Berta García
CONSUMO

Consumo de proximidad

Estamos en las fechas habituales de alto consumo y supone una buena ocasión para acudir a las tradicionales tiendas de barrio y a los establecimientos situados en las calles de nuestros pueblos y ciudades. Como alternativa al consumo de masas, compulsivo y destructor, las personas consumidoras pueden optar por un consumo de proximidad. Este se complementa con el consumo responsable y sostenible, ya que supone, entre otros aspectos, ahorrar en transportes y combustible (por ejemplo, se elimina la huella ecológica de los envíos a distancia de las compras online); minimizar las compras impulsivas, invitando más a la reflexión; favorecer la economía local; y obtener una atención más personalizada. Este tipo de comercio, cercano y de confianza, ayuda a mantener nuestros pueblos y ciudades vivas.

Comprar implica satisfacer una necesidad o un deseo, pero también activar toda una serie de procesos económicos, sociales y medioambientales. Uno de los objetivos del consumo de proximidad y responsable es apostar por el ahorro energético en el transporte, por ejemplo, pero va más allá pues, como personas consumidoras, tenemos obligaciones. Y es que todo derecho lleva implícita una responsabilidad y obligación, y reconocer nuestros derechos como consumidores es también aceptar la parte que depende no de leyes y normas, sino de actitudes éticas y morales.

LA COLECTIVIDAD

Hagamos de la necesidad virtud con gestos sencillos, como comprar productos locales para ahorrar combustible para que mejore la calidad medioambiental. Pero también contribuyamos al mantenimiento de sectores como el agro-alimentario, que se está viendo especialmente afectado por las políticas variopintas de las grandes distribuidoras, para mejorar la vida de la colectividad.