin frenos. Y todo cuando envejecer, precisamente, está tan mal visto en esta sociedad de consumo en la que la aspiración como modelo colectivo es la perpetua juventud. Aunque todos seamos conscientes de que es una filfa. Entonces, una mujer madura con sofocos, sequedad vaginal, líbido menguante, colgajos en los brazos y mal humor es un cliché con cero atractivo. Un cliché o construcción cultural sobre el envejecimiento femenino que se nutre de tabúes, medias verdades y mentiras de las gordas, contra el que, sobre todo en estos últimos años, han empezado a surgir voces públicas, talleres y publicaciones que investigan, sacan a la luz y ponen en valor y hasta reivindican esta etapa de la vida cuya experiencia es universal y, sin embargo, silenciada. Un dato: según una estadística de la Sociedad Norteamericana de Menopausia que se cita con frecuencia, en 2025 más de mil millones de mujeres de todo el mundo serán posmenopáusicas. Un sector de la población a tener muy en cuenta, evidentemente.

May Serrano (Teruel, 1970) es una creadora multidisciplinar que vive en Bizkaia. Hace de todo: acaba de sacar una página web con una masterclass de tres pasos para «convertirte en dueña y señora de tu vida» (simequiero.com/masterclass), fue autora de una performance a modo de crítica gamberra al amor romántico que se plasmó en una acción colectiva en Bilbo (“Me caso conmigo misma”, también en forma de libro), ha escrito un relato infantil (“Mamá me ha venido la regla”) y de vez en cuando queda en Gorliz con las Orca Maris, un grupo de 90 mujeres en plena madurez –en todos los sentidos– que sale al mar a nadar en grupo. Lo de Orca Maris es un homenaje a las orcas, una de las escasas especies, junto a la humana, que tiene la menopausia.

Las mujeres maduras son las que mantienen la vida cultural en marcha. Fotografía: Jon Urbe | FOKU

 

May Serrano también es una mujer con mucho sentido del humor, llena de vitalidad y que habla sin tapujos; sin tonterías, vaya. En agosto de 2015, a los 45 años, la regla se le retrasó 15 días. «La primera vez que empecé a tener desarreglos, aunque no me gusta la palabra, mejor cuando empezaron a cambiar mis ciclos, me dijo el médico: ‘Eso es la menopausia’. Y yo dije: ‘No. Soy muy joven, ¡eso es de viejas!’». Ahí empezó «un viaje de locura y rabia» que está plasmado en el sumamente divertido y esclarecedor “Climaterio. ¡Todo lo que sabes sobre la menopausia es mentira!” (ArcoPress ediciones, 2019). Como hemos hecho todas al llegar ese momento, buscó en Google y la imagen que le devolvió fue terrible: Sofocos, dolores articulares y musculares, aumento del colesterol malo, enfermedades vasculares, anorgasmia, inestabilidad emocional, irritabilidad, sequedad vaginal, disminución de la libido, insomnio, estrés, sequedad ocular... «¡Coño, estamos muy mal hechas! –exclama May Serrano–. ¿La naturaleza en qué estaba pensando cuando nos creó? Si a partir de los 50 ya no valemos para nada nos tendríamos que morir y ya está, como la mayoría de las hembras de la especies animales. Así que si no nos morimos será que tenemos que hacer más cosas aquí en la vida y nuestro cuerpo pasa a otra fase. Porque igual que cuando te viene la regla, antes de tenerla estabas en un modo y después entras en el modo cíclico. Y cuando se acaba, sales del modo cíclico. Y ya está». Como constató May Serrano, la información cultural y médica existente es escasa. No es de extrañar, viendo cómo ha sido tratado históricamente el climaterio.

