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PANORAMIKA

Anhelando

Últimos días para poder visitar la exposición «Kaamos» -en la galería Marzana de Bilbo hasta el próximo viernes 19- y adentrarse en Sirkka, el pueblo lapón donde Raekallio y Del Val están construyendo sus obras. (Espacio Marzana)

Cuando pensamos en un trabajo realizado entre varias personas, es inevitable intentar averiguar hasta dónde llega una contribución y dónde comienza la otra, cuáles son las capas que se van fusionando o diluyendo, qué diálogos se generan y qué proviene de la creatividad de una u otra artista. Plasmar ese espacio de convivencia a través de la pintura supone un reto emocional y creativo donde los acuerdos y las cesiones entran a formar parte del proceso. Lo racional e irracional se encuentran, jugando a imaginar otras formas que surgen de la improvisación, la afinidad y la confianza, en la búsqueda de un fluir común.

Todavía estáis a tiempo, hasta este viernes 19 de abril en la galería Marzana (Bilbo), de visitar la exposición “Kaamos”, de la pareja de artistas Raisa Raekallio (Kittilä, Finlandia, 1978) y Misha -Enrique- del Val (Bilbo, 1979), que trabaja junta desde 2013 creando pinturas, dibujos, performances, proyectos de comisariado y podcasts en el pueblo de Sirkka en la Laponia finlandesa. Kaamos, en finés, significa noche polar y se refiere al tiempo en el cual estas pinturas fueron creadas, durante los dos últimos inviernos.

En la exposición destaca una pintura envolvente de más de 6 metros de largo y que nos adentra en su particular mundo invernal. El paisaje es el gran protagonista, sin embargo, se huye de una visión romanizada. Podemos pasar tiempo rebuscando entre sus pinceladas rostros que se funden con el paisaje y nos inspiran cuentos, hasta caer en un sueño transformador que abraza a seres fantásticos en medio de los bosques árticos. Al volver a abrir los ojos, parece que estos seres desaparecen y otros surgen. A pesar de que la obra está creada por dos artistas, llama la atención la coherencia formal que respira la pintura. Ambos explican que su obra se va creando sin un proyecto estructurado, quizás poner orden en ese precioso caos rompería el hechizo. La obra, que nace de una combinación en sí, aúna lo cotidiano con lo místico, la realidad con la ficción, los espacios interiores con los exteriores, la calidez que transmite el inteligente uso del color con la frialdad de la nieve presente.

La noche siempre ha sido el lugar de lo mágico; no poder ver nos abre un camino de infinitas posibilidades, donde los límites se diluyen y se invita a la introspección. Pasar seis semanas en total oscuridad en un pueblo como Sirkka, determina en gran medida la realización de estas piezas llenas de sutilezas y mezclas de luces características del mediodía del Kaamos, cuando el sol parece querer salir pero no llega a ocurrir, un anhelo no cumplido. Observar tranquilamente estas obras nos transmite calma y sosiego, ese reflejo de lo espiritual y afectivo resulta reconfortante en el contexto actual. Esperemos que ese deseo de paz sí se vea cumplido.