OCT. 01 2023 GASTROTEKA Alitas de pollo, un bocado de dioses y barato Hay platos sencillos, asequibles al bolsillo, que además no requieren demasiado trabajo y encima gustan tanto que provocan en nosotros un estado de ánimo que el chef de 7K define como «obsesión». Lo bueno, bonito y barato no está reñido con el disfrute absoluto, y menos a la hora de comer. Javi Rivero Amigos, familia, ¡qué bueno es comer! La felicidad, los buenos momentos, el placer, el sentir que un bocado nos lleva a elevar todos estos sentimientos y sensaciones a la altura del nirvana gastronómico y personal más puro. Todos y cada uno de nosotros tenemos un bocado fetiche, y no hablo de vuestro plato favorito. Hablo del bocado que os pide el cuerpo cuando se encienden ciertos nervios y receptores biológicos en nuestro ser por el motivo que sea. Todos tenemos un bocado, un plato o una receta a la que reaccionamos de manera casi violenta cuando nos lo mencionan. No queremos otro plato; si este entra en juego, el resto ya no existe. Se convierte en un objetivo, en una obsesión. Porque lo que sentimos por este plato no es amor, lo que tú sientes, se llama obsesión... Esta sensación se podría comparar a cuando el cuerpo, estando de resaca, nos pide alimentos grasos y dulces. No tiene por qué ser un alimento de este tipo, es un plato, que por “h” o por “b” sacia una parte de nosotros que ni nosotros mismos sabíamos que existía. ¿Un antojo? Podría ser… Conozco casos en los que esto ocurre con: almejas, percebes, nécoras, ciertos tipos de queso, chipirones, manitas de cerdo, foie… Todos ellos, productos que no solemos encontrar en los menús diarios de cada casa. No por lo menos en las cercanas a mí. Si alguno de vosotros tiene entre sus básicos u organiza su batchcooking (menú semanal) con estos productos, que no lo diga. Gracias. Que lo disfrute en silencio y esconda bien las pezuñas de los percebes. Imagino que todos vosotros ahora mismo tenéis en mente unos buenos txipis de domingo, con txakoli, vermut o sidra, el pintxito de carne cocida o txorizo o los dos, entre pan… Todos ellos también provocan en mí un cosquilleo que no me importa sufrir pero, si hay un plato que provoca en mí todo lo que os vengo contando, son las alitas de pollo. Sí amigos, lo que para algunos son percebes, para mí son las alitas. Pensadlo bien, los percebes y las alitas pueden tener el mismo tamaño, los dos bocados tienen una parte que no se come y que hay que esquivar (es decir, se trabaja con las manos), los dos productos se chupan, son jugosos y, si se preparan bien, serán ligeramente gelatinosos. Las diferencias son que el pollo sabe a pollo si es pollo-pollo y el percebe sabe a agua (de mar). ¿Ventaja para el pollo? Las alitas cuestan entre 6 y 10 euros el kg y un buen percebe de buen tamaño, no cuesta menos de 100 euros el kg. ¡Repunto para el pollo! Recolectar percebe supone un riesgo tremendo para el que lo hace (percebeiros). Cada vez que pienso esto, me acuerdo de una afirmación con la que cada vez estoy más de acuerdo: «El huevo es un producto que el día que haya pocas gallinas costará más que el caviar». Pues imaginaos el precio que alcanzarán las alitas si el pollo solo tiene dos alas, el día que estos escaseen. ¿O pensáis que la gente joven está deseando plantarse en el campo a criar animales para saciar nuestros antojos? Yo que vosotros no desperdiciaría ni un solo minuto cada vez que probéis un bocado de estos distraídos con el móvil, la tele o las malas compañías. Centrando el tiro en las alas del pollo o la gallina, deciros que esta parte se conforma de tres partes y que las tres se pueden comer. Sí, la punta también. Si cocemos las puntas, las secamos y las freímos o asamos bien durante bastante tiempo, sin que se quemen, obtendremos un bocado totalmente crujiente con el que disfrutar con las manos. Con el resto del bocado, pensad que es una parte del animal que contiene una cantidad de colágeno brutal. Por lo que, bien cocinadas, las alitas son un bocado de dioses, preparen como se preparen. Como hace tiempo que no os pongo a cocinar y la vuelta al cole ya es agua pasada, pongámonos el delantal y compartamos un ratito en cocina. Encended la radio, sintonizad Naiz Irratia o elegid una canción que os ponga los pelos de punta, preparad la tabla, cuchillo, un bol, cucharas, tenedores, sal, pimienta… Todo lo básico, dejadlo a mano. Que no nos cueste trabajo, así no se romperá el trance en el que vamos a entrar. INGREDIENTES Necesitaremos alitas de pollo -muchas, no tantas como percebes nos podríamos comer, pero no os quedéis cortos-, aceite, ajo, cualquier tipo de chile molido, limón, vino blanco, sal, pimienta y caldo de ave. Os prometo que con esta receta vais a sentir eso que yo siento y que no es amor. Venga familia, todos juntos… Lo que tu sientes ¡Se llama obsesión! Todos nos sabemos la canción del artista Ventura, no disimuléis. Quitamos las plumitas que hayan podido quedar en las alas y las dejamos limpias. Las salpimentamos y marinamos con un chorro de zumo de medio limón y varios ajos pelados y machacados. Mezclamos todo y las dejamos 10-15 minutos en la nevera. Seguido, calentamos a fuego medio una sartén antiadherente grande, donde podamos colocar las alas sin apilar y las cocinamos a fuego medio con tapa para que se “cuezan” durante 10 minutos. Seguido, quitamos la tapa, añadimos un poco más de aceite y subimos el fuego al 8-9 sobre 10. Con cuidado, las doramos por las dos caras otros 10 minutos por lo menos. 3-4 minutos antes de que estén listas, añadimos una buena cucharada de chile picante molido (podéis no hacerlo), dejamos 30 segundos y seguido añadimos el zumo del otro medio limón, un chorro de vino blanco y la misma cantidad de caldo de ave. Ahora sí, ponemos el fuego a tope y dejamos que reduzca todo junto, moviendo las alas con suavidad. Vais a ver que van a coger un color dorado marrón y que la salsa se va pegando. Esperad hasta que chisporrotee muy fuerte, sacadlas de la sartén y desechad el aceite sobrante. Podéis rallar un poco de lima o limón por encima y añadir más chile en este momento. Preparaos, porque ahora no vais a dejar de pensar en esto. Os vais a manchar las manos, mucho, pero os va a dar igual. Y mejor que no os vean, que la envidia es muy mala. Familia, a disfrutar de un domingo perfecto, bueno, bonito y barato. Gora gure oilo eta oilaskoak! On egin! «El huevo es un producto que, el día que haya pocas gallinas, costará más que el caviar». Pues imaginaos el precio que alcanzarán las alitas, si el pollo solo tiene dos alas, el día que estos escaseen.