La psicóloga y sexóloga Maitena Usabiaga Sarasua apuesta por «colectivizar el conocimiento», grupos de mujeres que hablen de sus experiencias. Fotografía: Oriol Clavera 

 

Dar voz y cuerpo. 16 de febrero, Festival de Cine de Berlín. Emma Thompson se convierte en viral en las redes sociales al lanzar un discurso en la rueda de prensa de “Good luck to you, Leo Grande”, película en la que interpreta a una mujer de 55 años que busca vivir su primer orgasmo. Ese día Thompson, de 62 años, explicaba lo que es exponer en pantalla su cuerpo «sin tratar», sin tratamiento estético, y denunciaba: «Yo no puedo ponerme así delante de un espejo. Porque si estoy frente a un espejo, me muevo, me pongo algo, me pongo de lado, hago algo. No puedo estar así [parada] porque es horrible. Todo lo que nos rodea nos recuerda lo imperfectas que somos: todo está mal con nosotras. Todo está mal y tienes que mostrarte de una determinada forma. A las mujeres nos han lavado el cerebro para que odiemos nuestros cuerpos».

Andie MacDowell exhibiendo su melena canosa en Cannes, Kate Winslet negándose a que le borraran la barriga en una escena de sexo de la serie “Mare of Eastwon”, musicales como el norteamericano “Menopause” con versiones internacionales, sitios web y páginas en Instagram como “The Menopause canvas” –un proyecto artístico para visibilizar la menopausia creado por tres jóvenes diseñadoras, entre ellas la navarra Andrea Proenza–, reportajes en medios como “The New York Times”... el debate cultural, curiosamente, ha alcanzado un nuevo pico de frenesí con la pandemia, tal vez ante el impulso dado por las mujeres maduras que tienen voz pública y se rebelan contra este bagaje negativo. «Culturalmente, la menopausia, se ha considerado el fin de todo, al ligar conceptos como deseo y capacidad reproductiva. Hay una creencia cultural de que la sexualidad desaparece con la menopausia, pero es una gran mentira, porque la sexualidad nace y muere con nosotros. Y solo estamos hablando de que termina la posibilidad de tener hijos, un hecho que para las mujeres, en cierta forma, es una enorme suerte. La sexualidad no es solo el coito, también es el contacto», explica Anna Freixas, psicóloga y gerontóloga feminista.

Mural en el gaztetxe de Leitza. Al lado, cola para entrar al cine en Zinemaldia. Fotografía: Jon Urbe | FOKU

 

Vayamos por partes. Los médicos victorianos creían que a las menopáusicas les salían escamas en los senos; en el XIX, que las perimenopáusicas eran propensas a padecer enfermedades mentales. En el siglo XX, con el descubrimiento de los estró&bs;genos, por suerte, esto cambió. Borrón y cuenta nueva en la historia de la medicina. Aunque no hay una especialidad médica que estudie este ciclo en toda su complejidad, porque los síntomas afectan a distintos sistemas y partes del cuerpo. De los vaivenes, para muestra, un botón: a principios del pasado mes de febrero, una veintena de sociedades científicas estatales e internacionales publicaron un documento titulado “Criterios de elegibilidad para el uso de la terapia hormonal de la menopausia (THM) en mujeres con condiciones médicas”, en el que reivindican la seguridad y eficacia de la terapia hormonal para aliviar la sintomatología de las menores de 60 años durante la menopausia. Hoy en día, solo el 4% de las mujeres menopáusicas y el 2,35 % de las que están en perimenopausia están en tratamiento hormonal frente al 20% que lo hacía hace 20 años. ¿El motivo? La “hormonofobia”: hace dos décadas su uso cayó en picado por el miedo a efectos secundarios y a la «desinformación» incluso entre los propios profesionales, que no han actualizado sus conocimientos en los tratamientos para la menopausia, como dijo Santiago Palacios, de la Sociedad Internacional de Menopausia.

¿Y todo tiene que ver con la sintomatología? ¿Este ciclo vital se circunscribe solo a eso? Maitena Usabiaga Sarasua es psicóloga y sexóloga, detenta el centro Zesua Terapia Sexológica y es colaboradora de GAUR8. «En los últimos años más especialistas estamos haciendo un trabajo de divulgación, pero no sabemos nada. Hasta ahora lo que se ha hecho ha sido desde el punto de vista masculino, obviamente, y desde la anulación, porque es algo que está invisibilizado. Esta es una fase que ha sido nombrada o definida como una enfermedad, cuando no lo es. Y la verdad es que el cambio hormonal es potente, químicamente nuestro cuerpo cambia y eso repercute evidentemente, pero es más importante cómo se leen o interpretan esos cambios. Si los viviéramos como algo positivo y como una señal de que estamos vivas, seguramente viviríamos mejor la menopausia, como viviríamos mejor también la regla».

