Paul St. Hilaire
Alo largo de sus más de 30 años de carrera, Paul St. Hilaire se ha convertido en una de las figuras legendarias de la música de baile. Nacido y criado en Dominica, se trasladó a Berlín en 1994 y ha prestado su voz y su talento musical a algunos de los temas más emblemáticos de la música electrónica de la capital alemana. Conocido por sus colaboraciones con Moritz von Oswald y Mark Ernestus (Rhythm and Sound), también ha aparecido en discos con Deadbeat, Rhauder o Larry, entre otros.
Sin embargo, pocos conocen el alcance de la maestría compositiva y técnica que posee. Desde su estudio casero en el barrio de Kreuzberg, que incluye una extensa colección de hardware vintage, instrumentos construidos por él mismo y cuadernos garabateados con letras interminables, ha creado un vasto archivo de material que abarca estilos como el ambient dub, el avant-jazz, el techno exuberante y el lovers rock.
Su nuevo álbum “Tikiman Vol.1” ofrece una rara visión del complejo arte de St. Hilaire, desde los grooves de “Little Way” y el experimento dancehall de “Keep Safe”, hasta la sutil hipnosis de “Ten to One” y las suaves olas de sintetizador en “Three And A Half”, que evocan no solo playas, sino también costas y fronteras. Es una expresión adecuada tanto de la amplitud de la obra de St. Hilaire como de su historia como uno de los pocos artistas negros afincados en Berlín que, a pesar de pasar desapercibido, ha influido en la cultura de la música electrónica de la ciudad desde sus comienzos.
Su nuevo álbum es un embriagador tour de force downtempo de metáforas cantadas en patois jamaicano sobre la educación, el desplazamiento y las historias personales frente a las globales, como queda patente en el resbaladizo tema que da comienzo al álbum, “Bedroom in My Bag”. «Señor, señor / ¿A dónde va? / Me dirijo a una tierra lejana / ¿Qué llevas en la bolsa, en la mano? / Ayúdanos a entender / Dijo, tengo mi dormitorio en mi bolsa».
En general, las letras del álbum reflexionan sobre la vida entre Berlín y Dominica, concretamente la ciudad natal de St. Hilaire, Grand Bay, donde ha trabajado con diferentes músicos sumergido en los variados géneros de la música de carnaval de la isla. El propio St. Hilaire siempre se decantó por la música más “discreta” de la isla, desarrollando una sinergia sónica entre dos corrientes geográficas diferentes del groove y el minimalismo, y combinándolas con técnicas de mezcla caribeñas que proporcionan la base de su composición de canciones y su distintiva voz de barítono.
Su música resulta narcótica, como si estuviésemos flotando entre las nubes. El dub marca el ritmo, se alarga con ritmos electrónicos que acarician el house, hay presión de graves en su sonido, los temas echan humo y mira de reojo al jazz. Su nuevo trabajo en 16 años es un disco envolvente, hipnotizante, que transporta a otras atmósferas.
Sampha
Al igual que su creador, el nuevo disco de Sampha desafía cualquier categorización. Abarcando jazz, soul, rap, dance, jungle y música de África occidental, eleva la ambición vocal y de producción de Sampha a nuevas cotas. Cantante, compositor y productor notable, no es de extrañar que artistas como Kendrick Lamar, Drake, Solange o Frank Ocean, entre otros, hayan recurrido al artista por su inimitable voz y sus contribuciones a la composición y a la producción. Si en “Process”, el disco debut y ganador del Mercury Prize en 2017, era un artista averiguando su propio lugar en el mundo, envuelto en las sombras del dolor y la pérdida, el nuevo álbum es un ejercicio de aceptación y alegría en la condición humana.