7K - zazpika astekaria
PSICOLOGÍA

Antídoto


En esta época de intento de tecnificación de todo lo humano, de simplificación de los procesos que durante milenios los artistas, místicos y eruditos han tratado de desentrañar, crece la fantasía de que podemos operar de forma sencilla sobre nosotros mismos, nosotras mismas, como si de un objeto nos tratáramos. La sencillez ficticia en la que los cambios importantes, profundos de nuestro ser -o nuestra sociedad-, pasan tan solo por la aplicación de una técnica concreta, de un movimiento certero. Vamos esquivando los malestares, las insatisfacciones, los síntomas que surgen de lo que ‘realmente’ nos sucede, lo que ‘realmente’ no funciona, pero cuyo origen no queremos mirar; entre otras cosas porque, si lo vemos, tendríamos que actuar. Pero ahí vamos, intentando que no nos atrape la ansiedad por lo que se puede avecinar o la depresión por lo que creemos que ya no puede ser, cada uno haciendo lo que puede. Vamos lentos pero queremos acciones rápidas, así que hoy me arriesgo en estas líneas a hablar del antídoto de la depresión, quizá no como un remedio mágico -en los que no creo-, como una intervención, sino más bien como un proceso que, por su naturaleza, se opone a esa brea del desánimo.

La ausencia de perspectiva agota nuestras ilusiones, así, en general, no podemos estar levantando la pancarta de bienvenida eternamente a una satisfacción que parece que nunca llega, así que nos agotamos de esperar. ‘Esperar’ es la pista de aterrizaje para el descontento, la insatisfacción y eventualmente una frustración agotadora. Así que, si pensamos en qué acciones, opciones, movimientos, pueden prevenir esta situación, un verbo viene claramente a la cabeza: crear. La depresión convoca a la muerte, a la quietud y la falta de sentido. Su opuesto es el ejercicio de la vida que, en el contexto que sea, es siempre un ejercicio de creación, de traer a este escenario algo que no existe y que solo puede existir a través de nosotros, de nosotras, que somos los únicos que estamos aquí en este momento, en este tiempo, actores y actrices del mundo del mañana aún nonato. Sin duda, hay inercias que nos influyen y nos oprimen, nos invitan todo el tiempo a que no cambie nada, pero la realidad es que incluso para inventarnos un mundo en el que nada cambia, algo tenemos que hacer. La creación es también una responsabilidad para con los otros, porque es una expresión única de nosotros que compartimos, y que tiene un impacto hondo en el mundo. Ese ímpetu de compartir quiénes somos en sí crea el mundo entero, a través de ese pedacito de mundo que nos toca construir y que antes no estaba ahí, como si de un enorme hormiguero se tratara en el que cada cual tiene su responsabilidad y su poder. La convicción y la confianza en lo que hacen nuestras células al moverse, al perseguir, aleja el fantasma de un destino marcado y oscuro, y no solo para uno mismo, una misma.