GOTZON URIBE
MÚSICA

Amen Dunes

Amen Dunes siempre ha trabajado con el brío de un outsider, pero a medida que se acercaba su séptimo álbum en otoño de 2019, Damon McMahon tenía claro que necesitaba reconvertir su propia historia musical. Decidió volver a los inicios sumergiéndose en los fundamentos tanto del piano como de la música electrónica con la que había crecido en raves y clubes pero que nunca se imaginó capaz de hacer. Pocos fans de Amen Dunes habrían percibido el efecto duradero que esa música tuvo en su obra, pero con su nuevo disco “Death Jokes”, esas influencias se hacen patentes. Este álbum también marca un cambio en el enfoque temático; a través de samples y letras, Damon critica mucho más directamente el modo en que la cultura estadounidense exalta la violencia, la coerción y el pensamiento de grupo como inevitables en la sociedad.

Para aprender a tocar el piano, Damon llamó al profesor que le recomendaron en su tienda de discos habitual, un músico llamado Jonichi que había estudiado con Nadia Boulanger, una preeminente directora de orquesta y profesora de música francesa que dejó influencias duraderas en músicos como Igor Stravinsky o Quincy Jones. Paralelamente a esas lecciones centradas en la tradición, Damon estaba aprendiendo a utilizar el programa informático de composición Ableton y a programar cajas de ritmos, un enorme cambio para un músico que durante mucho tiempo había evitado trabajar con herramientas tecnológicas. Fue una especie de volver a empezar para alguien que había crecido con los sonidos de la música tecno y del rap como banda sonora.

Un día de invierno, Damon sintió que se le venía encima una canción y grabó una nota de voz mientras cantaba al piano. La maqueta resultante se convirtió en “Round the World”, el penúltimo tema de “Death Jokes”, de nueve minutos de duración, que pronto pareció profético. Lo que al principio suena como una balada desgarradora se transforma más tarde en un canto fantasmal. Los inquietantes estribillos sonaban muy diferentes unos meses más tarde, cuando la pandemia se apoderó de todo el mundo.

En este estado de agotamiento pasaron dos años y numerosas colaboraciones fallidas. Fue incapaz de encontrar a quienes comprendieran sus métodos poco ortodoxos, ese enfoque suelto y salvaje que marcaba su nueva dirección. Mientras seguía trabajando, Damon vio nacer a su primer hijo y se mudó al otro lado del país, a Woodstock (Nueva York). Pero sí hubo unas colaboraciones que funcionaron y ahora aparecen aquí plasmadas. El bajista de jazz Sam Wilkes aparece en tres canciones, Christoffer Berg (Fever Ray) y Kwake Bass (Tirzah & Dean Blunt) colaboraron en varias más; así como unas sesiones con Panoram y Money Mark también acabaron en la versión final de “Death Joke”.

Aunque la inquietante y moderna mezcla de folk y blues por la que Amen Dunes es más conocido está muy presente aquí, “Death Jokes” es un gran cambio, un ambicioso álbum electrónico que revela sus nuevas inquietudes artísticas.


Alex Izenberg

Alex Izenberg publica su cuarto álbum de estudio. Por primera vez, el artista angelino acredita un disco con sus músicos de acompañamiento. Aquí encontramos al batería Jay Rudolph (Weyes Blood), el teclista Tyler Cash (Devendra Banhart), el bajista Max Whipple (Sparks), el pedal-steel de Connor Gallaher (Lana Del Rey), el saxofonista Colin Kupka y el guitarrista Dashiell LeFrancis, además de su amigo de la infancia y colaborador, el instrumentista Greg Hartunian. Las once canciones están producidas por Phil Ek (Father John Misty, Built to Spill), -románticas y cálidas- y los arreglos invitan a la expansión donde aparecen ecos a King Crimson que navegan entre el pop ácido sinfónico de bandas como Grizzly Bear.