MAY. 06 2015 MEMORIA HISTÓRICA LA MATANZA DE LOS SAGARDIA SALE DEL AGUJERO DEL OLVIDO EN EL SANGRIENTO VERANO DE 1936 UNA MUJER EMBARAZADA Y SEIS DE SUS HIJOS, TODOS MENORES, FUERON ARROJADOS A LA SIMA DE LEGARREA. NO FUE POR POLÍTICA Y SE DESCONOCE POR QUÉ LOS MATARON DE FORMA TAN SALVAJE. UNA OSCURIDAD ENVUELVE ESTE HORRIBLE EPISODIO QUE IMPIDE CERRAR LA HERIDA DE UNA FAMILIA Y UN PUEBLO. Last update: SEP. 09 2016 - 16:37h Aritz INTXUSTA Lo ocurrido en el pequeño municipio de Gaztelu, disimulado entre las razzias de republicanos de los meses posteriores al golpe de estado, es un misterio que apela a la entraña. En él concurren una serie de variables que lo hacen inconcebible. La ausencia de un móvil claro contrasta con el hecho de que no existe motivación que haga razonable que se lance a una mujer embarazada, Juana Josefa Goñi, y a seis de sus siete hijos a un agujero de 50 metros de profundidad. El mayor de los hijos despeñados en el pozo, Joaquín, tenía 16 años. La menor, Asunción, año y medio. Ayer, los parientes vivos de todas estas personas presentaron una denuncia pública para reclamar la recuperación de los restos. Quieren que se les entierre en Donamaria con dignidad. Nati y Asun Zozaya (de 88 y 83 años e hijas de la hermana de Juana Josefa) dijeron ayer que si se recuperan los restos, ellas también podrán «morir en paz». Nati, la hermana mayor, recordó en el acto el trauma que se le quedó a su madre porque Martina (la hija de 6 años de Juana Josefa que también fue arrojada a la sima) quería quedarse con ellos unos días antes de que sucediera el crimen. «La sima», trauma necesario No parece que hubiera motivación política alguna detrás de lo ocurrido a Juana Josefa y sus hijos. En aquel entonces, en Gaztelu se votaba religiosamente a las derechas y ni una sola papeleta se escapaba a los republicanos. Estando el marido y el hijo mayor –el único que se salvó– trabajando en los montes para una larga temporada, Juana Josefa fue expulsada del pueblo. La echaron a una chabola cubierta por ramas con un embarazo de siete meses. Al poco, dieron fuego a la infravivienda y a todos los arrojaron a Legarrea. Quien ha ido recopilando todos estos detalles de esta historia que se va complicando a cada poco es Jose Mari Esparza, que los ha reunido todos en un libro de la editorial Txalaparta. En “La sima. ¿Qué fue de la familia Sagardía?” el autor explica cada paso de sus investigaciones. Ayer, el historiador entroncó el libro en la labor iniciada con “De la esperanza al terror”, esa obra colosal sobre los fusilados en Nafarroa. Según explicó, sacar a la luz una historia como esta resulta traumático «para un pueblo que ya ha superado esa etapa». No obstante, como ocurrió con el anterior trabajo, tras ese trauma, auguró que el conocimiento de lo sucedido «tiene un efecto de bálsamo». La propia investigación resulta fascinante. Al final, el crimen de los Sagardia cuenta con base documental tan firme como inusual. Los arrojados en la sima eran parientes de un general franquista famoso por lo sanguinario: Antonio Sagardía, “El carnicero del Pallars”. Al parecer, éste no pudo soportar que a parientes suyos les hicieran algo parecido a lo que él hacía por Aragón y Catalunya. Se cuenta que amenazó con quemar el pueblo y así se abrió un sumario judicial del que bebe el libro. El juicio da pinceladas de posibles motivos. Que si desaparecían gallinas, que si Juana Josefa era muy guapa... Todas nimiedades imposibles de aceptar como motivo suficiente para tamaña crueldad. Otro detalle es que solo se oyeron cuatro tiros, por lo que se cree que algunos niños o quizá la madre fueron lanzados en vida por ese agujero de 15 pisos de profundidas. El caso se retorcía otra vez hace unos pocos meses. El forense Paco Etxeberria, con apoyo de unos espeleólogos, dirigió un primer acercamiento a la sima, un pozo que el pueblo ha utilizado después para tirar escombros. Al bajar, hallaron restos humanos que resultaron ser de Iñaki Indart, un joven desaparecido siete años atrás. Eso motivó la reapertura del caso Indart, dejando paralizada la operación memorialista y decretándose secreto de sumario. Etxeberria aseguró que, si el juez lo autoriza, hay forenses y espeleólogos capaces y dispuestos de retomar la terea de sacar a los Sagardia de ese agujero. Solo se oyeron cuatro tiros. Por eso, se cree que varios niños o quizá la madre fueron arrojados en vida