Xandra  Romero
Nutricionista

El percentil de los niños

El ritmo de crecimiento de cada persona se controla prácticamente desde su nacimiento, con el objetivo de comprobar que su desarrollo es el adecuado. Para ello, la Pediatría utiliza los percentiles, que establecen el gráfico del crecimiento a través de la medición del peso y la talla.

Una de las cosas que más preocupa a las madres y padres primerizos es el peso de su hijo. Así, vivimos preocupados por el peso desde que nacemos, y aprendemos a utilizarlo como medida prácticamente global de salud. Y es que, durante el desarrollo y crecimiento específicamente, es cierto que una ingesta alimentaria inadecuada puede poner en riesgo el desarrollo no solo físico, sino cognitivo de los niños y adolescentes, del mismo modo que sabemos que la obesidad infantil puede persistir a lo largo de los años, también en la edad adulta, y que hay evidencias que demuestran que el IMC, la presión arterial y el colesterol en la niñez se relacionan directamente con la variación del peso, la presión y colesterol.

Así que no parece ser moco de pavo preocuparse por esto pero, primero, conozcamos cómo es la tendencia habitual de crecimiento (habitual, que no necesariamente “normal”). Desde los 0 hasta los 6 meses se espera que se produzca un aumento progresivo del peso del bebé, donde acumula energía en forma de grasa. A partir de ahí, normalmente, y coincidiendo con el inicio de la alimentación complementaria y hasta que cumple 1 año, la ganancia de peso se enlentece y se estabiliza hasta el tramo que va desde los 2 hasta los 5 años. Desde ese momento, el peso comienza a aumentar progresivamente debido a los cambios de la composición corporal (aumento de la grasa corporal y de la masa muscular) más propios de la adolescencia.

Durante este tiempo, muchas veces los padres y los sanitarios se apuran al pensar en si el peso corporal de sus hijos es o no adecuado y, en consecuencia, si le pone en riesgo. Para ello, para valorar el crecimiento de un niño, los pediatras utilizan un par de herramientas; principalmente el peso y la talla, que se miden a través de unas tablas que permiten valorar su progresión en el tiempo y compararlos con el resto de niños de su mismo género y edad. A partir de esas tablas, se obtienen los famosos percentiles. Además, para conocer si estos datos están proporcionados, utilizan también el IMC que relaciona el peso con la talla y que se representa en una gráfica de crecimiento para los niños y para las niñas, porque el ritmo de crecimiento y la composición corporal es diferente en ambos sexos. No obstante, ojo, porque, como ocurre en los adultos, el IMC no siempre cuenta la “película” completa acerca del estado nutricional.

Así pues, vemos cómo es un tema que, en no pocas ocasiones, puede ser fuente de angustia, tensión y preocupación. En este sentido, deberíamos tratarlo adecuadamente, pero, ¿esta es la realidad? Lo vemos en el próximo artículo.