Las lentejas de Mari Juana
En este artículo, el chef de 7K homenajea a su abuela y a un plato tan tradicional e imprescindible como el de las lentejas. De paso, nos regala dos formas de cocinar esta legumbre: la primera, como las hace en su casa, y la segunda, con una receta más sofisticada.
Amigos, familia, ahora que hace frío y ya se puede cambiar de tema en las sobremesas, me lanzo: ¿Ya tenéis pensado el menú para estas navidades? Aquí vengo yo, a modo de anuncio de colonia, a recordaros que la Navidad existe y que se echa encima. Sí, amigos, la Navidad cada vez empieza antes y, por si no os habéis enterado (puede que no hayáis encendido la TV últimamente), ya os recuerdo yo que más de la mitad de los anuncios son así: 30 segundos de una especie de “Blade Runner moderno” con gente casi siempre famosa o conocida, haciendo cosas como cabalgar sobre el mar, romper montañas o desfasarse de fiesta en edificios modernísimos por los que, aquí, un servidor, no sabría ni por dónde entrar. El marketing es maravilloso, familia...
Pero las colonias no son lo único que marca el inicio de unas fechas tan señaladas. Fijaos, coincidí con una pareja de Vigo hace poco y me contaban que las luces ya estaban puestas y que sospechan que cada año instalan más y antes. Todavía no sé si iban en serio o no, pero no se me hizo raro que pudiera ser cierto.
Y es qué, ya, por mucho marketing y por mucha acción con la que nos topemos, nada nos extraña, nada nos sorprende y cada vez nos emocionamos menos por las cosas. No me refiero a que lloremos por una desgracia, hablo de las emociones que sentimos en las pequeñas acciones de cualquier día. Vamos sobreestimulados por la vida y esto ha hecho que nos vistamos con una coraza en la que nos rebota todo. Y esto, también afecta a la mesa y lo que se come en ella.
Pensadlo. ¿Cuándo fue la última vez que os emocionó un bocado? ¿Os ha pasado hace poco empezar a comer y que de manera inesperada algo que no os esperábais os terminara generando algo más que saciedad? No es fácil. A mí, el último plato que me estimuló de esta manera fueron unas lentejas. Ahora me viene a la mente un anuncio tipo colonia para anunciar un bote de lentejas. Haced el ejercicio de imaginároslo en vuestra mente. Sería gracioso como poco, ¿no? Sí, amigos, unas simples y llanas lentejas. Luego os diré cómo estaban hechas, pero lo que pasó fue que estas lentejas sabían igual a las que la amona me preparaba los lunes y este es un sabor que desde aquel entonces no había vuelto a apreciar. Recuerdo que una vez pregunté a la amona cómo las hacía, para prepararlas yo en casa, y se rio. Me dijo que no tenía complicación ninguna, que las ponía a cocer con media cebolla y un puerro y que, una vez cocidas las lentejas, pasaba las verduras para hacerlas puré y volverlas a mezclar con las lentejas. Esto, a la vez que se reía. Yo creo que porque pensaba que algo que para ella y para mucha gente de su época era tan sencillo de hacer, para nosotros no lo era. Seguro que mi amona me imaginó preparando la marimorena en la cocina para hacer unas lentejas… ¡qué gran cocinera ella!
Mi abuela también posee una receta que ni mi ama supo copiar. Mi madre cocinaba que daba miedo y era buenísima replicando platos y siguiendo recetas. Tenía una capacidad descomunal para acumular tareas en la cocina de casa y ejecutarlas todas de manera ordenada, limpia y haciendo que todo estuviera acojonantemente rico. Pero la mano de Dña. María Juana Ugalde (Amona), por increíble que cocinara ama, es única e irrepetible.
La receta de la que os hablo es un arroz de carne. Os juro que, por mucho que haya intentado copiar la receta, la haya hecho con ella, la haya grabado e intentado usar hasta la misma sartén… no hay manera. Ese arroz tiene un sabor que, desde el último arroz con carne que preparó amona, no he vuelto a probar. Este era un arroz suelto, pero jugoso, de color marrón clarito, con tonos amarillos (por la pastilla de caldo) y algo de rojo del pimiento. Lo que me hace explotar la cabeza es que lo preparaba en 20 minutos a la vez que otras 7 u 8 recetas. No fuera a ser que a alguien no le gustara alguna cosa y se quedara sin comer…
Amigos, y sobre todo, familia, estos sabores son los que a mí más emoción me generan a día de hoy. Solo el hecho de recordarlos me transporta a momentos de felicidad. Aprovecho, pues, para recordaros, por si no lo han hecho las colonias o el alcalde de Vigo, que estando la Navidad encima, se vienen los días en los que se recuperan este tipo de platos y se comparten. Estoy seguro de que, en cada casa, la Navidad sabe a algo distinto, y ya os he preguntado al principio si tenéis pensado algo concreto. Os propongo tomaros como reto el preparar algún plato que se hiciera en vuestra familia y ya no se haga. Investigad e intentad replicarlo para después compartirlo todos juntos. Como el arroz de mi amona no me termina de quedar igual, os voy a compartir la receta de las lentejas + alguna versión más divertida.
LENTEJAS DE MI CASA
Para 2 personas: 1/2 cebolla grande, 1/2 puerro, 350 g de lenteja (pequeñita mejor), aceite de oliva y sal. Sé que suena a broma, pero acordaos de que estas son las lentejas “de mi casa” y las estoy compartiendo con vosotros. Vamos a ello:
Se trata de picar la cebolla y el puerro lo más fino posible y colocar junto con las lentejas en una olla express. Cubrid con 4 partes de agua por lenteja. Añadid una pizca de sal, un chorro de aceite de oliva y ponedlo a hervir. Cuando haya roto el hervir, cerrad la tapa y esperad a que la olla pite. Cuando comience a pitar, bajad al 1,5-2 sobre 10 y mantened así otros 35 minutos. Apagad y retirad del fuego. Abrid la olla cuando se pueda y, si hiciera falta espesarlas, cogemos una pocas y las pasamos con la túrmix.
Amigos, familia, estas son las lentejas de mi casa y estoy seguro que no divergen de las de muchos de vosotros. Voy ahora pues, con otra versión que, a lo mejor, hasta os cuadra para navidades. Se trata de cocerlas de la misma manera, pero un poco menos tiempo, como unos 25 minutos. Estando todavía un poco duras, extendemos una capa de lentejas cocidas, escurridas (sin nada de caldo) en el fondo de una sartén grande y ancha. Pensad que la idea es que se manipulen y no se rompan. Para terminar la cocción, añadimos caldo de pescado o marisco a poquitos para que vaya absorbiendo sabor y cociéndose a la vez. Añadid caldo hasta que estén en su punto y secas. Terminaremos colocando encima, en la propia sartén, langostinos, mejillones, almejas, daditos de pescado… y os marcáis unas lentejas secas con pescado y marisco para estas navidades de txapela que seguro ¡también emocionarían a la amona!
Aupa Mari Juana eta Mari Juana guztiak!