DEC. 24 2023 GASTROTEKA Canapés, bocados ricos para empezar sonriendo Abrimos la semana más gastronómica del año con una apetecible propuesta. El chef de 7K escribe sobre el canapé, ese bocado que va más alla del paté sobre una tostada. Sus sugerencias, al respecto, parecen sencillas y deliciosas. Pero, esta vez, también dice de qué no quiere hacer el canapé. Javi Rivero Amigos, familia, ahora sí que sí, ya llegó el momento… vislúmbrese cómo discuten cuñados, alábense suegras y croquetas congeladas aún en el interior, cojan aire y desempolven viejos manteles, presúmase de histórica vajilla, regalada, pero histórica… que la Navidad siempre ha sido ese momento en el que, de lo mejor, de lo más especial, se hace gala. Preparémonos, pues, para el día de hoy. No es fácil para algunos y se trata de un paseo para otros, el acoger en casa a los más queridos. Más allá de la ironía del medirse frente al conocido, el querido, el familiar y de que una cena de Navidad se pueda asemejar a una pelea de gallos, pocos son los casos en los que no se disfruta de la compañía y el compartir siendo invitado. Por lo general, somos agradecidos y llegamos a la primera cena del maratón culinario-navideño con ganas y respeto (en toda familia hay alguna excepción). Apreciamos y admiramos cualquier despliegue de comida con el que nos avasallan estas fechas con una sensibilidad fuera de lo común. Nos convertimos en ese comensal agradecido que debiéramos ser, también, el resto del año. Llegamos a un nivel de apreciación y respeto por el trabajo del anfitrión de cada gala en el que todo vale. Si no, explicadme cómo somos capaces de seguir diciendo que poner un poco de salmón con queso fresco sobre una tostadita cuadrada de las que todos conocemos, es algo innovador e increíble. Sí, estará rico y se puede poner bonito, pero ya. Hasta ahí. Así que decidme cómo o de qué manera se hace para poner esa cara de sorpresa, gusto y placer, todo junto a la hora de comerte un canapé. Hablo de esa parte de la bienvenida en la que hay que quedar bien y lucir maneras. Ese momento en el que la comida, por mucho esfuerzo que haya sobre las tostaditas de turno, pasa a un segundo plano y se va a llevar un 7 u 8 sobre 10 de todas todas. Los exagerados, darán un 10 sobre 10. Y yo, amigos, familia, como me preocupo sobre todo de lo que tiene que ver con el comer, en este caso me preocupa que os veáis en el compromiso de tener que forzar una sonrisa solo para cumplir con la invitación. Dicho esto, si no queréis repetir esa postura de agradecimiento forzada, podéis desviar el tema o responder con un; «muy ricos los canapés, que, por cierto, ¿sabéis de dónde vienen?». Y ahí les contáis y les habláis sobre esto que os voy a contar ahora. Los canapés son primos hermanos de las “tapas”. Sí, esas tapas de toda la vida, con las que uno acompaña la costumbre del beber. Su origen está ligado a Alfonso X “El sabio”, que por algo sería sabio, digo yo… Si fue de verdad él quien inventó las tapas y los canapés, a mí lo de sabio me vale. Pero lo curioso es que la historia dice que el nombre “tapa” viene de una visita que Alfonso XIII realizó en la provincia de Cádiz. En el momento en el que iban a servirle una copa de vino, en el ambiente se notaba una brisa con arenisca. Y para que esta brisa manchada de arena no estropeara el vino, se lo sirvieron con una loncha de jamón encima, a modo de tapa de la copa. ¡Qué bonita es la historia amigos…! Y, por lo general, qué mal han evolucionado los canapés. Lo digo medio en serio y con una pizca de ironía. Cuando hablamos de canapés, a mí, de manera inevitable, me vienen a la cabeza esas tostaditas cuadradas en las que se unta cualquier tipo de paté. Y es que la definición de canapé hace alusión a que se utilice una rebanada de pan, de pequeño tamaño. No especifica el tipo. Sí dice que sobre esta rebanada o pedazo de pan se ha de colocar algo de comida. Hasta aquí todo correcto, ¿no? Son pocas las ocasiones en las que me ha tocado disfrutar de un canapé diferente y disfrutón. Sé que haberlos, los hay, pero no me ha tocado verlos. Y ya sabéis que, “si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña”. Así que aquí vengo yo, con toda mi valentía a proponeros una serie de bocados fáciles y ricos con los que obtener a cambio una sonrisa (¿no forzada?, depende del cristo de cada casa). Antes de dar paso a los canapés que os voy a proponer, os voy a prohibir otros pocos. Quedan pues, así, fuera de mi propuesta: huevo cocido y gambas, atún con tomate, txaka, paté y gulas en canapé. Sé que he sido duro, familia, pero algún día me perdonaréis. Vamos con las propuestas: Aguacate y gamba: Cambiemos el huevo cocido por una crema fina de aguacate, con un toque picante y una poca ralladura de lima. Además, para los valientes, probad con la gamba cruda y picada. Boquerón frito: Enharinad un pedazo de boquerón en vinagre (o solo los lomos) y freídlo a tope unos pocos segundos. Servidlo con una pizca de mayonesa y limón rallado. Tartar: Qué mejor que un buen tar-tar de solomillo para aprovechar las puntas y recortes de una de las piezas reinas de las navidades. ¡Ah! ¡Y que pique! Tomate seco: Tomate seco picadito acompañado de atún en conserva y tomate. Os aconsejo terminar el bocado con una fina lámina de cebolla morada. Esta es la versión 2.0 del canapé de atún que os prohíbo hacer. Mantequilla y trufa: No hace falta dejarse un dineral en trufa. Mezclamos mantequilla con pimienta y sal y terminamos rallando un poco de trufa encima. Si no, la variante del tartufo ¡también mola! Mini verduras: Podéis utilizar el queso crema y colocarle encima unas mini verduritas salteaditas lo justo para que crujan, pero no estén crudas. Jamón con mayonesa: Es el bocado de bocados, tan simple como brillante. La combinación perfecta, que no ferpecta. Buen jamón, repito, buen jamón, picadito fino fino, mezclado con mayonesa casera. Nada más. Amigos, familia, podría seguir así toda una vida… recitando canapés de una Navidad a otra, pero siempre, pensando en vosotros. A ver si vais a pensar que sois los únicos a los que la Navidad les vuelve sensibles y ñoños. Pues eso, acordaos, sonrisa fuerte y “qué rico está todo”. Por el bien de la gastronomía y de la familia. Eguberri on! Por lo general, somos agradecidos y llegamos a la primera cena del maratón culinario-navideño con ganas y respeto (en toda familia hay alguna excepción).