«Con la velocidad del rayo, la Mano de Irulegi ya forma parte de nuestra iconografía colectiva»
Si el hallazgo de la Mano de Irulegi ya emocionó «profundamente» al secretario general de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Juantxo Agirre Mauleon, casi en la misma medida le ha sorprendido el impacto que ha tenido ese descubrimiento en la sociedad, de tal manera que se ha convertido en una imagen que, «con la velocidad del rayo, ya forma parte de nuestra iconografía colectiva».
Un descubrimiento que atribuye a que «quienes trabajan la tierra, obtienen sus frutos», porque «la suerte está directamente relacionada con el trabajo y el esfuerzo invertido». Una labor que en el caso de la Mano de Irulegi ha quedado plasmada en un libro que Aranzadi publicará próximamente y con el que, a través de 124 páginas con gran profusión de imágenes, «en un par de horas se entiende la importancia de este hallazgo». Agirre Mauleon está seguro de que esta obra «se va a convertir en un referente de consulta para toda persona amante de nuestra historia».
Para un experto como usted en el ámbito de la arqueología en Euskal Herria, ¿qué supone, al nivel más personal, el hallazgo de la Mano de Irulegi?
Me ha emocionado profundamente porque, después de tres décadas participando en proyectos arqueológicos y viendo descubrimientos de diferentes compañeros, poder encontrar en nuestro territorio un testimonio escrito tan antiguo es el sueño para cualquier arqueólogo que trabaja en arqueología histórica. Porque la arqueología histórica nace con la escritura, porque con ella empieza la historia y siempre hemos tenido envidia de los griegos, de los romanos, que tienen centenares de piezas mucho más antiguas. Es el primer documento escrito relacionado con los orígenes del euskara y poder encontrar aquí, entre nuestras montañas, un testimonio de este tipo, es una satisfacción indescriptible, aparte de que tanto Mattin Aiestaran como el grupo que está ahí, de alguna manera son discípulos míos y ver lo bien que lo están haciendo las nuevas generaciones de arqueólogos me da casi mucha más satisfacción que la propia pieza.
¿Se esperaba el fuerte impacto que ha generado en la sociedad en general este descubrimiento?
Creo que todos pensábamos que iba a tener un impacto, aunque no de esta magnitud. Realmente me ha sorprendido la rapidez con la que gran parte de la ciudadanía ha hecho suyo este descubrimiento por varias cuestiones. La pieza en sí, al ser una mano, es estéticamente muy atractiva, es parte de nuestro cuerpo. Es un objeto muy cercano, muy cotidiano, muy nuestro. Y luego, que esté escrito en el idioma indígena del cual proviene nuestro idioma, el euskara, nos empatiza más con la pieza. Además, que sea otro alfabeto que no lo teníamos relacionado con nuestro idioma, también nos hace emocionarnos a todos más. Y que la primera palabra, sea tan positiva, “Sorioneku”, transmite alegría, buena fortuna. Esos tres aspectos, el de la forma de la mano, el del idioma y el de la primera palabra, han hecho que esta pieza se adueñe rápidamente del imaginario colectivo de nuestra ciudadanía. De alguna manera, es una imagen que, con la velocidad del rayo, ya forma parte de nuestra iconografía colectiva.
Aranzadi publica un libro sobre este gran descubrimiento. ¿Qué se va a encontrar el lector o lectora en esa obra?
El equipo que hemos participado en esta investigación explicamos en el libro, con gran profusión de imágenes, cómo es el yacimiento, cómo han sido los diferentes procesos de investigación, cómo es la pieza a todo detalle, con fotografías a tamaño real, con fotografías de cada una de las letras y también quiénes son y de dónde viene el equipo que la ha estado investigando. De tal manera que, a través de 124 páginas, en un par de horas, se entiende la importancia de este hallazgo, que supone un hito en el estudio del idioma y de los modos de pensar de aquella población vascona del siglo I antes de Cristo. Es un testimonio epigráfico excepcional.
¿Habrá alguna sorpresa en la obra, en el sentido de información que todavía no se ha dado a conocer?
El libro relata con mucho más detalle y con mucha más profundidad lo que se ha reflejado en los medios durante todos estos días y estoy seguro de que se va a convertir en un referente de consulta para toda persona amante de nuestra historia.
¿Haber encontrado una pieza de la entidad de la Mano de Irulegi es como una especie de recompensa al trabajo que realiza Aranzadi en su empeño por rescatar nuestro pasado?
El hallazgo de la pieza de Irulegi es fruto del trabajo de un colectivo que lleva desarrollando durante estos últimos veinte años investigaciones por toda Navarra y en todas sus cronologías. También quiero recordar que se encontraron hace cuatro años las primeras pinturas rupestres de Navarra en Urdax y que también hay otros hitos, como el descubrimiento y musealización de castillos medievales como el de Irulegi o el de Amaiur, y otros trabajos que se han desarrollado en materia de derechos humanos, en lo que llamamos arqueología de la memoria, con todos los equipos de antropología física. En definitiva, quienes trabajan la tierra, obtienen sus frutos. La suerte está directamente relacionada con el trabajo y el esfuerzo invertido.
¿Espera que los trabajos de Aranzadi sigan aportando más novedades que nos hagan reescribir y acercarnos a una perspectiva más real de nuestro pasado?
Si logramos mantener todos estos equipos de jóvenes investigadores e investigadoras, sin duda estoy convencido de que vamos a obtener más piezas, más elementos para poder comprender nuestra antigüedad y nuestra prehistoria. Por ello, hay que apoyar a quienes se forman en arqueología e historia en nuestras universidades para que puedan desarrollar su profesión en nuestro propio patrimonio.