IKER FIDALGO
PANORAMIKA

Recorrido

En el arte nada es un punto y final. Todo se compone de etapas que construyen un recorrido. La creación no surge por sí sola. Bebe de la experiencia previa y se alimenta de lo que proyecta en el futuro. Podríamos pensar que para las artistas todo forma parte de un proceso creativo. Las diferentes fases que requiere cada uno de los proyectos existen gracias a todos los pasos previos. Lo mismo pasa con una propuesta expositiva. Como público, tendemos a comprender que supone el final de un viaje. Si bien en muchas ocasiones puede que así sea, a veces se trata de un capítulo más. Una manera de poner en relación resultados, experimentaciones y apuestas que a su vez corresponden a desarrollos mucho más amplios. Esto es lo que dota al hecho expositivo de una calidad añadida. Entender la muestra como un espacio activo, vivo y cambiante.

El 17 de marzo, el Centro Cultural Montehermoso de Gasteiz inauguró la segunda exposición correspondiente a la convocatoria de proyectos artísticos del pasado 2022. “Yegua, manca y zurda” es el título de la muestra presentada por Izaro Ieregi (Algorta, 1987), que podrá visitarse hasta el día 14 de este mes. La propuesta supone una oportunidad inmejorable para acercarnos a la línea que Ieregi viene desarrollando desde hace algunos años. Encontraremos resonancias con “Feroz eta kabala”, expuesto también en Montehermoso en 2019, e incluso con algunos de sus últimos trabajos, como el trabajo audiovisual presentado en la Sala Rekalde con motivo del cuarenta aniversario de Ertibil, la última performance realizada en Tabakalera titulada “Conjugate one to each other” o la actuación titulada “Touch me loud”, que tuvo lugar en Irun. Si bien cada una de ellas habla desde un lugar propio, esta visión panorámica de su trayectoria reciente nos ayuda a entender su práctica artística como una investigación que no persigue otro objetivo que el de entender el arte como una manera de habitar el mundo desde otras sensibilidades. Existen ingredientes constantemente presentes en todos estos capítulos.

La relación de los cuerpos con estructuras escultóricas o elementos casi protésicos sobre los que se entrelazan, así como un elenco de performers más o menos habitual que aporta una activación de estos objetos desde lo textual y lo sonoro. En la exposición que nos ocupa, la artista habita la sala a través de varias videoproyecciones de gran tamaño, una obra sonora y varios trabajos gráficos en pared que parecen revelarnos una suerte de partituras y anotaciones. Las piezas de vídeo son coreografías en las que los cuerpos asumen posturas y escorzos guionizados que realizan lecturas de textos. Estos son recitados de manera rítmica y casi musicada y las gargantas se estiran para acceder a micrófonos balanceantes que forman parte de las estructuras sobre las que se posan. En otras ocasiones, algunos de los fragmentos revelan momentos que parecen ser pausas de rodaje, donde la teatralidad de la puesta en escena desaparece y existe una distensión que, sin embargo, sigue formando parte de la obra. La iluminación de la sala recae sobre la luz emitida por las propias proyecciones e inunda toda la estancia con una gama constante que contribuye a la atmósfera creada por las voces y los sonidos de las respiraciones. Sin duda, un trabajo tan interesante como maduro que abarca desde lo narrativo a lo sensitivo y que es llevado a cabo por uno de los nombres a tener en cuenta.

Por último, “El íntimo ritmo del azar” es el título de la exposición que podrá visitarse hasta el 28 de mayo en el escaparate de la Sala Rekalde de Bilbo. Como parte del ciclo expositivo correspondiente al programa “Barriek”, Jonathan García Lana / Tunipanea (Bélgica, 1985) presenta un proyecto iniciado en 2020 y que pone en relación la creación sonora, las construcciones robóticas y lo aleatorio. Tunipanea presenta varios autómatas formados con elementos como un metalófono, unas pelotas percutoras sobre piezas metálicas y de cristal, así como ruedas que pulsan cuerdas de alambres. A modo de instalación se presentan las cualidades expresivas de lo azaroso y su relación con la creación de paisajes sonoros experimentales que abren, desde lo performático, las fronteras de lo musical.