IKER FIDALGO
PANORAMIKA

Observar

El arte se posiciona sobre el mundo al que pertenece. No necesariamente emitiendo un mensaje o revelando algo de manera clara o concisa. La creación se enuncia desde lugares más recónditos. Aquellos a los que pertenecen lo sensible, lo perceptivo o la intuición. Es por eso que los procesos creativos son tan diferentes entre sí y las fases que los componen no funcionan con precisión matemática. No hay una razón única para iniciar un nuevo proyecto. El interés, la belleza e incluso la casualidad, son motivos igual de relevantes para comenzar a andar un camino. Con todo, podríamos asegurar que existe una etapa común a toda producción artística: la observación de aquello que nos rodea. Esto que parece tan obvio no es tarea fácil. En un mundo plagado de exigencias diarias, de rutinas marcadas por la precariedad del panorama cultural y de una sociedad hija de una era plagada de estímulos informativos y visuales, parar para tomar distancia supone un esfuerzo y una dedicación de dimensiones considerables. Esforzarnos por asumir una capacidad analítica sobre nuestro alrededor nos ayuda a reivindicar un lugar desde el que proyectar una nueva voz. La cultura es necesaria porque nos confronta con realidades diferentes. Nos acompaña a rascar las primeras capas y profundizar en aspectos en los que, de otra manera, no repararíamos. La reseña de hoy se detiene en dos exposiciones que han sabido manejar un periodo de observación previo como una manera de iniciar la creación.

El Photomuseum Argazki & Zinema Museoa de Zarautz inauguró a finales del pasado mayo una muestra a cargo del fotógrafo Justy García Koch (Donostia, 1960). La muestra forma parte del programa de Jornadas Fotográficas organizadas por el propio centro, las cuales dieron comienzo el pasado abril. Con esta edición son ya treinta las que se han completado, siendo una de las citas habituales del contexto fotográfico. El proyecto de García Koch es el cuarto y último de los capítulos que han compuesto la programación de las jornadas y lleva como título “Desde el otro lado”. En esta ocasión, el autor nos propone una serie de piezas que para nada tienen que ver con su faceta dentro del fotoperiodismo. En las obras que presenta hasta el día 2 de julio, el paisaje y la volatilidad de lo material se asoman como protagonistas indiscutibles. Composiciones realizadas en blanco y negro en las que la relación fondo/forma estructuran el leit motiv del proyecto. En todas ellas aparecen cuerpos de tela o plástico que parecen danzar, infladas por el aire, la brisa y el movimiento. Componiendo el encuadre, parajes, cielos grises y tierras cargadas de texturas que juegan con la luz, las sombras y las potencias de unos claroscuros de gran saturación. El autor ha ido creando estos escenarios con una meticulosidad escenográfica, disparando su cámara hasta encontrar aquellos momentos deseados. Al entender cada pieza como parte de una serie, acabamos perdiendo la noción de realidad sobre lo que vemos y comenzamos a entender la dimensión poética del gesto casual. El ojo del fotógrafo nos acompaña en este viaje que es tan íntimo como compartido.

También a finales del mes pasado, el museo Chillida Leku de Hernani inauguró una exposición a cargo de Phyllida Barlow (Gran Bretaña, 1944-2023). La artista, que falleció repentinamente dos meses antes de la inauguración, pasa a formar parte de la apuesta que el centro está realizando poniendo en diálogo la producción del propio Chillida con otros artistas como Tápies o Miró. La muestra, que podrá visitarse hasta finales de octubre, ha sido especialmente diseñada para la cita en el caserío Zabalaga. Barlow es capaz de proponer obras de gran contundencia espacial pero sin abandonar la fragilidad de sus materiales y una narrativa casi liviana. La sensibilidad de sus superficies contrasta con las dimensiones de algunas de sus producciones en las que la capacidad escultórica de lo cromático también está presente. Además, pueden visitarse algunos de sus trabajos gráficos realizados desde los años sesenta hasta la actualidad.