Atención primaria, la primera línea como síntoma de abandono
Desbordada. Así se encuentra la Atención Primaria vasca a causa de los recortes de los últimos años. La pandemia aboca ahora a jornadas maratonianas a los profesionales. «Es como si pudiésemos tirar y tirar, hasta que ya no dé de si».
Mucho cambio no vemos. Seguimos teniendo mucha carga de trabajo». Es una afirmación que se repite en las declaraciones de distintos empleados y empleadas de Atención Primaria de Osakidetza. «Ya no podemos más, estamos cansados», recogía la carta que remitió hace un mes a los medios Miren Edurne Ugarte, médica de atención primaria en el centro de salud de Leioa.
En Nafarroa, en Osasunbidea, «hay falta de profesionales importante; si ya antes del covid-19 era una situación complicada, con la pandemia ha empeorado», comenta Isabel Ezpeleta, vicepresidenta de la Sociedad Navarra de Medicina Familiar y Atención Primaria.
La Atención Primaria, como reza el término, supone la primera toma de contacto que tiene cada paciente con el sistema sanitario. «Los profesionales de Atención Primaria prestan una asistencia dirigida a promocionar hábitos de vida saludables, prevenir enfermedades y resolver la mayoría de problemas de salud de las personas. Todo ello en coordinación con el nivel hospitalario, la red de salud mental, los servicios sociales y la red de salud pública». Así es como la describe la web de Osakidetza.
En definitiva, es la primera línea del servicio de salud. Y hoy día, la primera barrera en la identificación de la cadena de contagios del covid-19. Pero por ejemplo Luis Rodríguez, médico de familia en el ambulatorio de Zornotza, manifiesta a GARA que «yo sé si puedo hablar en nombre de todo el sector, pero yo sí me he sentido abandonado».
En teoría, el personal de Atención Primaria se debía reforzar en un 10% para pasar de fases en la desescalada dirigida por el Gobierno español, pero los profesionales sanitarios ponen en duda que se haya cumplido. Una portavoz de la asociación Lehen Arreta Arnasberritzen –ha querido guardar su anonimato– admite que se ha contratado un grupo de enfermeras para realizar el rastreo de los contagiados y sus contactos. «Se ha visto un poco de movimiento pero todavía falta mucho; por ejemplo que aumenten el personal a nivel de Atención Primaria», indica.
Ese grupo de enfermeras es el gestor de casos de covid-19 y de sus contactos, y se han contratado para tal un fin 34 personas, mujeres y hombres. No obstante, Rodríguez remarca que hay otro centenar de enfermeros y enfermeras de Atención Primaria que, en caso necesario, acuden a ayudar a los gestores de casos, «y eso también es quitar más personal de AP de los centros de salud». La portavoz de Lehen Arreta Arnasberritzen recuerda que durante el confinamiento fueron los profesionales de atención primaria quienes se encargaron del rastreo.
En Nafarroa la situación resulta parecida, según describe Ezpeleta. De hecho, ratifica que las rastreadoras están superadas. «Estamos viendo en que tardan hasta 24 horas porque están desbordadas y a veces, aunque no sea nuestro trabajo, hemos contactado con alguien para agilizar», cuenta. De la misma forma, Edurne Ugarte, médico del ambulatorio de Leioa, afirma que el desbordamiento es una realidad actual en la Atención Primaria de Osakidetza: «Muchas veces los contactos de los positivos nos llaman a nosotros porque nadie les ha llamado, y eso es porque las rastreadoras no llegan, están desbordadas», dice.
Según denuncian, reducir el personal de Atención Primaria es una política que Osakidetza lleva a cabo «hace años». «Ha habido una mala previsión. Desde hace diez años estamos notando que está disminuyendo el número de profesionales, ha habido muchas jubilaciones y no se han creado plazas suficientes para cubrir esos cupos», declara la portavoz de la asociación.
Política de «tres por uno»
Edurne Ugarte define esta situación como «política de tres por uno» y dice que «este año ni eso», pues no se han sustituido las vacaciones de sus compañeros y compañeras. En Leioa, por ejemplo, en el turno matutino actualmente están menos de la mitad de la plantilla. El 50% está de vacaciones y una persona está de baja. Es decir, en un ambulatorio en la que suelen trabajar 7-8 médicos de familia por la mañana, actualmente están entre 3 y 4 personas. En Zornotza la situación es parecida según especifica Rodríguez (de 11, actualmente están 5).
