Jone Buruzko
IRUDITAN

Atardecer en Santa Mónica

(Apu Gomes AFP)

Aquí donde lo ven, el muelle de Santa Mónica es uno de esos tantos lugares del planeta calificados de emblemáticos. Quizás porque está en California o por ser el punto final de la Ruta 66, lo que significa obligada foto en el cartel que marca el detalle para aquellos que han conseguido recorrer Estados Unidos del noreste al suroeste. Uno de los momentos más recomendables para visitar el lugar es el atardecer, cuando esa costa de clima mediterráneo despliega esos tonos rojizos y dorados antes de dar paso a su estampa nocturna. Los dos jóvenes que aparecen en la fotografía parecen compartir esta opinión mientras disfrutan al borde del agua, iluminados por las luces de Pacific Park, a esas horas en las que escasean los turistas. Abierto las 24 horas del día y los 365 días del año, su parque de atracciones tuvo su apogeo en los años 20 del pasado siglo, pero desapareció durante la Depresión. Tras permanecer cerrado durante varias décadas, y cuando el muelle recuperó su “vidilla”, el parque volvió a abrir sus puertas al público. Tiene un tiovivo de madera con caballos tallados a mano, que incluso siendo centenarios funcionan a la perfección; una montaña rusa de acero que ofrece una subida a velocidades de vértigo o una noria que gira con energía solar y permite espectaculares vistas panorámicas. También es tierra de surfers, skaters y “sin techo”. Hasta allí llegó corriendo Tom Hanks, disfrazado de Forrest Gump.