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ARQUITECTURA

Urbanismo climático


Existe aún la errónea idea de que la ciudad es un artefacto que debe contraponerse a la naturaleza. Una idea donde la razón, la lógica y por supuesto sus derivadas como la matemática o la geometría, se impone y alteran radicalmente el ecosistema propiciando un entorno excelso y paradisiaco para el habitar.

Este pensamiento tan arraigado en la arquitectura clásica, en tratados y diseños de ciudades ideales, o incluso en las bases de la propia arquitectura del movimiento moderno, no puede ser visto desde la perspectiva actual mas que como un error. La ciudad, o si se prefiere de forma más directa sus habitantes, requieren de lo natural, de un equilibrio con el medio, porque más allá de unas arquitecturas ordenadas, racionales o incluso bellas, la calidad del aire, del agua o la biodiversidad deben ser hoy entendidas como parte fundamental del urbanismo.

Proyectos en principio de poco valor mediático o icónico, como el del Parque Rachel de Queiroz, en la ciudad de Fortaleza, al norte de Brasil se vuelven de inmenso valor simbólico en la defensa de estos nuevos valores urbanos. Con 10 km de longitud y cerca de 203 hectáreas, cuando esté terminado, este parque será un eje estructurador fundamental de esta ciudad brasileña. Dada su gran longitud, el proyecto ha sido dividido en 19 tramos, dos de los cuales han concluido. El diseño del proyecto se basa en una estructura de parque lineal, que utiliza el sistema de viales existente como enlace entre las áreas verdes que cortan ocho barrios en la zona oeste de Fortaleza.

El sexto tramo, que acaba de ser inaugurado, rescata un área degradada que fue durante muchos años motivo de preocupación para la población de un barrio densamente poblado. Este espacio, es la mayor área de intervención en el área del parque, era un gran baldío, ocupado por un vertedero irregular y donde desembocaba una gran red de alcantarillado clandestino. Esta situación agravó la contaminación del arroyo Cachoeirinha, un recurso hídrico que riega el territorio y estructura la mayor parte del parque lineal. Además, debido al intenso proceso de densificación en este barrio de la ciudad y de la consecuente reducción de áreas permeables en los alrededores, las inundaciones se hicieron más frecuentes y peligrosas a causa de la sobrecarga del sistema de drenaje pluvial.

Como no podía ser de otra manera, el proyecto del parque adoptó la solución del sistema de drenaje a escala urbana como eje del nuevo diseño. Para mejorar la calidad del agua del arroyo Cachoeirinha, así como crear un sistema de amortiguación de inundaciones, se utilizó la técnica del humedal. Basándose en importantes estudios hidrológicos, se propusieron nueve lagos artificiales interconectados que realizan un proceso de filtrado natural de las aguas del arroyo y de las pluviales, mediante el proceso de decantación y fitorremediación.

Este proceso lo llevan a cabo microorganismos que se fijan tanto en la superficie del suelo como en las raíces de las plantas acuáticas de los estanques. Es decir, además de marcar el espacio del parque con su potencial paisajístico, los lagos artificiales son una estrategia fundamental para la recuperación ambiental del área sin excluir el uso urbano lógico de un parque de estas características. Tras la apertura de este tramo, los visitantes se han acostumbrado a ver diferentes especies del ecosistema autóctono en medio del paisaje urbano.

Los caminos entre los lagos dan acceso a los vecinos a diferentes espacios, tales como instalaciones culturales, deportivas y de ocio. Un anfiteatro, un parque para perros, canchas polideportivas, juegos infantiles, espacios de lectura, o un gimnasio al aire libre son solo algunas de las actividades disponibles. Una pista que rodea todo el perímetro del parque garantiza un espacio seguro y adecuado para caminar, correr y andar en bicicleta. Desde el inicio del proyecto, la diversidad de usos que brinda el programa de necesidades del Parque Raquel de Queiroz fue diseñada para incluir y fomentar la apropiación del espacio por parte de la población, entendiendo el uso del área como un componente fundamental para la sostenibilidad ambiental, evitando que la zona vuelva a convertirse en un lugar de depósito clandestino de basura, escombros o aguas residuales.

Calidad de vida. El proyecto defiende la idea de que la mejor conservación pasa por el uso del parque y por la vinculación del mismo con los vecinos. La identidad visual también formó parte del proyecto desarrollado por Architectus S/S. Desde el logo que destaca a los humedales como protagonistas hasta la cartelería con rótulos y tótems que no solo orientan, sino que educan e informan. Todo ello para clarificar este espacio público en diferentes niveles.

Esta zona de la ciudad, a pesar de tener grandes vacíos urbanos y una alta densidad de población, carecía de espacios públicos hasta la apertura del Parque Rachel de Queiroz. Todos estos factores explican la rápida apropiación del parque por parte de la comunidad cercana, y ya cuesta recordar aquel espacio que tantos problemas trajo a la ciudad.

Todo ello gracias a un proceso de urbanismo con una mirada amplia. Ya que la defensa de un entorno natural adecuado es la mayor expresión de la lucha contra el cambio climático, y significa, al fin y al cabo, calidad de vida.