APR. 30 2023 PANORAMIKA Desde lo colectivo Iker Fidalgo En la cultura popular, el arte se representa a veces como un conocimiento incomprensible. Un área disponible solo para unas pocas mentes que, desde la intelectualidad, admiran encriptadas obras, casi siempre abstractas o compuestas por formas no reconocibles. Detrás de este tópico aparece la figura del artista genio. Un extravagante creador solitario que, gracias a destellos de inspiración, culmina esas piezas solo alcanzables para unos pocos. Esta imagen estereotipada dista mucho de la realidad. La creación cultural en general y la artística en particular, es uno de los desarrollos profesionales más duros. Un camino que raras veces garantiza espacios de comodidad y que convive con la precariedad y un constante salto al vacío sin red. Es por eso que, para la supervivencia en este mundo profesional, son muchas las maneras que los y las artistas han decidido poner en práctica. La constitución de colectivos artísticos es una de ellas. Ya desde las vanguardias, la pertenencia a un movimiento concreto, cercano a una serie de postulados decididos internamente y abandonando el nombre propio para diluirlo en lo compartido, aparece como una opción tras la que agruparse. La tradición de los movimientos sociales y en ocasiones la desaparición de la línea entre lo artístico y lo político, ha implementado múltiples maneras de militancia. La práctica colectiva es siempre un estímulo. Una vía para romper con procesos creativos exclusivamente internos y una opción de hablar con una voz formada por muchos matices y expresiones. No existe un manual de instrucciones y los colectivos artísticos actúan según su propia identidad. A veces como un ente unido y otras como un coro múltiple de protagonismos compartidos. De cualquier manera, unirse, asociarse o juntarse es siempre sinónimo de componer una pequeña comunidad en la que cuidarse y compartir. Cuestiones tan importantes en un mundo cada vez más distanciado de lo que realmente importa. El fotógrafo David Salcedo (Murcia, 1981) fue el encargado de poner en marcha el pasado 2022 en Gasteiz un proyecto llamado “Taller 144”. Bajo su coordinación, diez fotógrafos y fotógrafas han realizado un proyecto colectivo que se expone en la Sala Amárica hasta el 7 de mayo. “Rügen” es el título de esta muestra que parte de una premisa concreta: el hecho de que algunos de los aviones que bombardearon Gernika en 1937, despegaron del aeródromo de Salburua, uno de los barrios más conocidos de la ciudad. Bajo esta condición, cada participante en el proyecto llevó a cabo un proyecto propio durante los seis meses que duró el taller, dando forma a una colección de piezas que conforman la exposición. El punto de partida no era el de realizar una documentación sobre este hecho histórico, más bien entender el poso de la memoria y contextualizar una interpretación a cargo de cada cual. La sala alberga una serie de obras dominadas por el blanco y negro. Algunas de ellas reflejan partes reconocibles del entorno y otras derivan hacia la abstracción a través de texturas, planos escorzados y juegos con luz. Los trabajos firmados por Saúl Vara, Virginia González, Ainhoa Gamarra, Sandra Sastre, Ros Lozano, Juanjo García, César Caballero, Iñigo Otalora, Mikel Rivera y Piko Zulueta, nos esperan en la galería alavesa. También hasta el 7 de mayo, podremos visitar la propuesta del colectivo navarro Zzzz formado por Enrique Aparicio, Ignacio de Álava, Marcos García, José Antonio Larrasoaña, Fernando López, Alvaro Martínez, Paco Sada y Pilar Sampol. “Frontera/muga” se inauguró el 24 de marzo y es el resultado de un proceso de investigación artística desde la fotografía iniciado hace tres años, en torno al concepto que da título a la exposición. El Pabellón de Mixtos de la Ciudadela de Iruñea es el escenario donde unas 400 imágenes componen diferentes piezas sobre la noción de frontera. Trabajos realizados de forma colectiva en donde se disuelve la noción de autoría y conviven estilos y maneras de trabajar.