 

Emma Thompson bromea en el photocall del Festival de Cine de Berlín. Allí su discurso sobre el cuerpo de la mujer madura se convirtió en viral. Fotografía: John Macdougall | AFP

 

El sexo no acaba, arriba la líbido. «Nuestra vida sigue centrada en la reproducción y la sexualidad de la mujer solo ha sido objeto de atención en la edad fértil: ni antes ni tampoco después –añade Maitena Usabiaga–. Son dos colectivos, el de las mayores y las niñas, en los que la sexualidad ni se nombra. El placer se ha quitado de la ecuación, y se habla solo del coito, que es el único modo de quedarse embarazada».

Un estudio realizado por Carolina Ackerman en noviembre del pasado año y publicado en el último número de la revista “Mujeres y salud” da unos datos muy interesantes. La muestra está realizada entre 320 mujeres, entre 40 y 60 años que, ojo, muchas de ellas han sabido lo que es el climaterio gracias a la encuesta. El 85,9% han manifestado no haber recibido información real por parte de los profesionales de la salud: «La orientación de apoyo (...) es una concepción medicalizada más orientada al tratamiento y curación de síntomas aislados».

Anna Freixas, en “Sin reglas. Erótica y libertad femenina en la madurez” (Capitán Swing, 2018), encuestó a 730 mujeres de todo el Estado, de 50 años en adelante. Y concluyó que el cliché tan extendido de que la sexualidad y la líbido desaparecen «es una tontería de primera categoría. Hemos constatado que hay una importante actividad sexual, cosa que, según la teoría, no debería ser. Otra cosa es que las condiciones sociales permitan a las mujeres llevar a cabo su deseo o encontrar una pareja sexual». De hecho, apunta que «la menopausia podría ser el momento de mayor felicidad sexual».

 

Acto de apoyo feminista al movimiento Toutes aux Frontières y la Marcha europea de las Mujeres organizado en Bilbo el pasado año. Fotografía: Oskar Matxin Edesa

 

«¿Por qué no se cae el clítoris?. May Serrano es de la misma opinión: «Socialmente ha habido una época en la que las mujeres tenían menor deseo sexual, pero hay que ver el contexto: matrimonios larguísimos, casadas con personas con la que no quieres compartir la vida, bastante aburrimiento, bastantes maltratos y el deseo sexual de las mujeres que tampoco lo hemos hablado mucho hasta hace poco. Se junta un poco todo, pero ahora que estamos conscientes de nuestros cuerpos y de nuestro deseo, vemos que no se apaga. Yo veo que tienen más problemas los hombres físicamente para seguir ejecutando como hacían siempre, que es todo lo contrario de lo que nos pasa a nosotras: el deseo está igual o más, depende cada una de lo despierta que estés, de la relación que tengas con tu cuerpo, de cómo te hayas explorado». Y lanza una pregunta: «¿Si se acabase el deseo, para que tenemos el clítoris? Se caería el clítoris, igual que se caen los dientes. Si es una cosa que no necesita el cuerpo se atrofiaría o algo, pero no hay ningún cambio, no envejece».

Por cierto, para la falta de lubricación, un ejercicio: «Cuanto más tensión tienes en el suelo pélvico o en el útero menos lubricas. Si aprietas la mandíbula, menos lubricas. Relajas la mandíbula y dices ‘hacer saliva’ y la boca se saliva sola. Al relajar la mandíbula se relaja el suelo pélvico y la vagina, y lubricas. Hay que dedicarse un tiempo a una misma, tampoco ir a saco ‘aquí te pillo a aquí te mato’, hay que tomarse un ratito para investigar y descubrir lo que te apetece».