Ugarte reconoce que Lakua tiene razón cuando dice que no hay sustitutos pero le acusa de haber buscado «a propósito» esta situación, «y es un criterio meramente económico». «Yo he sido tutora de residentes −eso también lo he tenido que dejar porque las condiciones eran muy malas−. Muchos de los residentes que yo he formado no están en Osakidetza porque se les ha tratado mal durante muchos años. Ahora están en las mutuas, en la medicina privada...», explica la doctora de Leioa.
Asimismo, señalan la mala gestión realizada en verano. Todos afirman que han sido obligados a coger vacaciones en verano, «anulando las vacaciones y permisos del resto del año», para el posible rebrote de otoño. Ugarte no se muerde la lengua y afirma −días antes de que Nekane Murga, la consejera de Salud del Gobierno de Lakua, lo admitiese en la rueda de prensa del jueves− «que ya estamos en la segunda ola, aunque los de arriba digan lo contrario».
La situación es bastante más óptima en Ipar Euskal Herria. Así lo explica Xavi Chabagno, médico en el centro de salud de Donibane Lohizune, en declaraciones a GARA. Detalla que el ratio de los contagios es de 0,7 por cada 100.000 habitantes, «por lo que no estamos en situación de epidemia»
Choca con la realidad de Hego Euskal Herria. «Ahora mismo muchos compañeros que llevan muchísimos años trabajando dicen que es el momento en el que más quemados están, que no habían visto algo así hasta ahora», cuenta Luis Rodríguez. En su caso afirma también que se siente con mucha carga a pesar de estar de vacaciones, con dificultades de desconexión: «Siento que empiezo a hablar del trabajo y que no paro».
«Hemos pasado mucha tensión», recalca Isabel Ezpeleta. En su caso tanto para evitar contagiarse −«porque había un compañero que tenía un familiar que recibía quimioterapia y estaban conviviendo»− como a la hora de tratar con los pacientes. Recuerda que algunos tuvieron que esperar su turno en la calle «con frío y lluvia», y cita también la visita a un pastor que le dejó marcada por la tristeza que transmitía: «‘Estoy acostumbrado a la soledad, pero no sé que me pasa’, me dijo».
Luis Rodríguez apunta que la primera ola fue «un reto», en todos los sentidos, «a nivel de equipo y a nivel organizativo». También un desafío formativo en el que echaron en falta más instrucción por parte de Osakidetza, aunque fueran unos simples mails sobre protocolos. «La primera formación oficial la hemos recibido en julio, tras convivir cinco meses con la pandemia».
El reto organizativo al que se refiere el doctor que trabaja en Zornotza se refleja en la división en los centros de salud para atender los posibles casos de covid-19 y el resto. Admite que la idea de zonificar llegó desde Osakidetza pero que luego cada centro, «cada equipo», ha tenido que amoldarse. Por ejemplo, tanto en Altza como en Leioa y Zornotza han establecido unos horarios para tratar a los pacientes de contagiados o a los posibles contagios −dada la necesidad de EPIs y de todas las garantías− y otro para las demás patologías: «Tienes que estar en dos escenarios distintos dentro de un horario laboral».
En Donibane Lohizune, Chabagno detalla que con la iniciativa de los sanitarios y sanitarias activaron una dinámica en plena pandemia capaz de atender a 400 personas. Nunca llegaron a esas cifras porque la afección, «por suerte», fue menor en esa zona. Valora que con la atención más cercana es más fácil enfrentarse a esta situación; no obstante, destaca la actitud de algunos responsables, que no vieron con buenos ojos la organización interna de los sanitarios: «Los dirigentes desconfían de las dinámicas que surgen desde la cercanía y en nuestro caso creo que tampoco apreciaron mucho».
