BERTA GARCIA
CONSUMO

Moda lenta, moda circular

La moda rápida –el suministro constante de nuevos estilos a precios bajos– ha provocado un gran aumento de la cantidad de artículos textiles producidos y desechados. Como consecuencia, ropa, calzado y textiles para el hogar son responsables en gran parte de la contaminación del agua, las emisiones de gases de efecto invernadero y los vertidos. Todo ello supone un deterioro medioambiental que tiene efectos en la salud, entendiendo esta como un estado universal que abarca a los humanos, al reino animal y al vegetal.

La fabricación textil implica el uso de agua, de energías, y materias primas, recursos todos ellos limitados; pero también constituye las emisiones de gases de efecto invernadero, la generación de millones de toneladas de residuos y la contaminación de las aguas con millones de microfibras plásticas procedentes del lavado de los textiles (sobre todo las fibras sintéticas) durante la producción. Esto sin contar el transporte necesario, ya que un 90% de la producción viene de terceros países (China, India, Marruecos, etc).

Impacto medioambiental. La UE ha introducido una serie de medidas sobre la economía circular (año 2018) para mitigar el impacto medioambiental, abogando durante años por promover el uso de materias primas ecológicas y sostenibles y la reutilización y el reciclaje de la ropa, y proponiendo varias formas de abordar estos problemas, incluido el desarrollo de nuevos modelos comerciales para el alquiler de ropa, el diseño de productos de una manera que facilite la reutilización y el reciclaje (moda circular), convencer a los consumidores de comprar menos ropa y de mejor calidad (moda lenta) y, en general, dirigir el comportamiento del consumidor hacia la elección de opciones más sostenibles.

Esta modificación hacia un comportamiento cívico y responsable avanza de forma lenta y desigual en el mapa europeo, ya que hay países más sensibilizados, frente a otros que ven impopulares las medidas aferrándose a la filosofía económica neoliberal “del todo vale”. Gobernantes y empresarios con visiones cortoplacistas, a los que ni la crisis sanitaria les ha hecho reaccionar ante la constatación de nuestra fragilidad.