Atención telefónica
El médico o la médica debe hacer el primer diagnostico por vía telefónica, «tiene sentido para poder hacer el cribado», pero precisan que dificulta aún más su trabajo en el caso de hacer un diagnóstico al resto de patologías. Por eso, confiesan que muchas veces terminan dando cita a la mayoría de los pacientes porque tienen que «explorar» o porque ven necesario hablar de manera presencial. En este caso, Ugarte menciona otra vez la «política de tres por uno» porque tienen que atender a los casos leves de covid-19, a sus pacientes y a los pacientes de los compañeros que están de vacaciones.
«Nuestra labor es integral, conocemos a los pacientes, hemos aprendido medicina biosicosocial. Es decir, también nos fijamos en lo psicológico y por eso es tan importante la entrevista clínica, y muchas veces va más allá de las palabras», explica Ugarte, endocrinóloga que lleva trabajando los últimos 20 años como médico de familia.
Sobre esto, advierten otro posible problema que puede asomarse en otoño y, que de una forma, ya están dando los primeros indicios. «Antes mucha gente se autogestionaba una tos o una fiebre, se quedaba en casa y listo. Ahora llaman para hacerse la prueba, por si acaso», relata Rodríguez.
«Lo que va a pasar a partir de octubre es que se nos va a juntar todo lo relacionado con la epidemia de la gripe. Lo que antes era una gripe que tratabas en casa 4-5 días y te veíamos en la consulta, ahora vamos a tener que hacérselo con un equipo de protección, realizarle la prueba del covid… supone un esfuerzo mucho más grande para nosotros porque exige más tiempo atender. Va a haber muchísima gente con fiebre en la epidemia de la gripe», añade.
En la pediatría también están atentos a otoño por la misma razón. Se declaran «a la expectativa» porque en cuanto comiencen los colegios, «con su patología particular que afecta a los niños, va a ser muy complicado diferenciar de una covid-19»
«He sentido que se ha hablado mucho de UCIs, de camas de hospital, y nosotros ahora mismo, después de tres meses de confinamiento, te diría que estamos desbordados −han retomado las consultas de las enfermedades crónicas que tuvieron que ser canceladas durante meses−, estamos colapsados. Terminamos todos los días tarde, tenemos muchos pacientes y no se habla de esto, es una sensación como si pudiésemos tirar y tirar, hasta que ya no dé de si», comparte Rodríguez su malestar. Detalla que atienden entre 45 y 55 pacientes al día.
«A veces se habla de la Atención Primaria como si fuera un filtro para el hospital pero tenemos muchas tareas propias; resolvemos el 80% de los motivos de consulta, atendemos los cuidados paliativos en el domicilio, vemos a los pacientes con enfermedades crónicas cada tres o seis meses, nos coordinamos con los servicios sociales… Son tareas muy propias nuestras», cuenta.
Movilizaciones
«Es doloroso que leas en la prensa a los compañeros de Urgencias diciendo que los de Atención Primaria no atendemos a los pacientes. Intentamos hacer lo mejor con las condiciones que tenemos; si se puede mejorar, lo intentaremos y no nos vamos a callar, vamos a seguir exigiendo mejoras», relata Isabel Ezpeleta.
En Osakidetza, los profesionales de la red primaria completaron tres días de huelga en la primavera del año pasado y relatan que han logrado algo de consideración, pero nada más. Han conseguido al menos que se hable de ello. Rodríguez indica que remitieron un documento con 77 propuestas y que no se ha cumplido ni una. Ugarte, por su parte, quiere subrayar que en las reuniones «no se saca nada en claro».
Entienden que no es momento para hacer huelgas −hicieron una movilización el 4 de julio en Bilbo− pero la médica de Leioa cree que «hasta que no hagamos una huelga indefinida no nos tendrán en cuenta».
Declaraciones
«Contactos de positivos nos llaman a vez a nosotras porque las rastreadoras no llegan, están desbordadas»
MIREN EDURNE UGARTE
Médico en Leioa
«Antes la gripe se iba casa en 5 días, ahora tendremos que verles con protección, hacerles la prueba...»
LUIS RODRÍGUEZ
Médico en Zornotza
«Hemos pasado mucha tensión en el trabajo y también mucha tristeza con los pacientes»
ISABEL EZPELETA
Sociedad Navarra de AP
«Activamos una red, pero los dirigentes desconfían de las dinámicas que surgen de la cercanía»
XABI CHABAGNO
Médico en Donibane Lohitzune